Nota de tapa: Fuego amigo en “No tan Juntos por el Cambio”

Por Pablo Batalla* para Diario Cuarto Poder / Las grietas propias. Las críticas que recibió el intendente de Yerba Buena, Mariano Campero, tras sostener que el candidato a Gobernador en 2023 es el diputado nacional Roberto Sánchez, desnudan verdaderos desencuentros.

Muchas denominaciones y divisiones

Cambiemos, Juntos por el Cambio, “macristas”, “amarillos”, radicales, convidados de piedra, “larretistas”, furgón de cola, fueron muchas las denominaciones, pero siempre estuvieron presentes las divisiones en la oposición provincial.

Es por ello que no llama la atención que los que dicen formar parte de Juntos por el Cambio no acierten a lograr la unidad. Al parecer, los aspectos que los dividen son más fuertes que las pocas coincidencias o puntos en común.

Lo cierto es que, más allá del encolumnamiento nacional que se pueda dar con la definición de la fórmula presidencial para 2023, en nuestra provincia ya comenzaron a moverse las fichas para posicionar a los candidatos provinciales.

¿Fuego amigo para Campero?

En la jerga militar se denomina fuego amigo a los disparos provenientes del propio bando. Este tipo de incidentes suelen estar producidos por errores, casi siempre humanos, debidos normalmente a fallos en la identificación del objetivo.

Pero en política, el fuego amigo no es producto de un inocente error. Siempre hay un trasfondo que lo explica. En estos días lo vivió en carne propia el intendente de Yerba Buena, Mariano Campero, quien fue criticado por su propio espacio.

¿Cuál fue su pecado? Expresar públicamente que el candidato a disputar la Gobernación en 2023 por Juntos por el Cambio era el ex intendente de Concepción, Roberto Sánchez, quien actualmente se desempeña como diputado nacional.

Pateó un hormiguero

Con esas expresiones, Campero no hizo más que patear un hormiguero en el que los habitantes ya estaban medio nerviosos. Los primeros que lo cruzaron fueron el intendente capitalino Germán Alfaro y el ex titular del Plan Belgrano, José Cano.

Otros tiempos. Mariano Campero y Germán Alfaro en actitud amigable.

De Alfaro no llamó la atención, porque ya en la campaña a senador testimonial, afirmó en cuanto acto estuvo encabezando que sus intenciones eran las de convertirse en gobernador de los tucumanos en 2023. Un sueño que se convirtió en pesadilla.

La pesadilla eleccionaria de ganar por apenas 5 mil votos a Campero le provocó un verdadero ataque de caspa que tuvieron que soportar sus colaboradores. El caso de Cano es distinto, porque trata de recuperar en vano su rol de conductor.

Un deseo que ya no es propio

En otros tiempos, era el propio Campero quien, entre sus allegados, no ocultaba su sueño de ser el candidato del “macrismo” para la Gobernación de Tucumán. Hasta en algún asado trasnochado afirmaba ese anhelo.

Su apuesta fue ir a internas en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de las últimas parlamentarias. Alfaro le ganó por escaso margen y quedó también mal parado para aquel soñado posicionamiento.

La historia posterior es conocida. Alfaro renunció para que fuera su esposa la senadora, algo que muchos sospechaban. Y Sánchez asumió la diputación, con lo que se diferenció, luego de incertidumbres por juegos del “alfarismo” sobre su sucesión.

Nafta al fuego

En medio de ese juego mudo de liderazgos, las afirmaciones de Campero sobre las posibilidades de Sánchez, no hicieron más que echar nafta al fuego. Otros dirigentes también le apuntaron al yerbabuenense con ese “fuego amigo”.

No llama la atención que Campero esté en medio de las polémicas, porque ya protagonizó una muy fuerte cuando se quiso aliar con el líder de Fuerza Republicana, Ricardo Bussi, dividiendo aún más a su espacio, en especial a los radicales.

Muchos de los militantes del centenario partido no se imaginaron vivando al hijo de quien desapareciera a sus dirigentes en la sangrienta dictadura. Era como manchar la memoria del propio “Flaco” Pisarello y los otros mártires.

Democracia sí, democracia no

Otra de las contradicciones entre las filas radicales de No tan Juntos por el Cambio, es la continua intervención de la Unión Cívica Radical. El centenario partido, símbolo de la recuperación de la democracia, no la favorece puertas adentro.

Los rumores que circulan es que no se normalizará el radicalismo tucumano, sino que se mantendrá la intervención del partido, lo que genera la profundización de las grietas y de qué sectores serán las autoridades. ¿Tallará ahí el alfarismo?

El problema es que el intendente capitalino no es radical, pero tiene a radicales entre sus funcionarios y representantes en el Concejo Deliberante de San Miguel de Tucumán. La historia de desencuentros parece nunca acabar.

Candidaturas: el verdadero obstáculo

Las divisiones en No tan Juntos por el Cambio, en realidad se resumen en las candidaturas y posicionamientos de cara a 2023. “Son muchos los diablos y poca el agua bendita”, diría Don Eduardo en sus diálogos políticos.

Más allá de la dialéctica, todo se remite a los cargos que disputará cada uno. Con un oficialismo tranquilo y afianzado en la gestión, lo de la oposición sigue siendo un rejunte en el que todos quieren ser el cacique.

Sin principio de solución y con diferencias que se acentúan, el “fuego amigo” marca caminos sin retorno, porque se basa solo en las ambiciones personales. Al ciudadano de a pie le queda mirar cómo se pelean por el queso.

*Periodista, columnista de política y actualidad.

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