Radicales ante el reto de hallar su ADN

Los radicales tucumanos se encuentran movilizados por un proceso interno, que se definirá el 2 de octubre próximo. Pese a que se presentaron a la contienda tres listas, la Roja y Blanca, la Roja A y la Roja y Blanca Morada, encabezadas por Julio César Herrera, Ariel García y Félix Mothe, sólo las dos primeras son las que tienen posibilidades de disputar la conducción partidaria.
No se trata, sin embargo, de una elección interna y nada más, sino que implica la determinación de un rumbo, la búsqueda del ADN característico de la Unión Cívica Radical (UCR) o la continuidad en el camino que lo aleja de esa histórica identidad y que los transforma en un convidado de piedra en el espacio denominado Cambiemos, en donde el PRO impone siempre su voluntad. Julio César Herrera es el delfín del “canismo” y representa su continuidad, pero no sólo eso, es el candidato que le garantiza a José Cano y a la senadora Silvia Elías de Pérez, no ser derrotados personalmente. Al parecer, quieren resguardarse de esa posibilidad, para no desgastar sus imágenes en potenciales candidaturas. Las elecciones legislativas nacionales de 2017 se aproximan y, pretenden una candidatura a dedo, como las que le solían criticar a José Alperovich, en los doce años que estuvo en el poder en la provincia.
Sin embargo, se plantean como la alternativa a la Lista Roja A, a la que intentan relacionar con el vicegobernador de la provincia, Osvaldo Jaldo. Cimentan esa estrategia en el diálogo institucional que, evidentemente es ineludible, entre el titular de la Cámara y el vicepresidente 2°, en este caso, el legislador Ariel García. Esa estrategia trata de tapar la falta de protagonismo que tiene la UCR en el armado nacional, en donde el PRO es el que digita todas las decisiones.
José Cano, por su parte, hace gala de la unidad de la alianza de Cambiemos en la provincia, difundiendo una foto por las redes sociales, en la que aparece junto al operador del PRO y ex bussista, Pablo Walter; el secretario de Vivienda y Hábitat de la Nación, Domingo Amaya, y el intendente de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro. Están reunidos en un bar, un reducto en el que parecen fijarse los destinos de todos los afiliados radicales, quienes sueñan con tiempos más gloriosos.
García, en tanto, prefiere buscar el ADN radical en la historia. Es por ello que no se cansa de sostener que la UCR no nació para ser furgón de cola de nadie. No parece hacerlo por estar en contra de Cambiemos, sino por estar a favor de un rol más protagónico y participativo. En la teoría de la lista que encabeza, un radicalismo con más brío y recuperando sus características históricas, le sería más valioso al espacio que integran con otras fuerzas y que tiene como líder al presidente Macri.
La participación, la militancia y la importancia de la gente por sobre los dirigentes, es la propuesta que llevan adelante y que cosecha la adhesión de los más antiguos dirigentes, pero también de una porción desencantada de jóvenes y referentes territoriales que están alejados de las “timbreadas” y cafés de cuatro personas, en los que muchos quedan afuera.Más allá de las especulaciones, en la contienda serán el “canismo” y la mística “Boina Blanca” las que definirán si siguen buscando su ADN para recuperar la identidad o se alejan por el cielo como globos amarillos.

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