paco

Luego de seis años de haber sido arrestado vendiendo droga y, en la misma casa del “gordo” Rogelio Villalba, la policía volvió a secuestrar droga. Él no estaba, pero sí se encontraban en el lugar su esposa y sus hijos. Hasta la noche del jueves, no se había determinado que hacer con los demorados desde el punto de vista judicial.

El 17 de octubre último, varios sujetos ingresaron a una casa de un barrio de Las Talitas donde sustrajeron varias herramientas y un telescopio. Los pesquisas, comandados por los comisarios Osvaldo Lazarte, Alfredo Beltrán y Joaquín Girbeaux. identificaron a tres sospechosos y solicitaron realizar otros tantos allanamientos.

Una de las medidas fue la que avanzó sobre la casa de Villalba. Allí, además del telescopio, se dieron con 400 dosis de cocaína, $ 50.000 y unas 15 tarjetas de débito. Estos últimos elementos, se supo, pertenecerían a adictos que los entregaban para que los acusados se cobraran las dosis que les vendían. Varias de ellas eran de titulares de la Asignación Universal por Hijo.

“El sistema funciona así. Estos porquerías le exigen a la changada que les entreguen las tarjetas. Le van dando la porquería y después ellos les extraen el dinero”, reveló Estela Jiménez. “Lo más grave es que esos chicos están tan enfermos que no les importa que sus hijos se queden sin comida”, aseguró.

“El Gordo Rogelio”, también conocido como “El rey del paco”, fue criado por Hugo Daniel “El Rengo Ordóñez” Tévez, considerado como el impulsor del narcomenudeo en la provincia. Cuando falleció, Villalba heredó el negocio que terminó agrandando con la masificación de la venta del paco y de la pasta base.

Su captura en 2016 fue anunciada por las autoridades como un triunfo ejemplar contra los transas de los barrios de la periferia. Fue enviado al penal de Villa Urquiza, donde estuvo alojado hasta 2019, fecha en la que recuperó la libertad por haber permanecido más de dos años con prisión preventiva sin ser enjuiciado.

Su llegada a La Costanera no pasó desapercibida. Los vecinos lo recibieron con bombas de estruendo y con una fiesta que duró hasta el amanecer, según lo reflejaron crónicas periodísticas de marzo de ese año.

Según los habitantes del barrio, Villalba nunca más volvió a estar tranquilo. “Tenía terror a que lo volvieran a meter en la cárcel”, detalló Juana Méndez, una de las vecinas que siguió de cerca el procedimiento.

“El Gordo Rogelio” ya había sido condenado en una oportunidad a principios del 2000. Fue acusado de dirigir una banda que entregaba droga con cadetes, una modalidad desconocida en esa época y que después fue imitada por otros transas.

Pasaron los años y, por motivos desconocidos, “El Rey del Paco” nunca fue enjuiciado por esa causa. Seis años después, le volvieron a encontrar droga, pero en esta oportunidad pudo escaparse.

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