La institución compró un software que filma al estudiante durante toda la evaluación en busca de señales de “trampa”. Algunas facultades, agrupaciones estudiantiles y docentes lo consideran una invasión a la privacidad.

Con las fechas de los exámenes finales en el horizonte, las universidades ya definen sus modalidades de evaluación. Orales por videoconferencia, trabajos monográficos y hasta pruebas cronometradas son algunas de las opciones que barajan ante la imposibilidad de concurrir a las aulas. En ese contexto, la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) apostó por una herramienta diferente y provocó un fuerte revuelo interno.

Software para la evaluación

La UNC habilitó a sus facultades la opción de utilizar un software llamado Respondus para la evaluación. Por un lado, el programa inhibe la navegación por internet mientras se rinde el examen. El alumno solo puede contestar la prueba y el resto de las opciones informáticas se bloquean hasta que la entregue. Por otro lado, filma al estudiante durante toda la evaluación y capta, a través de reconocimiento facial, posibles señales de “trampa”.

La universidad compró la licencia por un año a un valor de 17.545 dólares, lo que a la cotización oficial da poco menos de 1.3 millones de pesos. Hasta el momento, solo las facultades de Ciencias Exactas y Económicas utilizarán el programa. Del otro lado, varias unidades académicas, agrupaciones de docentes y estudiantes expresaron su rechazo. Desde su mirada, implica una intromisión en la privacidad de los alumnos y profundiza las desigualdades entre quienes disponen de los recursos tecnológicos y quienes no.

Actitudes deshonestas

Antes de la compra, se discutió el asunto en una comisión encargada de tratar las distintas demandas educativas que trajo la pandemia. “En los parciales empezamos a notar algunos casos de actitudes deshonestas de los estudiantes. Analizamos distintas experiencias en universidades europeas y acordamos avanzar en el diálogo con las empresas proveedoras de estos servicios, que son varias pero ninguna es local. Nos decantamos por la opción que nos permitía hacer un testeo gratuito, que al mismo tiempo era la más barata. La decisión surgió del diálogo entre todas las unidades académicas. Por eso nos llama la atención la repercusión que tuvo”, planteó Finochietto.

Polémica en puerta

Ni bien se conoció la resolución de la universidad, se desató la controversia. Distintas voces se alzaron para repudiar la incorporación de la herramienta. Quizás el comunicado más duro fue el que emitieron los docentes de la Facultad de Ciencias Sociales.

“Entendemos que este sistema avanza contra los derechos de intimidad y privacidad de las/os estudiantes, profundiza las desigualdades, deteriora el vínculo pedagógico colocando al docente en el lugar de control policial, y además no es eficiente en relación a la tarea que se propone cumplir, ya que es posible que un estudiante ‘haga trampa’ usando esta aplicación”, aseguran.

fuente: infobae

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