Por Fabián Seidán, Editor General diario Cuarto Poder.

Para Alberto Lebbos está más que claro, que es alguien muy allegado al poder a quien se encubre.

El juicio por el crimen de Paulina Lebbos -que tiene en el banquillo de los acusados a varios ex integrantes de la plana mayor de la Policía y del Ministerio de Seguridad de la provincia durante la gobernación de José Alperovich-, sigue sumando detenidos de la “fuerza” por falso testimonio, ampliando así el número de agentes que quedaron en la mira de la Justicia, por el encubrimiento real agravado para que el caso quedara impune.

Se podría habla del “club de la mentiras” o de “amigos”, pero lo cierto es que lo que se estaría buscando como estrategia es “embarrar más la cancha” y así llenar de dudas y engaños al tribunal, para que la verdad del asesinato nunca salga a la luz.

Hasta aquí suman seis los detenidos por falso testimonio en lo que va del juicio. El primero en ser arrestado fue Jorge Jiménez, compadre de César Soto. Fue detenido a principios de marzo, acusado de falso testimonio. El segundo en caer fue Ramón Fernández, un empleado de Vialidad que no hizo otra cosa que confundir con sus contradicciones y declaraciones reacias a los jueces.

Otro que fue a parar a una celda fue Ernesto Fierro, un cabo de la Policía de Seguridad Vial quien brindó un testimonio confuso, llenos de dudas y de “no recuerdo”. Igual suerte corrió Daniel Díaz, quien era jefe de Criminalística Norte, quien salió esposado del recinto luego de protagonizar un careo con el doctor de la policía, Fernando Vázquez Carranza, y se le descubrió muchas contradicciones sobre lo ocurrido y actuado, el día del hallazgo del cuerpo.

Hugo Sánchez, el ex jefe de la Policía también salió llorando y esposado, rumbo a una celda en la sede de la División Antidrogas de la Policía Federal, luego de que se descubriera que su abogado –ya separado del juicio- le había enviado mensajes intimidatorios a un testigo clave.

Finalmente el ex director de Bomberos, Raúl Lobo, se convirtió en el sexto detenido, acusado también de brindar falso testimonio.

Para Alberto Lebbos, está claro que es alguien muy allegado al poder al que encubrieron los acusados y de ahí que cueste tanto dar con el asesino de su hija.

“Todavía no puedo decir quién es el asesino de Paulina porque el trabajo que han hecho estos delincuentes ha sido muy efectivo. Pero no tengo dudas de que es alguien muy allegado al poder”, señaló don Alberto en un programa periodístico local.

Para el padre de la joven asesinada y arrojada a un costado de la ruta en Tapia en 2006, hay testigos que se burlan de los jueces y de la propia víctima, y nombró al ex jefe de Bomberos, Lobos, que se contradijo en el recinto: “Primero afirmó que no había desplazado ningún móvil a Tapia el día del hallazgo. Sin embargo, en los registros constan dos salidas de vehículos para trasladar un cadáver”.

Ahí surge la sospecha de que el día del descubrimiento del cuerpo, por la noche, se intentó retirar los restos de Paulina antes de que el personal de Laboratorio de la Policía realizara las pericias de rigor en el lugar. Un documento de la policía prueba que la intención era retirar el cuerpo sin orden judicial. Se trata de un escrito, donde el comisario de Raco, García le pide al jefe de Bomberos Raúl Lobo, que vaya a levantar el cuerpo. Lobo firmó la recepción del mismo. Lobo era jefe de Bomberos, encargado de extraer el cuerpo y trasladarlo hasta la Morgue.

En la causa hubo tres personas detenidas: Roberto Luis Gómez, imputado por el secuestro y posterior crimen de la joven; el sub jefe de Policía, Nicolás Barrera y el ex jefe de la Unidad Regional Norte Rubén Brito, ambos por encubrimiento. Los tres llegaron al juicio en libertad. También estuvieron en prisión Maximiliano Gallardo y Luis Olivera; y los policías de Raco, Enrique Antonio García, Manuel Exequiel Yapura y Roberto Oscar Lencina, todos ellos fueron condenados por adulterar las pruebas del hallazgo del cuerpo de Paulina. Los tres ex policías se desempeñaban en la comisaría de Raco e intervinieron en la escena del hallazgo del cuerpo de la joven. García fue condenado a cinco años de prisión y Yapura a cuatro por encubrimiento agravado. Lencina, en tanto, fue condenado a dos años de prisión en suspenso por falsedad ideológica.

Como viene la mano, al parecer el “club de los detenidos” seguirá sumando nuevos integrantes; la única exigencia para pertenecer a este selecto grupo es ser hábil para mentir, negar, confundir y callar.

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