Una buscadora de tesoros literarios

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Por Manuel Rivas* Director Diario Cuarto Poder | María Diaco es una joven emprendedora que nos muestra las otras caras del amor por la Literatura. Su emprendimiento de Librera Ambulante surgió, casi sin querer, ayudando a los escritores a dar a conocer sus obras. Hoy vende libros usados, como una auténtica buscadora de tesoros.

Enamorada de la Literatura. Si la empatía es la clave para vender cualquier cosa, María Diaco la tiene de sobra para vender libros. Detrás de su hermosa sonrisa y esos ojos luminosos, se oculta una potencial escritora que tiene vergüenza de mostrar sus producciones narrativas, pero le da batalla a los tiempos modernos para que no muera el objeto libro, que le da su esencia al placer de leer buena literatura.

-¿Cómo surgió esta actividad de vender libros de manera ambulante?
-Nunca me había imaginado realizando esta actividad. En 2015, luego de un viaje por Bolivia y Perú, me inscribí en un taller literario, desde donde varios de sus integrantes comenzaron a publicar. Sin darme cuenta, en 2017 estaba vendiendo los libros de esos autores tucumanos y me fui contactando con otros, que no conocía. Después me dediqué a la búsqueda de libros usados, pero tratando de conseguir aquellos que eran difíciles o que habían marcado una época. Para mi es como buscar tesoros y luego compartirlo con los demás, aunque a no todos los vendo (sonríe).

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-¿Cuáles son los que no vende?
-No me desprendo de aquellos libros que sé que será difícil conseguir. En esos casos, los vendo cuando tengo dos ejemplares, como “El Salar”, de Fausto Burgos -afirma mientras muestra la portada de un libro antiguo pero en muy buenas condiciones-. En cambio éste no lo vendería por nada del mundo -expresa sonriente mientras sus ojos brillan al mostrar un ejemplar de “Preso común”, de Eduardo Perrone, un libro difícil de hallar y cuyo autor falleció hace unos años en la miseria, tras vivir en un vagón de tren-.

-¿Qué sensación tiene al encontrar un libro de estas características?
-Cuando me sumerjo en una de esas librerías antiguas de Buenos Aires, no sé con qué me voy a encontrar, pero tengo la sensación de estar abriendo un huevo Kinder, porque alguna sorpresa siempre está al alcance de la mano. Me pasó en la Librería “El Túnel”, de esa ciudad, un lugar muy pintoresco en donde el tiempo no pasa para quien es amante de los libros.

-¿Esta es tu principal actividad?
-Sí, nunca pensé que lo sería. Estudié Nutrición y me recibí, pero nunca ejercí. Cuando salí del secundario no tenía bien en claro qué quería hacer. También trabajé cuatro años en un call center y otro tiempo en el comercio. Me echaron de mi último empleo, entre otras cosas, porque leía en horas de trabajo (ríe con ganas).

-¿Lee todos los libros que vende?
-Vendo lo que me gustó. Nunca recomendaría un libro que no me haya gustado. Me genera mucho placer encontrarme con gente que valora lo que consigo. Llegar a ese tipo de personas no tiene precio, te hace sentir que lo que haces le sirve a alguien.

-¿Le gusta escribir?
-Sí, en especial narrativa. Producto del taller literario tengo algunos cuentos, con los que participé y recibí reconocimientos en los concursos Leopoldo Lugones, del Instituto Kennedy y Manuel Serrano Pérez, de la SADE.

-¿Cuándo vendrá alguna publicación propia?
-Me gustaría publicar los cuentos que ya tengo escritos y profundizar en la narrativa, que es mi género preferido.

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-¿Cuáles son sus autores favoritos?
-Me gustan los cuentos de Mario Benedetti, Julio Cortázar, Roald Dahl, quien es el autor de “Matilda” y “Charlie y la fábrica de chocolates”, pero que tiene unos cuentos que responden al modelo de la perfección de ese tipo de composiciones: extensión justa y final sorpresivo. También me gustan César Aira, Juan Carlos Onetti, Samanta Schweblin, Gabriel García Márquez y Jorge Luis Borges, entre otros.

-¿Es difícil encontrar lectores de libros en los tiempos de la tecnología?
-Al que le gusta el libro quiere el libro. Muchos me dicen que tengo un negocio en extinción, una antigüedad, una cosa prehistórica, pero la gente que busca el objeto libro nunca se va a terminar. El libro nunca se queda sin batería y no tiene el brillo que afecta tanto la vista. Se lee mucho en las salas de espera o en el colectivo. El libro no puede faltar en la cartera de la dama o en el bolsillo del caballero (risas).

*Periodista, profesor de Letras e Historia

Contacto: Librera Ambulante, en Facebook y en Instagram

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