Por Nicasio Rodríguez* / Letras de Fuego / Entrevista. El poeta Marx Bauzá habla sobre la incorporación de su libro “Treinta poemas para ser leídos a bordo de la Estación Espacial Internacional”, en la exitosa Colección Talitenses, un proyecto del Municipio de Las Talitas.

—¿Cómo se gestó tu participación en la Colección Talitenses?
—Hace unos cinco años, en 2018, conocí a Manuel Rivas en el marco del lanzamiento de un espacio cultural en la ciudad de Las Talitas, llamado Tu punto de Encuentro. Realizábamos diversas actividades artísticas juntos y se me hizo por preguntarle si es que además de su libro de periodismo de investigación se abocaba a otros géneros literarios. Me enteré entonces que tenía guardados algunos poemas, cuentos y hasta una novela inconclusa. Lo invité a participar de mi ciclo de poesía: Vamos Viendo y esto despertó, en quién es hoy uno de mis mejores amigos, unas ganas tremendas de hacer literatura y poner énfasis a sus sueños. En definitiva: confiar en sí mismo y creer en lo que hacía como escritor. Todo ese amor por la literatura fue expandiéndose como un reguero a lo largo de los años, hasta convertirlo hoy en editor.
Uno no sabe qué cosas genera en el otro cuando lo alienta a sacar lo mejor de sí. Uno no es consciente de los mundos internos que se movilizan con palabras dichas con afecto y sinceridad.
Estoy convencido de que mi participación en la Colección Talitenses, de Letras de Fuego Ediciones, es consecuencia de sembrar en muchas personas las semillas del acompañamiento desinteresado por su trabajo creativo.
Me gusta pensar en la familia de palabras alrededor de la palabra gestión: gestar, gesto, gestación. Todas palabras cargadas de potentes sentidos.
Para quiénes asumimos el rol de gestores culturales; gestionar se vuelve en definitiva una forma vital de construcción de lazos o vínculos con otros artistas. Esto es maximizar todo lo que tienen para dar como personas.
Yendo al grano, una vez volviendo de la clínica de poesía de verano con María Belén Aguirre, Manuel Rivas me comentó que estaba en sus planes hacer una editorial. Lo demás vino como consecuencia de cosas que tienen que ver con el interés puntual de una gestión municipal como la de Las Talitas acompañando a sus artistas.
Estoy seguro que esto que empezó con el apoyo del intendente Carlos Najar y la legisladora Marta Najar va a multiplicarse en otras comunas y municipios. Me alegra que esto sea así. Se vienen cosas buenas para las y los escritores.
—¿Te entusiasma saber que los alumnos talitenses te conocerán a vos y a tu obra? ¿De qué modo lo vivís?
—Me parece alta flashada. A full. Es algo que no puedo creer. Mi familia es una de las fundadoras de la ciudad. Mis abuelos vinieron a vivir a Villa Mariano Moreno cuando todo esto era cañaverales y quintas de naranjas. De a poco se fue poblando y hoy es una ciudad joven y pujante. Se me estremece el corazón al ser profeta en mi tierra. Hay un refrán que dice que eso es cosa difícil. Lo es.
Yo siento que he logrado congraciarme con el pueblo. Me considero un pibe de barrio que logró sus sueños. Yo no me rendí. Insistí mucho y lo conseguí.
De repente, que mi obra esté disponible para niños, niñas, adolescentes y adultos mayores es una alegría inmensa. Imagínate lo que es para un pibe, una piba cualquiera de acá que te lee o ve una obra tuya o escucha una canción y dice este vaguito es de acá y logró ser profeta en su tierra. Su obra es reconocida en muchas partes.
Yo me imagino a esos jóvenes tomando el bastón de mariscal y ser los dueños de su propio destino. El año pasado fui a varios colegios y escuelas de la ciudad y estuvo re copado todo. Me sentí súper bien. Les dije que uno de los secretos para ser artista era conseguirse un buen empleo o hacer una carrera humanística que no te oprima tanto, de modo tal que puedas hacerte tiempo para crear: sea esto escribir, hacer artes visuales o música.
En estos días tengo agendadas varias visitas a escuelas y colegios. Seguramente se van a poner contentos con el libro publicado porque les leí varios poemas de ahí, en las presentaciones anteriores.
—¿Cómo veías en tu infancia a los escritores?
—Siempre leí mucho. Me devoré la pequeña biblioteca del Oeste II, dónde me crié. Uno por ahí piensa que un escritor es como alguien que vive lejos o es de otra época.
La verdad es que en Tucumán hay muchos buenos escritores, pero se hace difícil publicar. En este sentido, que venga el municipio y te tire una onda es un montón. Letras de Fuego está rompiendo estructuras y creando nuevos paradigmas. De repente, en Las Talitas hay un Estado presente acompañando a los escritores. Eso es alucinante, si te ponés a pensar.
—¿Querías conocer alguno en especial?
—Yo me hubiese puesto re de novio con Walt Whitman. Ah re. Hubiera tomado unos whiskys con Charles Bukowski. Iría a tomar el té con Silvina Ocampo, un café con Gabo García Márquez o varias birras con Osvaldo Bossi mientras jugamos al pool. A este último sí lo conozco. Hice un taller de poesía con él y la pasé increíble.
Una vez Diana Belessi me llevó del hombro. Fumaba mucho y decía cosas divertidas mientras caminábamos despacio. Esos momentos de conexión son inolvidables y te quedan para toda la vida.
Me pasaría la noche hablando de política con José Ingenieros, Juan Domingo Perón, Julio Cortázar y Pablo Neruda.
Bailaría una selección de indie pop con Alejandra Pizarnik. Pondría mi mentón en su hombro. Le diría que todo va a estar bien.
—¿De qué se tratan estos “Treinta poemas para ser leídos a bordo de la Estación Espacial Internacional”?
—Estos poemas tratan de entrar en contacto con el universo interior de cada uno de nosotros. Es como un ejercicio meditabundo y profundo.
Es una respuesta a Oliverio Girondo, desde la postmodernidad. Un homenaje orquestado con mucha dedicación y cuidado.
Funciona también como una carta de amor a la humanidad, para imaginar otro estado de cosas. Es ir al infinito y más allá como una travesía hacía uno mismo.
—¿El escenario del espacio les da una fuerza adicional a tus poemas?
—Desde luego. El espacio y el tiempo son importantes en el libro. La espiritualidad y la ciencia se complementan de un modo existencialista. Creo que a Jean Paul Sartre le encantaría mi libro.
Estoy trabajando para mandarlo a la NASA. Me gustaría que una versión bilingüe llegue a la Estación Espacial Internacional, aunque sea en PDF.
—Tus epígrafes han sido elogiados ¿Los seleccionaste siguiendo algún patrón especial de elección?
—Es un detalle no menor en el libro. Hice toda una tarea de investigación para hacerme con ellos. También hubo traducción en algunos casos y hasta me di con el gusto de citar a mi amigo Aníbal Costilla.
Trabajé pensando mucho en el acto de orbitar palabras como espacio, cosmos, universo y también con otras que algunos académicos tildarían de lugares comunes como el Sol, la Luna o las estrellas, pero para mí funcionan perfecto.
Siento que hay una comunión hermosa con todos los epígrafes, incluso esos que en apariencia hablan de otros temas. Tal el caso de Daisaku Ikeda que dice que el invierno siempre se convierte en primavera.
En este sentido, yo siento que la pandemia fue un duro invierno y que todo en lo que he trabajado arduamente estos últimos años ahora está floreciendo, dando frutos y llenando de color y perfume mi existencia.
Estoy muy agradecido. Además, imagínate que a la hora de representarlos en público me doy con el gusto de interpretarlos, como sucede con los de Carlos Gardel o Luis Miguel.
Soy performer. Uno es lo que es.
—¿Cómo fue tu experiencia de presentar la Colección Talitenses en la Feria del Libro de Buenos Aires? Dicen que hasta hubo cuenta regresiva.
—Fue una fiesta. En un momento caminábamos con Manuel Rivas flotando como astronautas y la gente re flashó viaje espacial. Amé. Posta que me divertí como un changuito. Esto de jugar al viaje espacial se nos da naturalmente. No creo que me canse de hacerlo.
El momento de la cuenta regresiva tiene mucho flow. Las generaciones venideras hablarán de este momento como algo iniciático.
—Si tuvieras que elegir uno de los poemas preferidos de tu libro ¿cuál sería y por qué?
—Pregunta difícil. Elijo el segundo porque tiene la cuenta regresiva y cierra con una frase fuerza que dice: siempre debemos ir más allá de nuestras propias limitaciones.
Me parece que esto no es una cosa menor.
—¿Qué esperas de la presentación en el Mayo de las Letras?
—Espero que sea alto viaje. Espero que los cálculos de trayectoria y los análisis de datos sean los correctos. Espero que la microgravedad siga sin afectar a la melancolía.
Además, va a estar el prologuista del libro: el escritor Rafael Bujazha.
—¿Te sentís parte de un proyecto que busca generar nuevos escritores?
—Totalmente. Soy consciente que mi voz no es la típica de los poetas de mi generación, pero voy construyendo un lugar en la escena literaria. Soy como la gota que horada la piedra a fuerza de humildad, trabajo, empeño y dedicación.
Me gustaría que lo que hago le sirva a los más jóvenes y las próximas generaciones. Me gustaría inspirarlos para que le saquen brillo a sus propias voces. Ese es como un sueño para cuando yo ya no esté aquí físicamente.
—¿Cuáles son tus proyectos inmediatos en lo literario?
—Además de las presentaciones en escuelas de Las Talitas y Los Nogales, voy a participar de un encuentro de poetas en La Rioja a principios de Julio. Sigo escribiendo cuentos y textos narrativos LGBTIQ+ para un volumen que se titula +, el cual sería publicado por la editorial Sarasa de Boulogne. Tengo una nouvelle y varios libros de poesía buscando editorial. Sería buenísimo que el éxito arrasador de este libro me abra puertas en algunas.
Seguir escribiendo aquello que haga reflexionar o sentir a las y los lectores, además de continuar disfrutando de las actividades de la SADE Tucumán también está en mis planes más próximos.

*Columnista y crítico literario.

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