Un cartel simboliza el rechazo en Hebrón al amistoso que iba a jugar la Selección. (Foto: AFP)

El encuentro estaba programado para el sábado. Más temprano había habido una protesta frente al predio donde se entrena Argentina en Barcelona.

“¡Messi no vayas!”. El grito no fue escuchado por el 10 argentino, que se entrenaba puertas adentro del Complejo Deportivo Joan Gamper. Eran unos 30 manifestantes los que se acumularon en las afueras del predio de Barcelona en el horario en el que iniciaba la práctica la Selección. Todos militantes de la causa palestina que rechazaban la decisión de que Argentina jugara el sábado ante Israel en Jerusalén. Ya en la noche de Barcelona, se confirmó la decisión: el partido estaba suspendido.

Los manifestantes habían ido con carteles y camisetas de Messi manchadas de pintura roja, simulando ser sangre. Según explicaron, no se trató de una amenaza contra Leo sino como un símbolo de lo que están reclamando. ​Pedían que la Argentina no fuera a jugar contra Israel el amistoso firmado y pactado para este sábado en Jerusalén, a las 15.35 de nuestro país (las 21.35 de Israel). De acuerdo a su óptica, con este acto, la Selección se iba a transformar en cómplice del “blanqueo de crímenes de la ocupación israelí”, tal como expresó este domingo el presidente de la Federación Palestina de Fútbol, Jibril Rajoub. Y el reclamo terminó teniendo un papel clave en la decisión final de suspender el partido.

¿Qué pasó? De pronto, del reclamo salió una voz clara que se escuchó más potente a través de un megáfono en perfecto castellano. Y eso sí llegó del otro lado de las paredes del predio. “¡No laven la imagen de Israel! ¡Como dijo Maradona, la pelota no se mancha!”, escucharon los futbolistas mientras se movían a las órdenes de Jorge Sampaoli.

La protesta de los manifestantes en Barcelona. (Foto: Enzo Argento)

La protesta de los manifestantes en Barcelona. (Foto: Enzo Argento)

Los jugadores se miraron sorprendidos entre ellos. Pero no comentaron nada. Siguieron concentrados en sus ejercicios. El megáfono empezó a nombrar uno por uno los nombres de las estrellas argentinas con Messi a la cabeza. La solicitud, nunca con agravios, era la misma: “No vayan a jugar ese partido”.

Ya no fue posible ser indiferente a lo que ocurría. Luego de la práctica, fueron varios los futbolistas que quisieron interiorizarse sobre la situación. Muchos no tenían en claro lo que está pasando en Oriente Medio.

Más allá de las posturas políticas, empezó a aparecer una inquietud que todavía no había hecho su presencia: la de la seguridad. Así, se sumó una incomodidad para un cuerpo técnico que nunca había estado del todo conforme con la realización del partido.

Por la tarde, empezaron a sonar los teléfonos y terminó por llegar la decisión de suspender el partido. Entonces aparecieron nuevas gestiones desde el lado israelí: el premier, Benjamin Netanyahu, planeaba ofrecer que el encuentro se realice en Haifa, que a diferencia de Jerusalén no está en la zona más caliente de conflicto.

Argentina podría llegar entonces al sábado 16 ante Islandia sin más encuentros de preparación. El último capítulo por ahora se escribió con el 4-0 del 29 de mayo ante Haití en la Bombonera. Ahora, el debut mundialista es lo próximo que aparece en la mira.

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