La GUM no puede proteger ni a sus propios integrantes

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GUM | La Guardia Urbana Municipal (GUM) de Yerba Buena ha demostrado que cosecha más escándalos que logros en lo que va de la gestión de Mariano Campero. Ahora se sumó la desprotección de los propios agentes.

El caso testigo se refiere a una de las agentes que fue despedida tras sufrir una fractura mientras prestaba servicio. El hecho desnudó la falta de una Aseguradora de Riesgos de Trabajo (ART) de quienes sirven en esa área.

Su nombre es Belén Olea, tiene 28 años. Es una gran madre, una buena persona y fue una ejemplar agente de la Guardia Urbana Municipal de Yerba Buena (GUM), pero tuvo la mala suerte de sufrir un accidente laboral que dejó su salud deteriorada.

El hecho ocurrió mientras prestaba servicio, pero aún así no tuvo contención y hasta se hizo cargo de sus gastos médicos. La situación de Belén es aún más triste porque fue despedida verbalmente.

Eso desnudó un total desamparo de quienes en lugar de salvaguardar su integridad, como parte del municipio, decidieron darle la espalda y hasta burlarse de ella haciéndola esperar innumerables horas para hablar con las autoridades.

No pudo ni siquiera hablar con el intendente Mariano Campero. Seguramente a los funcionarios de Yerba Buena no les da la cara para explicar lo obvio. No les importa más que ellos mismos y están ocupando cargos públicos, una verdadera paradoja.

El caso de Belén Olea salió a la luz por una entrevista realizada por el portal digital El Diario en Tucumán, en donde cuenta en detalle lo ocurrido a mediados de octubre del año pasado mientras hacía un recorrido en moto por la localidad de San José.

La joven iba como copiloto de su compañero en las motos que adquirió el municipio para el patrullaje preventivo, llevaba colgado en la espalda el fusil que dispara postas de goma.

“Llovía torrencialmente cuando patrullábamos en San José. Mi compañero aceleró para ir a la base y se llevó por delante un lomo de burro. Eso ocasionó que yo saliera disparada hacia arriba y tuviera que aferrarme a su uniforme para no caer al pavimento. Sin embargo mi cuerpo descendió bruscamente y di un golpe seco contra el metal en donde se asienta el baúl de la moto. El dolor fue inmediato e intenso. Sabía que me había lesionado y que no era algo pasajero”, señala la joven en un video de su entrevista con el citado medio de comunicación de Yerba Buena.

Al respecto agregó que “le pedí a mi compañero que me llevase al CAPS de San José y de allí nos derivaron al Centro Asistencial Ramón Carrillo por carecer ese nosocomio de elementos para diagnosticar mi afección. Cosa que hicimos no sin antes pasar por la Base de Operaciones e informar a mi superior”.

Después relató que “en el Carrillo carecían de placas para hacerme una radiografía por lo que volvimos a Base. Ya ahí y fuertemente dolorida, quedé insólitamente sorprendida cuando mi superior me se dirigió a mí y me dijo: ‘¿Por qué no te vas a tu casa y llamás al seguro? ¿Tenés como pedirle a alguien que te busque?’. En ese momento las camionetas de la GUM estaban haciendo presencia en un acto oficial. Incrédula de lo que sucedía, llamé a mi padre e hice que me buscaran. No podía comprender cómo no se daba importancia a mi doloroso estado, a pesar de que en reiteradas formas ya lo había expuesto. No se les ocurrió ni siquiera hacer uso de algunas de las tantas camionetas o tal vez el auto particular de algún funcionario. Ahí empezó mi verdadero calvario…”

Sin ART para la GUM

Lo sorpresivo de la situación de esta agente de la GUM fue que se dio con la novedad de que los agentes no cuentan con los servicios de una Aseguradora de Riesgos de Trabajo (ART), según lo establecen las normas laborales vigentes.
No sólo eso. Tuvo que pagar de su bolsillo los estudios médicos que le realizaron para determinar que aquel fuerte golpe recibido en cumplimiento de sus funciones le había provocado la fractura de coxis.
La presentación de los certificados médicos marchaba, pese a todos esos contratiempos, de manera normal, hasta que no le recibieron el tercer certificado y le dijeron que ya no pertenecía a la GUM.
“Lo podemos arreglar por otro lado”
Esa fue la respuesta que recibió Belén Olea de parte del secretario de Seguridad de Yerba Buena, Mauricio Argiró. Luego del despido verbal del que fue víctima en la sede de la GUM, la joven trató de buscar respuestas en sus superiores, quienes sólo atinaron a decirle que devolviera el uniforme si quería cobrar algo de su sueldo.
Cabe señalar que los ingresos de un agente de la GUM ascienden a 16 mil pesos mensuales y están ligados al municipio por los denominados “contratos basura”, que no le garantizan ninguna estabilidad laboral.
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El intendente Mariano Campero con Mauricio Argiró.
Al no tener resultados a sus inquietudes, decidió ir al estudio de Argiró, en donde, según expresó, esa fue la respuesta. En ese momento, se retiró del lugar.
No conforme con este maltrato, del que no se considera merecedora por su siempre correcto desempeño, decidió acudir al propio intendente Mariano Campero. Lo esperó desde las 9 de la mañana hasta las 4 de la tarde en la sede municipal.
El titular del Departamento Ejecutivo yerbabuenense nunca apareció y la respuesta de su secretario a la joven fue: “debe ser que se olvidó”. Se trata de un olvido en el que se encuentran muchos vecinos de su ciudad.

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