Es el principal dilema que enfrenta quien, todo indica, presidirá la Nación a partir del 10 de diciembre. Los nombres que suenan son Roberto Lavagna (en primer lugar) seguidos por Martín Redrado, Guillermo Nielsen y la amiga de Cristina Kirchner, Mercedes Marcó del Pont.

El problema es mayúsculo por varios motivos. En primer lugar, porque el ministro o la persona designada tiene que reunir dos condiciones de índole política, que el propio AF considera indispensable: no espantar al poder económico o a los llamados “mercados”, y ser aceptable para la base de sustentación de dirigentes y votantes.

Paladares complicados

O sea, un ministro que no sea rechazado por el establishment, pero tampoco por su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, por las bases kirchneristas duras como los intendentes de Avellaneda y Ensenada; por un Emilio Pérsico del Movimiento Evita; por un Fernando Pino Solanas; o por un Juan Grabois de la Corriente de Trabajadores de la Economía Popular. Encontrar alguien que concilie esos paladares se acerca bastante a dar con la aguja en el pajar.

Porque, además, es obvio que esa persona tiene tener las condiciones técnicas, la experiencia y la densidad como para hacerse cargo de una situación económica complicadísima. AF cree que la persona indicada es Roberto Lavagna.

Sus antecedentes cumplen con todos los requisitos mencionados, y además ya han compartido, y en bastante buenos términos, un gabinete de gobierno, con AF como jefe de Gabinete y RL como ministro de Economía de Néstor Kirchner.

¿Aceptaría?

Pero el inconveniente y la gran duda es si Lavagna aceptaría eventualmente volver a ocupar ese cargo. Se trata de alguien que ya fue candidato a Presidente en 2007 y que vuelve a intentarlo ahora por el Frente Consenso Federal. ¿El que quiere ser Papa aceptaría ser Obispo? ¿Siendo además un político con una enorme autoestima? Los que objetan su avanzada edad pierden de vista que el hombre se cree en condiciones de presidir un país; tarea mucho más estresante que la de ministro. No obstante, quienes lo conocen saben que RL no disfrutó su gestión como ministro: se quejaba de que la mayor parte del día lo tenía que dedicar a negociar con empresarios, banqueros y sindicalistas, a firmar resoluciones, decretos y leyes, y que le quedaba escaso tiempo para pensar y ejecutar política económica.

Tomar el timón con aguas bravas

Además, no es lo mismo tomar el timón en una situación en la que la economía estaba en condiciones de rebotar rápidamente porque Brasil y China crecían a ritmo vertiginoso, los precios de las materias primas subían aceleradamente, y había un tipo de cambio recontra competitivo, que en la situación y el contexto internacional en la que va a dejar la economía Mauricio Macri.

Si la alternativa de RL no prosperara hay otros dos economistas de menos renombre pero que cumplen bastante con los requisitos. Son Miguel Peirano, ex ministro de Néstor Kirchner, y Emmanuel Alvarez Agis, ex viceministro de Axel Kicillof. Ambos son muy apreciados y frecuentemente consultados por AF, pero los dos ya han dicho en público o en privado que no están dispuestos a ocupar un cargo de ministro, aunque sí a colaborar tanto en la campaña como en el armado de políticas.

Otras opciones

Por supuesto que en la órbita de la calle México circulan varios otros nombres. Hay tres muy conocidos: Martín Redrado, Guillermo Nielsen y Mercedes Marcó del Pont. Pero cada uno de ellos tiene algún punto en contra.

Luego de su paso como titular de la Comisión Nacional de Valores durante el menemismo y como secretario de Comercio y Relaciones Internacionales durante la presidencia de Eduardo Duhalde y a comienzos de la de NK, Redrado ocupó desde setiembre de 2004 hasta enero de 2010 la presidencia del Banco Central. Fue desplazado por CFK en medio de un escándalo por negarse a constituir un Fondo del Bicentenario con parte de las reservas en el Banco Central.

Además de ese episodio, en el entorno de AF no son pocos los que dudan de su capacidad para conducir una economía en crisis y de su fidelidad al proyecto. Además de que no es bien visto en las filas del kirchnerismo duro, y mucho menos en los aliados de centroizquierda del Frente de Todos.

 

 

 

fuente: infobae

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