—¡¡¡Eduard querido!!! ¿Qué hace disfrazado de maquinista de locomotora antigua? ¿Acaso consiguió un papel en una película o laburo en el trencito del parque?
—No, amigo. Dejé el séptimo arte hace mucho tiempo y usted sabe que me criaron honesto con relación al trabajo.
—¿Cómo es eso?
—Cuando encuentro un trabajo lo devuelvo.
—Pero, ¿acaso no estamos trabajando en esta columna semanal?
—Esto no es trabajo, amigo, es un sacerdocio.
—No exagere y deje de dar más vueltas que perro pa´ echarse.
—Los radicales han reflotado una frase que se aplicó mucho en el “macrismo”.
—¿Qué frase?
—Que no quieren ser furgón de cola del PRO y sus aliados.
—¿Quién la reflotó acá en la provincia?
—El ex legislador Ariel García.
—¿Eso tiene que ver con el ámbito nacional?
—Sipi, pero también puede potenciar algún aspecto comarcano.
—¿A qué se refiere, Eduard?
—Me refiero a la intervención de la UCR en Tucumán.
—¿La van a normalizar?
—Deberían para hacer honor a la fama de ser el partido de la Democracia.
—¿Y qué problema hay para que eso ocurra?
—Los posicionamientos y los liderazgos.
—Explíqueme bien, que estoy más desorientado que chancho en chiquero pavimentado…
—¿Qué chicharrón en pan dulce?
—¿Qué fruta abrillantada en bollo?
—Bueno, dejemos de dar vueltas y le explico.
—Como dice usted: sipi.
—La intervención del partido en Tucumán llegó de la mano de los radicales “alfaristas”.
—¿Y ahora?
—El “alfarismo” está golpeado y tendrán que pelear liderazgos.
—¿Usted se refiere al piloto y Camperito?
—Sipi. También a los que quieren recuperar el status anterior, aunque en vano.
—¿El coreano y el hada buena?
—Sipi.
—¿Alguien más?
—Ariel García, uno que no le tiene miedo nunca a las internas y ya ganó en alguna ocasión.
—¡Esto se pondrá lindo!
—Si se animan a elecciones y no inventan una intervención que favorezca a uno de los sectores.
—A propósito de nuestra charla, ¿quiere que pidamos unos “radicales”?
—Más que radicales, ya pedí unos súper mexicanos con cerveza a su cuenta.
