La obra cuenta con las actuaciones de Rubén Avila y Emanuel Lobo, bajo la dirección de Patricio Gómez de la Torre.

La obra se presenta nuevamente en el salón auditorio del Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265) en una única función el viernes 26 de agosto a las 22 hs.

“Camarines” es la historia de un padre actor y un hijo que lo asiste detrás de escena, en la reconstrucción de un vínculo dañado por ausencias y distancias.

La novedad será la incorporación al elenco del renombrado actor Rubén Avila.

El amor padre-hijo es un amor generoso que sabe cuando dejar ir, cuando guiar, cuando hacer presencia y que siempre guía sin juzgar. Esta comedia dramática exquisita invita al espectador a conectarse con nuestras semillas, nuestro ADN, nuestro lazo familiar. Nos invita a reflexionar de la vida misma, de las relaciones, sus problemáticas y nos invita a conocer un mundo diferente donde la cocina del teatro está presente y, de una u otra manera, modifica, trasciende, nos alimenta, evoluciona.

Sobre el elenco

La obra cuenta con las actuaciones de Rubén Avila y Emanuel Lobo, bajo la dirección de Patricio Gómez de la Torre.

En la asistencia de dirección se desempeña Sofía Savino. Las fotografías son de Belinda Quintero. Esta es una coproducción entre Discípulos de M y Sala El Atelier

La obra

Todo transcurre dentro de un camarín en diferentes teatros, antes y después de escena. Una compañía itinerante por pequeños pueblos argentinos. Un actor viejo venido a menos y su hijo como asistente. El amor de un padre ausente y presente. Una relación abandonada y encausada. Reproches, aprendizajes, discusiones, reflexiones de la vida y el juego de por medio. El teatro como expresión artística se manifiesta de manera contundente dando lugar a una relación amor-odio, miedo, e incertidumbre pero, a la vez, seguridad.

La obra plantea aprendizajes mutuos, intentos por resolver inquietudes ante la ausencia del padre (abandonó a su mujer y su hijo pequeño), reproches constantes, preguntas que necesitan tener respuesta. Está presente el perdón de manera implícita. El hijo es ya un joven maduro, arquitecto, que encuentra un mundo nuevo en su rol en los camarines de los teatros. Se manifiesta el amor/miedo desde un contacto y un vínculo dañado, pero no destruido.

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