Letras de Fuego / Entrevista / Por Manuel Ernesto Rivas*. Charlar con el escritor tucumano y santiagueño por adopción, Víctor Hugo Ledesma, abre caminos al conocimiento de un autor consolidado a quien vale la pena conocer en profundidad.
Manuel Ernesto Rivas (MER): —¿Qué sensaciones te deja este año que culmina?
Víctor Hugo Ledesma (VHL): —Ha sido un tiempo de encuentros, de presentaciones, de lecturas y otras actividades importantes y emotivas.
La literatura sigue siendo un abrazo entre las personas. También un año intenso en lo político, con manifestaciones y reclamos, con festejos y alegría. Diversidad manifiesta que traté de llevar al papel.
MER: —¿Cuáles fueron las experiencias en los diversos encuentros literarios?
VHL: —La Feria del libro en Santiago del Estero es una actividad cultural que mejora cada año, fue un espacio donde el intercambio entre escritores y lectores y se volvió casi una celebración.
MER: —¿Cuáles de tus libros te sorprendió más en materia de reacciones de la gente?
VHL: —Cada libro trae su particular expectativa, sin embargo, me impacta cuando algún lector se acerca y me dice: “Estuve leyendo tal libro …” Esa expresión, es una de las satisfacciones más esperadas en el oficio de escribir.
MER: —¿Cuáles son los caminos temáticos y estéticos que te gusta transitar en la escritura?
VHL: —Me interesa lo cotidiano. Observar una palabra, un sonido, un gesto en la calle y convertirlo en texto. Me atraen los detalles simples que transmiten emociones: una mano apoyada en mi hombro, la risa de los chicos saliendo de la escuela, los recuerdos familiares. Escribo desde la emoción, desde lo que me conmueve.
MER: —¿Cómo analizas el ámbito literario de la región?
VHL: —Es un ámbito activo, con mucho movimiento. Las capitales concentran gran parte de la actividad, y las ciudades del interior, muchas en sala de espera. Cuando las ferias y encuentros se trasladan a esas localidades, el resultado es gratificante: los lectores y autores del interior tienen muchísimo para ofrecer.
MER: —¿Qué falta en la gestión cultural para aquellos que eligen la escritura?
VHL: —Todo suma, pero hace falta que la divulgación sea una política cultural sostenida, tanto gubernamental como desde las instituciones particulares.
Los profesores y licenciados en Literatura son fundamentales: leen, presentan obras, forman lectores críticos y serán quienes recomienden nuestros textos en las aulas.
También es importante impulsar antologías literarias, porque son convenientes para difundir voces diversas en un solo libro, especialmente hoy que editar es tan costoso.
MER: —¿Cuál es la Feria o el Encuentro Literario que más te impactó? ¿Por qué?
VHL: —Me impactan las presentaciones realizadas por estudiantes, ya sea del secundario, de profesorados o de la universidad. Descubren cuestiones y relaciones que incluso yo no había visto en mis propios textos. Esas actividades son momentos inolvidables.
MER: —¿Cómo pueden lograr más visibilidad los escritores del interior?
VHL: —Hay que rotar los encuentros, que no todo suceda en las capitales.
Las actividades deben llegar a todas las ciudades y localidades que sea posible. La Banda, Frías, Termas, Las Talitas y muchas otras son buenos ejemplos.
Debe existir un intercambio equilibrado en la planificación y concreción de las actividades literarias.
Los lectores jóvenes del nivel secundario y superior son quienes verdaderamente legitiman nuestro trabajo.
MER: —¿Qué te generan las acciones de presentaciones ante alumnos universitarios?
VHL: —Son maravillosas. Me enseñan mucho. Los estudiantes descubren intertextos, sentidos profundos, interpretaciones que incluso yo no había considerado.
Cuando ellos presentan un libro, el protagonista es el texto, no el autor. Yo escucho desde el público y recién al final hablo. Es un acto de generosidad intelectual que me emociona.
MER: —¿Qué cosas te conmueven?
VHL: —Todo. Las caminatas diarias, los sonidos, una imagen al pasar, una mano que busca ayuda para cruzar la calle, un niño que sale riendo.
Me conmueven mis nietos, mis hijos, mi madre, mis amigos, los recuerdos de quienes ya no están.
Y también me duele la pobreza, que vuelve una y otra vez como una rueda que no deja de girar. Esa realidad debería conmovernos a todos, porque exige ser contada y transformada.
MER: —Si tuviera que pedir un deseo ¿Cuál sería?
VHL: —Que aprendamos a ser solidarios. Que dejemos de lado las mezquindades y que comprendamos que nadie está exento de caer. La felicidad y la salud no se compran; se construyen en comunidad. Mi deseo es un mundo más empático.
MER: —¿En qué proyectos trabajas?
VHL: —Estamos por presentar la primera revista digital de la agrupación universitaria El Aljibe y el nuevo número de la revista Voces del Faro.
Acabo de terminar mi libro número 21 y tomaré un pequeño descanso antes de decidir el próximo proyecto. Será lo que me dicte la memoria, el corazón y aquello que me conmueva en este tiempo.
MER: —¿Qué consejo le dirías a quienes están comenzando con la escritura?
VHL: —Leer. Leer con método. No solo a los clásicos, sino a escritores de distintas épocas y estilos. Leer a Borges, Gelman, García Márquez, Saramago, Rulfo, Neruda… leer de forma amplia y curiosa. La lectura abre puertas, enseña formas, muestra caminos. Cada libro es un espejo distinto, y en algún párrafo, tarde o temprano, uno se encuentra a sí mismo.
*Fundador y director de Diario Cuarto Poder y Letras de Fuego Ediciones. Profesor en Letras e Historia, periodista, gestor cultural y escritor.
Datos biográficos del entrevistado
Víctor Hugo Ledesma nació en la provincia de Tucumán, Argentina, y creció en la Ciudad de La Banda, Santiago del Estero.
Ha escrito más de veinte obras que abarcan poesía, narrativa, cuentos y microrrelatos. Su estilo se distingue por una mirada sensible que entrelaza lo cotidiano con lo emocional. Fue reconocido en diversos concursos literarios, entre ellos la Faja de Honor de SADE (Sociedad Argentina de Escritores) de Santiago del Estero, otorgada por su libro “Cuentos de Amor y Sal”. Actualmente continúa desarrollando su obra y afianzándose como una voz destacada dentro de la literatura santiagueña.