Hay un punto sobre la evolución del dólar en que la amplia mayoría de los economistas está de acuerdo: el Gobierno necesita si o sí lograr cuanto antes la estabilidad cambiaria.

Con un dólar mayorista cotizando en $30,97 y una suba de 3% en la semana, le resulta muy difícil al Banco Central dar la imagen de controlador de un mercado en el que la divisa acumula un aumento del 68% en lo que va del año y actuó como el elemento disruptivo para un cambio de escenario muy fuerte respecto de la inflación y el nivel de actividad.

La salida de capitales del exterior que se desató a fines de abril y que provocó la primera oleada de suba del dólar, no logra doblegarse a pesar del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y el respaldo político de los gobiernos de los países desarrollados.

Desde hace semanas que los mercados del exterior le bajaron el pulgar a la Argentina y ni los esfuerzos del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, para bajar el déficit fiscal, ni el esquema de desarme de la “bomba” de las Lebac (Letras del Banco Central) que propone el presidente del Banco Central en el intento de acotar la liberación de pesos, constituyen argumentos suficientes para convencer a los inversores de que, esta vez, la Argentina cumplirá con sus compromisos y no volverá a caer en “default”.

Hay un argumento contundente que esgrime el economista Ricardo Arriazu: según sus cálculos, al Gobierno le faltarían en torno de US$10.000 millones para cumplir con “todos” los compromisos hasta fin de 2019. Y al dato le agrega una pregunta: ¿es que alguien piensa que un país como la Argentina puede entrar en cesación de pagos por sólo US$ 10.000 millones?

La respuesta para la mayoría es no, pero nadie parece dispuesto a ponerle el pecho a lo que piensan los mercados cuando van para abajo.

fuente. clarín

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