La temperatura va en aumento y por ahora sólo los deportistas parecen dispuestos a poner paños fríos a tanta locura máxima que se avecina y que ayer tuvo algunos “adelantos exclusivos” en formato de bizarra pelea de barrio entre dos tipos que, se supone, habían desembolsado una buena cantidad de reales para observar de cerca -y disfrutar, sobre todo- el tenis olímpico.
Porque ya no se trata de folclore. Esto no es, argentinos por un lado y brasileños por el otro con sus colores, con su cotillón, con sus canciones, con sus camisetas de ambos seleccionados y con sus dualidades futboleras que van del viejo e inoxidable “Maradona o Pelé” al más moderno y perenne “Messi o Neymar”. El problema entonces es que aquí, en Río de Janeiro, los Juegos Olímpicos tienen reminiscencias del Mundial 2014 de fútbol y la bronca entre socios y vecinos parece contenida en un recipiente demasiado pequeño y que está a punto de estallar en cualquier momento.
Es cierto que Paula Pareto puso la vara muy alta. Pero ella no tuvo la culpa para tanto nacionalismo mal entendido. Entonces los hinchas en celeste y blanco deben entender que Angel Correa no eludirá más rivales, ni Emanuel Ginóbili acertará más triples, ni Juan Martín Del Potro meterá más drives ganadores, ni las Leonas o los Leones marcarán más goles y ni Facundo Conte seguirá reventando la pelota contra el campo adversario si el aliento es contra Brasil y no a favor de Argentina.
Lo dijo Luis Scola luego del triunfo ante Nigeria y tras el capitán se encolumnaron sus compañeros y la propia Confederación Argentina de Basquetbol. “No quiero que pierda Brasil. Sólo quiero que pierda cuando juega contra la Argentina. Me parece una tontería cantar contra un equipo que ni siquiera está en la cancha. Cada vez que vine acá me trataron muy bien y no me siento identificado con eso”, dijo el abanderado argentino. Y justamente plantó allí su bandera luego de que la mayoría de los hinchas en celeste y blanco se dedicaran a recordar a los brasileños cuestiones como la del “7 a 1 de Alemania” y no a gozar con el tranquilo debut de un equipo histórico.
Más calmo -aunque también con un clima de tensión permanente- fue lo que se había vivido pocas horas antes del debut de la Generación dorada. En la Arena del Futuro resultó Dinamarca el equipo que contó con el apoyo incondicional de los hinchas brasileños frente a Los Gladiadores del handball y ante la disparidad que crecía en el marcador, el espectáculo se fue a las tribunas. Los argentinos, con el ya pasado de moda “Brasil, decime qué se siente…”; los basileños, con el también obsoleto “¡Pentacampeao!” y el más reciente “Olé, olé, olé, Chile, Chile” por las dos últimas derrotas en la Copa América.
El sábado, en un choque que puede ser decisivo para el grupo, se medirán nada menos que Brasil y Argentina en basquetbol. Ya habló Scola para apagar un posible incendio; ahora deberán hablar los hinchas para no echarle nafta a la llama incipiente…

Fuente: Clarín

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