También les cayó el árbol del abandono municipal

Es difícil imaginarse, en el trajín diario de ganarse el pan de cada día, que a uno le vaya a caer un árbol encima. Eso deben pensar el transportista, Domingo Martín Cansino, y el motociclista, Jorge Guerrero, quienes fueron heridos por el eucalipto que le quitó la vida al pequeño Gustavo Guerrero hace poco más de dos semanas en Yerba Buena.

Ambos se recuperan, de manera lenta, de sus respectivas dolencias. Pero sienten que otro árbol les cayó encima en este tiempo que ha transcurrido, el de la indiferencia y abandono de la municipalidad de Yerba Buena.
El intendente Mariano Campero y sus funcionarios se preocuparon más porque la familia del menor fallecido no reclamara nada, y por señalar “maniobras políticas” en todos los que le exigían explicaciones por su negligente actitud ante los pedidos relacionados al árbol en cuestión, que por atender las necesidades de los otros dos vecinos afectados.
Los dos heridos tienen en común, además de ser vecinos de Yerba Buena, el hecho de ser el sostén de sus respectivas familias. Cansino se quedó sin el transporte que era su actividad diaria; se le truncó la culminación de su carrera de profesor de Matemáticas, en donde le faltan sólo tres materias para recibirse, y quedará por un largo tiempo imposibilitado de trabajar en lo que fuera para mantener a los suyos.
Guerrero, que paradójicamente tiene el mismo apellido que la víctima pero sin ningún parentesco, se dedicaba a la independiente actividad de trabajar con el yeso, el durlok y la pintura. Quiso el destino que llevara puesto el casco que se le reclama a muchos motociclistas negligentes. “Eso lo salvó”, expresa Silvina, su esposa en diálogo con Diario Cuarto Poder, mientras señala que su marido sufrió el aplastamiento de tórax y anticipa que este miércoles será operado de la clavícula, que tiene fracturada, y del homóplato, que tiene levantado.
Al igual que Cansino, por mucho tiempo no podrá generar ingresos para mantener a su esposa y su hija de 8 años. Otro denominador común entre estos dos yerbabuenenses, es que el intendente nunca fue a visitarlos, ni el el hospital ni en sus casas, para ver qué es lo que necesitaban.
En el caso de Guerrero, envió una asistente social que le acercó mercaderías, pero que no llevó ninguna solución de fondo a la familia.
Tampoco los otros funcionarios del gabinete de Campero se acercaron a esas familias. Estuvieron más preocupados en estos días en lo que denominan “maniobras políticas”, en la renovación de autoridades en el Concejo Deliberante, en las denuncias sobre irregularidades en las licencias de taxis o en las licitaciones directas en las que incurrió en este primer tramo de su gestión, en la que se remarcaba que se venía un cambio en el modo de hacer política. En este corto poco más de año de gestión, el intendente no sólo ha cometido los mismos errores que su antecesor, sino que se ha mostrado aún más irresoluto en darle solución a los vecinos de la “Ciudad Jardín”, quienes padecen los baches, los cortes de calles, las aguas servidas, la inseguridad y la negligencia para atender reclamos que no merecen dilaciones.
El intendente recibe el mote de “Toledito”, por su parecido con su antecesor Daniel Toledo. Ha perdido el respeto de sus conciudadanos, aquellos que creían que detrás de su empuje juvenil llegaba el anunciado “Cambiemos”, pero esa espera continúa y, por lo visto, seguirá.
Los vecinos esperan, al igual que los dos hombres que resultaron heridos por el eucalipto, que no les caiga encima el árbol de la negligencia y el abandono, en una ciudad que está lejos de ser un hermoso jardín.

Comments

Comentarios