El juez no estuvo a la altura de un River-Boca: expulsó a siete hombres tras la gresca, pero debieron ser muchos más antes. Y también quedó en el ojo de la tormenta por el penal.

River Plate derrotó 1-0 a Boca Juniors en un Superclásico que terminó en escándalo. Tras el controvertido penal de Matías Sandez a Pablo Solari y la conversión de Miguel Borja, la tensión que se palpó a lo largo del partido en el Monumental derivó en una batalla campal que terminó con siete expulsados. Y el pésimo arbitraje de Darío Herrera fue gran responsable.

Mucho se habló en la semana respecto de si era el indicado para conducir un encuentro de esta envergadura, siempre efervescente. Pujó en la designación con Facundo Tello (mundialista en Qatar) y Yael Falcón Pérez (elegido para la Copa del Mundo Sub 20). Federico Beligoy, Director Nacional de Arbitraje, optó por Herrera. Y el partido le quedó grande desde el inicio. Porque ya en el primer tiempo se le fue de las manos. No tuvo cintura ni autoridad para aquietar las aguas. Y en el epílogo directamente le estalló la bomba entre sus manos.

Resulta difícil entender cómo el fútbol campeón del mundo no tiene un cuerpo de jueces a la altura. Es que el Superclásico en el estadio Monumental se convirtió en un show de tarjetas desde el pitazo inicial. El duelo entre River y Boca, que quedó marcado más por los roces y faltas que por el juego, resultó cortado permanentemente. En ese contexto, el encuentro debió haber visto expulsiones mucho antes de la trifulca.

Tal vez, la situación más notoria fue el pisotón de Nicolás Figal a Beltrán en el complemento, que debió haber sido sancionado con roja directa. Se trató de una conducta violenta, totalmente voluntaria, cuando el balón no estaba en disputa. No sólo fue falla de Herrera: el VAR, a cargo de Silvio Trucco, debió haber llamado a revisar.

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