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Por Fabián Seidán – Diario Cuarto Poder / Decir “maestro” a alguien dejó de ser una alabanza en nuestro país hace mucho tiempo. De igual modo, decirle “doctor” a alguien, hoy también genera mucha tristeza (y hasta lástima), por lo sacrificada y mal remunerada que está la profesión, sobre todo de aquellos que eligieron trabajar en los hospitales públicos. Atender la caja de un supermercado, la ventanilla de un banco o ser conserje en Tribunales, paga mucho más.

Saludo y salud, un largo trecho 

El tucumano es muy amistosos y cariñosos, al punto tal que, para saludar a algún conocido, muchas veces no lo llama por su nombre, sino que recurre a un apodo o al trato “familiar” aunque no lo sea (compadre, tío, primo); o bien apela a una característica física, laboral o profesional. Muchas veces saluda a alguien con un: “Adiós licenciado” o “Cómo anda ingeniero”, pese a que el saludado no haya terminado ni siquiera la Primaria. Lo más común es decirle a alguien “Maestro” o “Doctor”, motes que hoy resultan casi ofensivos por lo devaluadas que están esas profesiones, principalmente por sus salarios, ya que apenas les alcanza para vivir dignamente. Y eso.

La inflación no da tregua al bolsillo

Es que con la inflación que hay en el país el costo de vida es muy alto y muchos trabajadores en “blanco” ganan por debajo de la línea de pobreza, calculada en $72.000 en diciembre 2021.

La brecha entre el pago que recibe una persona por su trabajo y los gastos elementales que debe hacer la familia para mantenerse a salvo de la pobreza crecen y se ampliarán aún más este año, teniendo en cuenta que el gobierno sí o sí debe acordar el pago de la deuda con el FMI, con el consiguiente ajuste que eso traerá aparejado.

Viendo esa situación, y apelando al sentido común, el gobernador Osvaldo Jaldo decidió seguir entregando un bono de $10.000 a todos sus trabajadores estatales, por lo menos un mes más, como lo venía haciendo desde el año pasado (se pagó en febrero con el sueldo de enero).

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Los trabajadores de la salud, héroes que se hicieron visibles en la pandemia.

Salario mínimo y pobreza

De acuerdo con lo definido el año pasado, el salario Mínimo, Vital y Móvil en Argentina se ubica hoy en $33.000, una cifra baja si se toma en cuenta que el costo total de la canasta básica alimentaria de una familia de dos adultos y dos menores en edad escolar alcanza los $76.146 (línea tomada para no caer bajo la línea de pobreza), y los $32.964, para no ser indigente.

Ganadores y perdedores

Los trabajadores del comercio gana un sueldo básico de 90.000 pesos, mientras que un bancario por encima de los 136.000 pesos; en tanto, los trabajadores de la Salud, héroes que salvan vidas en medio de la pandemia, no alcanzan a ganar un salario básico por encima del nivel de pobreza.

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Dibujo pintado por una pequeña paciente trasplantada, en agradecimiento a la médica que la atendió en el hospital público.

Desde hace varios años este sector, a través del Sindicato de Trabajadores Autoconvocados de la Salud (SiTAS) viene reclamando un salario digno, más que reconocimiento. ¿De qué sirve llamarlos “héroes” o “aplaudirlos” si después son maltratados con sus haberes?

 

Malestar y pedido de apertura de paritarias

Hay mucho malestar de médicos, enfermeros y demás trabajadores de la salud porque –dicen- se demora el llamado a paritarias mientras que su salario está cada vez más deteriorado. “En 2020 la inflación fue 40% y el salario en salud aumentó 0%. En 2021 la inflación fue 51% y el salario en salud sólo aumentó 30%. Y en 2022….?”, se preguntó, Julián Nassif, Secretario General de SiTAS.

El doctor no está equivocado. Los trabajadores perdieron hasta 10 salarios desde 2018 porque la inflación se ubica siempre por encima de los salarios. Es que, en comparación con 2017, los ingresos de los trabajadores siguen cayendo y perdiendo valor.

Justamente, y frente a esta situación, preocupa la gran deserción en el sistema público de salud. Muchos pasantes y residentes se van o prefieren continuar su preparación en el sector privado.

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Atender la caja en un supermercado o banco, ser político o empleado en la Justicia, paga más que trabajar en un hospital.

Los trabajadores siempre pierden

Según el director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), Nadín Argañaraz, los trabajadores registrados del sector privado perdieron el equivalente a 5,9 salarios mientras que los del sector público perdieron hasta 7,5 salarios. Los trabajadores informales perdieron hasta 10 salarios.

“La persistente inflación erosionó el poder adquisitivo y, dado que continúa en niveles elevados, lo sigue haciendo. La baja sostenida de la tasa de inflación es uno de los principales desafíos de la sociedad argentina, ya que las pérdidas que ocasiona este fenómeno, ponen en situación de alta vulnerabilidad a muchos sectores de la población”, sostuvo el economista.

En el mismo sentido, un informe de la consultora IDESA subrayó que el salario medido en dólar, cerró 2021 en niveles de 2003, y casi un 70% por debajo del pico de los últimos años, alcanzado su mejor nivel en 2017.

Los gremios duros arreglan mejor

Un informe de la consultora Synopsis señala que hay gremios que pudieron cerrar paritarias por encima de la inflación, pero otros como el sindicato de gastronómicos, la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA), los estatales y la Unión Tranviarios Automotor (UTA) cerraron a la baja.

Así, hay sectores de la economía argentina que ganan salarios envidiables, como extracción de petróleo y gas (salario mediano de $258.087); Minería metalífera ($250.178); Servicios de apoyo al petróleo y la minería ($209.937); Bancarios ($187.484); Refinación de petróleo ($176.391); Transporte naval y pesca ($164.845); Suministro de electricidad y gas ($159.705); Transporte aéreo ($159.326); e Industria farmacéutica ($152.737). Mientras que el sector público, el Poder Judicial y los empleados del Ministerio de Economía y Rentas, son los mejores pagados.

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Los trabajadores de la Salud, siempre en la “línea de fuego” o en las “trincheras”, cuando las “papas” queman.

Si bien todas las actividades son importantes y requieren de eficiencia y responsabilidad de parte de sus trabajadores, por el bien de la economía y del normal desenvolvimiento del país, la Salud no puede ni debe ser soslayada, sino incentivada. Porque en las manos de cada médico, enfermera, camillero o chofer de ambulancia, cada día está en juego la vida. Y cada vida vale.

Hoy al doctor como al maestro, no sólo les pagan mal, sino que no son respetados, los golpean, los insultan y encima los ningunean cuando van a reclamar, porque se presume que quienes optaron por estas profesiones lo hacen por “vocación de servicio”; pero acaso los políticos o los jueces –por ejemplo- no ejercen también sus cargos por “vocación”; sin embargo (de seguro) jamás trabajarían por un sueldos mínimo. Ya lo demostraron en medio de la pandemia.

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