El acusado del crimen y Daiana, su víctima

Minutos antes de que la ex pareja de su madre la asfixiara en la cama, la nena de 12 años mandó un whatsapp a sus compañeritas del colegio. Desgarradora historia del padre biológico de la pequeña que vivía en La Cocha, pero que había nacido en la provincia de Córdoba.

Pablo Torres (31) estuvo por última vez con su hija Milagros Daiana Torres (12) en febrero, cuando la niña viajó desde La Cocha, Tucumán, donde vivía con su madre, hacia la casa de su papá en Río Tercero, provincia de Córdoba de donde es oriunda.
El hombre viaja mucho debido a su trabajo en una empresa de telefonía móvil, pero se las ingenió para pasar los momentos posibles con su primera hija. Imposible creer que tres meses después recibiría el llamado más oscuro, un llamado que todavía no le permite conectarse con esa realidad cierta: Milagros había sido atada a la cama y luego asfixiada en su casa.
Su madre, María del Carmen Aranda (32), que según testigos habría vuelto de bailar tras dejar a la nena sola, la encontró con una media en la boca y cables alrededor del cuello. La mujer acusó a su ex pareja y ex padrastro de la nena, Ricardo Omar Pérez (32), hoy detenido por el crimen.
El acusado reconoció el asesinato de Milagros en la sede policial, pero luego ante el fiscal dijo que lo hizo para que los presos dejaran de golpearlo.
Milagros estaba completamente desnuda y en un principio se creyó que había sido abusada, algo que hasta el momento no quedó corroborado y para ello se guardan los resultados de los hisopados.
Al entierro de la menor, este martes, asistió un puñado de cordobeses oriundos de Río Tercero. Uno de ellos era el padre de la víctima, Pablo Torres, quien denunció a Carmen Aranda por presunto abandono de persona, al considerar que salió a bailar y dejó a la pequeña sola en la casa, aún cuando, según la propia mujer, estaba amenazada de muerte.
Pablo Torres apenas horas después de reunirse con el comisario de La Cocha, Pedro Gómez, y el fiscal Fabián Rojas para pedirles “celeridad, que juzguen a quien tienen que juzgar” por el crimen de su hija habló con la prensa y dijo que aún no cae de lo que pasó. “No tengo palabras para una cosa así. Es un golpe muy duro para un padre. Yo me pregunto, ¿en qué cabeza cabe asesinar a una niña?”, se inquieta Pablo.
Carmen Aranda es oriunda de La Cocha pero conoció a Pablo Torres en Río Tercero, donde hace 12 años y un poco más nació Milagros. Las cosas no anduvieron bien desde un principio y la mujer se llevó a la beba “cuando tenía 6 ó 7 meses”, rememora el padre.
“Fue una relación conflictiva. La madre se la llevó por distintas ciudades del país: vivió un tiempo en Wilde, otro en Quilmes, y después se quedó en La Cocha. Cuando mi hija tenía 4 años vivió un año conmigo y pedí su tenencia en el juzgado de Río Tercero, pero me dijeron que no era necesario porque ya ambos teníamos la patria potestad de la nena. Y luego la madre se la llevó”, cuenta Torres.
Milagros, una nena “muy tierna, muy cariñosa” a la que le gustaba mucho bailar, mandó sus últimos WhatsApp a sus compañeritas de colegio a las 3 de la madrugada del domingo, minutos antes de ser atacada. Según su padre, en esos mensajes decía “que tenía miedo” porque no sabía “dónde estaba su mamá”.
“Milagros no hablaba nada de todo esto. La madre le decía que no me contara de su vida en Tucumán. Cuando venía a verme disfrutaba de su familia cordobesa, no hablaba de la forma en que vivía allá, ni de la vida privada de su madre”, comparte Torres, quien dice no conocer al hombre detenido por el crimen de su hija.
“No conozco al acusado. Milagros una vez me comentó que la madre tenía un novio, pero nunca dijo que tuvieran problemas o que él las golpeara o algo así. Recién ahora, cuando fui al entierro, los policías de La Cocha me dijeron que había estado casada dos años con este hombre”, sostiene.
“La madre me negaba a la nena, la veía poco”, se entristece el hombre, quien asegura que en ocasiones debió viajar a Tucumán a buscar a su hija porque desde allá no querían enviarla. “Todo eso lo dejé radicado en la denuncia que le hice por abandono de persona a la madre de mi hija”, explica.
El domingo, Carmen le envió un mensaje a la esposa actual de Pablo para avisarle que habían asesinado a la niña. “Me desesperé y llamé un montón de veces a la madre, pero no me atendía. Al final me atendió una hermana y me dijo que era cierto, que la habían matado”, dice este hombre, padre de otros dos nenes, de 10 años y 7 meses. Y remata: “Estamos todos destruidos”.

Fuente: Día a Día

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