Esposada y con chaleco antibalas, la monja japonesa Kosaka Kumiko fue trasladada a los tribunales mendocinos, implicada como partícipe primaria en los abusos sexuales, golpes y corrupción de menores de chicos sordos internados en el colegio religioso Antonio Próvolo, en Mendoza. Pasado el mediodía, el fiscal Gustavo Stroppiana imputó a la monja por tres hechos en los que ha sido denunciada, a partir de testimonios de menores violados, quienes declararon asistidos por intérpretes de señas y guiados por psicólogos, al tratarse de víctimas menores de edad y discapacitados.

“Soy inocente. No sabía de los abusos. Soy una persona buena que he entregado mi vida a Dios”, dijo la religiosa en su declaración testimonial. Para la Justicia hay prueba suficiente que compromete a la monja. Fue rechazado el pedido de prisión domiciliaria y la religiosa será trasladada en las próximas horas a una cárcel de mujeres.

El abogado defensor de las víctimas, Sergio Salinas, de la ONG Xumek, explicó cuáles son las tres casos por los que quedó imputada Kumiko: “La denuncia de una joven de 17 años, que asistía al instituto y declaró que fue abusada cuando tenía 5 años y que Kumiko le colocó un pañal para detener la hemorragia que le había generado el vejamen. El caso de otra víctima que contó que la monja la mandaba a la habitación del cura Horacio Corbacho (también detenido) y termina siendo abusada. Y, testimonios que dicen que la religiosa participó en tocamientos a nenas, les pide que se toquen entre ellas y ve pornografía junto al celador Jorge Bordón (otro detenido) en un televisor”.

El abogado Salinas comentó que la monja negó los hechos ante la Justicia mendocina pero no aportó pruebas. Ya fue notificada de su detención y será trasladada a una cárcel común. Deberá ser sometida a pericias psicológicas por tratarse de delitos sexuales.

Kumiko tenía como misión cuidar a niños hipoacúsicos que vivían lejos del Gran Mendoza y se quedaban a dormir en el albergue del Próvolo, de Luján de Cuyo, donde se cometieron aberrantes abusos. Pero la monja japonesa hizo todo lo contrario. Se dedicó a identificar a los niños más vulnerables y a encubrir los vejámenes que cometían sus superiores. Los testimonios en su contra se acumularon y cuando la Justicia la fue a buscar, huyó. Estuvo más de un mes prófuga hasta que, el martes pasado, se entregó en una comisaría de la Ciudad de Buenos Aires.

Kumiko tiene alrededor de 60 años y dejó el Instituto Próvolo de Mendoza tres años atrás. Está acusada de maltratar y lastimar a golpes a los alumnos sordos que asistían al instituto, de obligarlos a comer hasta vomitar en su propio plato y de ser la encargada de identificar a los menores más sumisos que luego serían abusados. Además de la monja, hay cinco hombres detenidos, dos curas y tres empleados (el celador, el monagillo y el jardinero). De los sacerdotes, el de mayor poder en la institución, el italiano Nicolás Corradi (82), arrastra denuncias de abuso sexual a niños desde 1984, en Verona, Italia. Fue trasladado a la Argentina para encubrir sus actos aberrantes. El otro cura detenido es Horacio Corbacho (56), primer sacerdote egresado de La Compañía de las Hermanas de María, una orden religiosa para hipoacúsicos con sede en La Plata, al que pertenece este colegio.

Fuente: Clarín

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