Un año sin Ricardo Valdez, el cantante que popularizó “La Naranjadita”

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“La Naranjadita” | El éxito de los 90 sigue sonando en los lugares y países menos pensados, pese a que su intérprete falleció en 2018.

“Ritmo de mi tierra es la naranjadita, dulce, rica y tierna y muy coloradita…” decía la letra de aquel éxito de Ricardo Valdez y su grupo Los Álamos.

Su esposa, Blanca Lidia Arrieta, y parte de sus cinco hijos, lo recuerdan en su casa, con sus fotos, discos, trofeos y guitarras.

Para esta nota con Diario Cuarto Poder, recuerdan que su momento de plena fama coincidió con grandes artistas cuarteteros cordobeses.

Sebastián, Gary, y Miguel “Conejito” Alejandro, fueron algunos de los artistas de ese momento que mencionaron en una linda charla.

Un amor que nació al ritmo de Don Carlos

Blanca recuerda que conoció a su esposo cuando éste era cantante de Don Carlos y ensayaba en una habitación que le alquilaba a su cuñado.

El flechazo fue inmediato y, en poco tiempo, juntos comenzaron la aventura de la vida al construir su familia, con cinco hijos.

Silvana-Valdez-y-su-hijo-Jeremías-Torres
Silvana-Valdez-y-su-hijo-Jeremías-Torres

Gustavo Ricardo, Héctor Daniel, Silvana de los Ángeles, Mauro Jesús y Sabrina Fernanda, son sus hijos, de los cuales los tres últimos están en la nota. También están sus nietitos Maité y Mateo. Otros dos, Jeremías y Magalí Torres, no pudieron estar.

Mauro-y-Silvana-Valdez-recuerdan-a-su-padre-Ricardo-Valdez
Mauro-y-Silvana-Valdez-recuerdan-a-su-padre-Ricardo-Valdez

Acercan diplomas y distinciones, entre ellos el de la Unión Argentina de Artistas de Variedades, que destacó su trayectoria en 2013, y el de ganador solista del Pre Festival del Limón, fechado el 10 de octubre de 1976.

De Tucumán a Buenos Aires y Miami

“Él hacía sus presentaciones los fines de semana. Pero participó de un concurso organizado por la Embajada de Japón en la Argentina. Le dieron el segundo lugar porque no era japonés, pero cantaba en ese idioma”, dice su esposa.

Sus hijos, quienes exhibieron el trofeo otorgado en esa oportunidad, acotan que también cantaba en portugués y en árabe, por lo que tenía una gran versatilidad, aún en los géneros musicales en que incursionaba.

“En una oportunidad se fue a Miami a probar suerte y se le acabó la plata. Así que nos contó que comenzó a cantar con su guitarra en lugares públicos y autobuses, con lo que se las rebuscó”, comentan sus hijas.

“Allí conoció a un cubano que lo llevó para que se presentara en algunos pubs. Le fue bien pero no quiso quedarse porque trabajaba en la Policía Federal y no quería perder el empleo”, sostiene su mujer.

Homenajes y su recuerdo vivo

En sus incursiones como cantante, Valdez también visitó Brasil y Bolivia. En este último país se siguen pasando sus temas, en especial en Santa Cruz de la Sierra, en donde dejó una muy buena impresión.

“Nunca se animó a dejar la Policía Federal, quizás si lo hubiera hecho su carrera hubiera sido más exitosa”, sostienen sus hijos, quienes mantienen viva su imagen en cuadros y escuchando su música.

Su hijo Mauro exhibe las dos guitarras que quedaron huérfanas de las manos del artista. Ninguno de ellos siguió sus pasos en el mundo de la música, pero resaltan que un sobrino, Sebastián, sigue la tradición.

Sabrina Fernanda pasa en su celular los videos de su padre, con un orgullo propio de hija menor. La voz sueña con fuerza y mantiene ese recuerdo de su plenitud. Se lo observa disfrutar la interpretación de un tema melódico.

“El año pasado le hicieron un pequeño homenaje en el programa Elegidos. Nos emocionó mucho”, dice Silvana, quien sostiene la tapa de un Long Play de “Los Álamos”. Quizás su padre los está viendo, y ese sentimiento vale más que mies de ovaciones.

 

 

 

 

 

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