Nota de tapa: En Yerba Buena, el “Rey Sol” continúa omitiendo al Concejo

El intendente de esa ciudad, Mariano Campero, sigue sin dar cuenta de las acciones de su gobierno al Concejo Deliberante. Una actitud totalmente distinta a la que tenía cuando se desempeñaba como un concejal más y le exigía idénticas explicaciones al entonces intendente Daniel Toledo.

“El Estado soy yo”, sostenía el rey francés Luis XIV, representante del absolutismo monárquico, para enfatizar la importancia de su voluntad en el destino de Francia. Eso es, al menos, lo que dicen los libros de historia de tiempos lejanos de los que ya transcurrieron varios siglos. Pero, al parecer, son conceptos que se reciclan desde el mundo de la política, porque en Yerba Buena se quiere prescindir de la división de poderes que caracteriza a la república para imponer la voluntad de un solo hombre: el intendente Mariano Campero.
El titular del Ejecutivo de la “Ciudad Jardín”, está empecinado en olvidarse de su desempeño como concejal. En aquellos tiempos no muy lejanos, exigía al entonces intendente alperovichista, Daniel Toledo, lo mismo que los integrantes del actual Concejo Deliberante le exigen a él: informes relacionados con la marcha de su gestión.
Campero actúa como si un gran volumen de Historia, en especial con el capítulo del absolutismo monárquico, le hubiese golpeado en la cabeza y con ello hubiera trastocado las ideas que reflejó en el camino hacia la intendencia. Olvidó sus promesas electorales de demoler las torres mal construidas por la empresa Alperovich Group, sobre la avenida Juan Domingo Perón; la necesidad de transparentar los gastos del municipio; de no realizar compras directas; de no designar parientes y amigos en el gobierno y de brindar las explicaciones que requiriera el Concejo Deliberante. A ello se suman las promesas de solucionar problemas con los que los vecinos se enfrentan a diario, como el mal estado de las calles, la inexistencia de veredas, el reordenamiento del tránsito y la lucha contra la inseguridad.

¿Y la transparencia?
Las expectativas que generó la llegada de Campero a la Intendencia, se fueron desinflando a lo largo de lo que va de su gobierno. Muchas de sus decisiones lo asimilan a su antecesor y allí se explica el mote de “Toledito”, con el que muchos vecinos lo llaman, despojados de toda reverencia. Eso molesta mucho al “intendente Sol”, en su condición de neo monarca absolutista que no quiere discusión a sus actos de gobierno. La excepción al emprendimiento de las torres de la firma Alperovich Group SA, fue uno de los hechos que causó más de una decepción. La violación del código urbano de Yerba Buena, no fue penada con la tan mentada demolición de lo mal construido, sino que fue compensada con una ventajosa devolución en la que la “Ciudad Jardín”, le queda debiendo a la mencionada empresa, compensando la pavimentación de un camino que conduce a un country con futuros pagos de impuestos.

Sin informes al Concejo
La actitud sistemática del intendente Campero ha sido la de omitir cualquier posibilidad de responder a requerimientos del Concejo Deliberante, al punto de que no ha respondido pedidos relacionados con el manejo de los recursos, la designación de personal, informes sobre el manejo del sistema de licencias de taxis, la contratación directa de empresas, y hasta supuestos hechos de corrupción de integrantes de su equipo de trabajo. Campero parece manejarse con la misma impunidad y omnipotencia que el “Rey Sol”, con quien tiene además algunas similitudes físicas, como su baja estatura que, en el caso del monarca francés, se disimulaba con altos tacones en sus calzados y con las tradicionales y pomposas pelucas que estaban de moda en la Corte francesa.
A esas actitudes se sumó una estrategia en la que se insistió en la “demonización” del cuerpo legislativo municipal y de sus integrantes. Campero no pierde oportunidad para considerar que todos los errores de su gestión tienen relación con permanentes conspiraciones de los concejales, ya sean peronistas o del propio espacio de “Cambiemos”.
Mientras esta lucha con el otro poder, al que muchas veces prefiere obviar, como lo refleja su falta de respeto a la función de contralor que debe desempeñar, los vecinos esperan que desempolve aquellas promesas electorales que quedaron truncas. Por el momento, la república queda de lado y la voluntad personal de un cuasi monarca se impone.

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