Un “canillita” poeta que sueña en grande y tiene a Bécquer como modelo

Un romántico contemporáneo / Un “canillita” poeta. Si se pudiera elegir un tiempo en el que vivir la literatura, seguramente José Arnaldo García elegiría el período del Romanticismo Español, en donde brilló su ídolo y su modelo: Gustavo Adolfo Bécquer.

Un poeta que idolatra a Bécquer

“Si tuviera que elegir al mejor poeta que leí, sin ninguna duda, sería Bécquer”, sostiene José Arnaldo García, quien trabaja de vendedor de diarios en Juan Bautista Alberdi y profesa una gran idolatría en torno al escritor español.

Y en el momento, recita “¡Los suspiros son aire y van al aire! / ¡Las lágrimas son agua y van al mar! / Dime, mujer, cuando el amor se olvida / ¿sabes tú adónde va?”. La rima XXXVIII resuena en la voz de este poeta urbano.

“Murió a los 34 años y se hizo amigo después de su muerte porque un amigo recogió sus trabajos, que quedaron con el nombre de Rimas y Leyendas”, señala lo que denota el interés por ese autor del Romanticismo tardío español.

Una vida signada por las desgracias

Al igual que el autor sevillano, fallecido en 1870, José Arnaldo García tiene una existencia en la que predominan los hechos tristes sobre la felicidad. Su padre nació en Portugal, escapó de la guerra y conoció en Buenos Aires a su madre.

García nació en esa ciudad y a los 2 años, vino con su familia por pedido de su abuelo, que los quería tener más cerca. Él y su hermano fueron creciendo y se consideraban tucumanos. La muerte de su hermano fue el comienzo de una serie de tragedias familiares.

Un accidente le quitó la vida, poco tiempo después su madre murió de tristeza. La novia de su hermano estaba embarazada de cinco meses y cuando nació su sobrina creyeron que era la compensación a tanta tristeza.

Un golpe fuerte y la depresión

La muerte de su sobrina, afectada por una meningitis, fue un nuevo y duro golpe en la vida de este “canillita” poeta, que cayó en una profunda depresión. “Para mi la vida ya no tenía sentido, porque me encontraba solo en el mundo”, expresa.

“Estaba tan mal que pude haber cometido una locura. No podía salir de ese pozo depresivo. No entendía por qué tenía que vivir tanto sufrimiento con la pérdida de mis seres queridos, pero cuando estaba tocando fondo se hizo la luz”, rememora.

“La poesía salvó mi vida, porque cuando estaba en medio de la oscuridad escribí una plegaria que quisiera alguna vez, que llegue al Vaticano, para que muchos que sufren depresión puedan salir adelante”, puntualizó.

La plegaria: ¡Ayúdame, mi Dios!

Ayúdame, mi Dios, a salir de la depresión,

a no ser tan débil,

a vencer la tentación del demonio

para no llegar a la muerte,

a ser digno de ti, mi Dios.

Purifica mi alma,

ten piedad de este corazón desdichado,

apodérate de todo el sufrimiento que hay en él.

Te ofrezco este corazón herido para que lo sanes,

y aunque no te veo, mi Dios,

siento tu presencia aquí, muy cerca de mi.

La brisa del viento es como un pañuelo que seca mis lágrimas.

Dame fuerza para salir de la depresión,

para no caer en el delirio, para vencer la tristeza

de la muerte de mis seres queridos.

Para valorar la vida y reconocer que todo no está perdido,

que siempre hay un mañana

y no ser egoísta conmigo mismo.

A quererme como persona…

¡Ayúdame, mi Dios!

José Arnaldo García

Una pasión que surgió en la niñez

Consultado sobre su gusto por la Literatura, comenta: “desde chico me gustaba la lectura. Tenía un libro con varios autores. Me gustan Pablo Neruda, Antonio Machado, Rubén Darío, Alfonsina Storni, pero mi preferido es Gustavo Adolfo Bécquer”.

“Tengo poemas variados, pero muchos de ellos son de amor. Busco el romanticismo y que la gente se sienta identificada. Me inspiro en lo que sucede a mi alrededor, en historias propias y de otros”, expresa.

“Un día le leí uno de mis poemas a una mujer, que me preguntó de dónde lo había copiado, y le respondí: de las páginas de tu corazón”, señala orgulloso de su ocurrencia este canillita cuyo seudónimo es El varón de la noche.

Cómo surgió El varón de la noche

Consultado sobre el origen de su seudónimo, José recuerda: “Me habían pedido que lo eligiera y como tenía un conocido que me saludaba siempre con un ¿Qué hacés varón?, decidí agregarle de la noche, porque es la hora preferida para escribir”.

“Es de noche cuando me llega por lo general la inspiración. Es el momento en que el poeta o el escritor plasma en un papel las emociones y, en mi caso, la tristeza, con la que la gente se identifica muchas veces”, señala.

“La gente ya no lee tanto porque prefiere la tecnología, pero para mi un libro tiene magia, me hace sentir cosas, viajar mi imaginación y eso no tiene precio”, comenta el poeta, quien nos lee algunas de sus creaciones relacionadas con el tema amoroso.

El sueño de publicar y ser conocido

Como todo ser humano, José o El varón de la noche, se permite soñar. “Mi sueño es publicar un libro, ser conocido y más que nada que mis poesías le gusten a la gente. Quiero tocarle al alma a mis lectores”, sostiene.

“Dios está en mis poemas, una mujer bella, el amor como un sentimiento sublime. Creo que tengo condiciones, pero no quiero que me regalen nada. Si consideran que mis escritos son buenos, que los publiquen”, dice en voz alta su deseo.

Al solicitarle alguno de los poemas que ya compartió en voz alta, pone algún reparo relacionado con la necesidad de registrar su autoría antes de hacerlo. Respetamos su deseo y nos compensa con la citada plegaria que publicamos en esta nota.

El poeta del amor

“El poeta tienen que tratar de enamorar al lector para que vuelva a agarrar un libro. No me quiero parecer a los grandes escritores que leí. Sólo aprendí de ellos y siento que tengo mucho para darle a la literatura”, comenta.

“Tengo poemas muy lindos, aunque algunos me dicen que son de otra época. Esta es es mi época y quiero demostrar que la poesía no está muerta, que vive en sus corazones y que solo tienen que despertarla”, enfatiza con entusiasmo.

“Me dicen que soy el poeta del amor, pero también tengo poemas como el que escribí cuando murió mi sobrina”. Hace un breve silencio y recita “Antes de lo previsto”. Es ese momento en que, libre de palabras, también respondemos a la presencia de un poeta.

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