Los desencuentros en el oficialismo están golpe por golpe

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Por Pablo Batalla* para Diario Cuarto Poder | ¿Se viene la cuenta de protección? La distancia entre el gobernador, Juan Manzur, y el vicegobernador, Osvaldo Jaldo, crece sin principio de solución y genera expectativa en todo el arco político provincial.

Un término del boxeo en la política

Cuando dos contendientes de peso están con las tarjetas parejas y se está terminando el tiempo de la pelea, suele ocurrir que optan por el intercambio abierto de golpes, para ver quién puede resistir más el castigo.

El periodista deportivo Osvaldo Príncipi, quien relata boxeo desde 1972 y vio a grandes campeones sobre el ring, acuñó frases como “madura el nocaut”, lo que suele suceder la mayoría de las veces luego de un intercambio de golpes.

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El término boxístico bien podría asimilarse a los desencuentros entre el Gobernador, Juan Manzur, y el Vicegobernador, Osvaldo Jaldo. Son dos pesos pesados en el ring de la política que, extrañamente, tiene a otros pugilistas en el mismo cuadrilátero.

El primer combate: ¿una excusa?

Pese a que, por los pasillos de los poderes Ejecutivo y Legislativo, ya se hablaba de que las relaciones entre los integrantes de la fórmula gobernante no estaban bien, el momento del blanqueo de esta situación llegó con la elección del Defensor del Pueblo.

Manzur quería la continuidad de Fernando Juri Debbo, cuyo desempeño al frente de la Defensoría del Pueblo no estaba en dicusión. En tanto que Jaldo optó por apoyar al legislador Eduardo “Lalo” Cobos, quien expresó el deseo de serlo.

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Esa desavenencia se transformó, para muchos analistas políticos, en un campo de experimentación para una confrontación mayor, aunque desde el manzurismo lo hayan negado: chequear voluntades para una reforma constitucional.

No estaban los porotos

El resultado de la elección del Defensor del Pueblo, marcó una victoria de Osvaldo Jaldo, porque impuso a su candidato y, de paso, demostró que estaba en condiciones de evitar cualquier reforma y, por ende, una cláusula de reelección.

Como resultado de estas diferencias, se fracturó el bloque oficialista en dos, lo que generó acusaciones del manzurismo sobre el alejamiento del jaldismo del PJ, al señalar su buena relación con la oposición. Era una actitud ambivalente.

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Osvaldo-Jaldo-Vicegobernador.

El dialoguismo impuesto en la gestión legislativa por Jaldo, que antes era alabado, pasó a ser un defecto. El logro de sacarle el mote de “escribanía del PE” al Poder Legislativo, ya no se destacaba en el manejo del Vicegobernador.

Identificado con Alberto

En este golpe por golpe del que hablábamos en el principio de la nota, Manzur llevó la pelea a nivel nacional, al señalar que había recibido el apoyo del propio Presidente, Alberto Fernández, e incluso de la Vicepresidenta.

Paradójicamente no hubo ninguna declaración oficial de Cristina Fernández en ningún medio de comunicación. Era lógico que el Presidente le diera algún guiño al mandatario tucumano, porque fue uno de los artífices de la Liga de Gobernadores.

Recordemos además que Manzur había asumido un posicionamiento importante dentro del PJ nacional, aunque esos logros no podían torcer las cuestiones locales de votos necesarios para avanzar en la intención de continuar en el poder luego de 2023.

La larga memoria de Cristina

En este ring político en el que quien resiste el castigo y contra ataca se fortalece, Jaldo definió acercarse a Cristina Fernández, para ello se reunió con Oscar Parrilli en el Instituto Patria, un lugar en donde no se lo ve a Manzur.

Surgieron en paralelo las versiones del ultra kirchnerismo en torno a que no olvidan que el actual mandatario y ex ministro de Salud de la Nación, le bajó el telón al ciclo político de la dos veces Presidenta. Algo que finalmente no ocurrió.

Eso encuadra con la decisión de Cristina de impedir que el mandatario tucumano participara de los festejos en el escenario luego del triunfo en las elecciones de la fórmula en la que ella acompañó al actual Presidente. Ella no olvida.

Una movida de equilibrio nacional

Justamente ese acercamiento al Kirchnerismo puro, le permitió a Jaldo equilibrar la injerencia nacional en el conflicto tucumano. Las voces que instan a la unidad se multiplicaron e incluso se barajó la posibilidad de mediación.

Sin embargo, las movidas provinciales seguían aventando leños al fuego que se iba acrecentando hasta transformarse en una gran hoguera, por los alejamientos propiciados por Manzur en el Ejecutivo y la suspensión de contratos definida por Jaldo.

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Los heridos de uno y otro lado se siguieron acumulando. Y las decisiones fueron surgiendo como una escalada bélica que nadie parecía poder frenar, y en la que surgían actores de la política que buscaban reposicionamiento.

Pintadas, fake news y fotos

Los ataques tomaron diversas formas, por ejemplo las pintadas que trataron de relacionar a Jaldo con el ex compañero de fórmula de Mauricio Macri en Cambiemos, Miguel Ángel Pichetto, de las que Jaldo responsabilizó al propio Manzur.

El gobernador dijo que no tenía tiempo de andar pintando, como si él mismo fuera quien hace ese tipo de tareas, pero se lo vio incómodo al tener que responder este tipo de consultas en sus recorridas diarias.

Las falsas noticias o fake news estuvieron también al orden del día y generaron críticas del jaldismo al manzurismo. Esas acciones se trataron de contrarrestar con las fotos de la agenda de uno y otro dirigente.

El locro y el covid

Los desencuentros ya no tuvieron disimulo alguno cuando Jaldo fustigó la actitud de Manzur de participar de un locro por el Día del Trabajador, sin respetar ninguna de las precauciones sanitarias, mientras se dan muertes por covid en la provincia.

Las imágenes denotaban la falta de distanciamiento y una cantidad no autorizada de personas reunidas, en contra de las medidas adoptadas desde el Comité Operativo de Emergencia (COE).

También sobre esta cuestión fue consultado Manzur, quien invocó su condición de médico sanitarista y negó que no se hayan respetado las medidas para evitar contagios. Los informativos mostraron las imágenes con el audio del mandatario.

Mediadores en escena

Cuando dos contendientes no quieren saber nada de sentarse a una mesa en la que sólo hacen falta dos sillas, es lógico que se necesita un mediador. Por el lado del manzurismo, quien llevó la voz oficial fue Sergio Mansilla, quien se reunió con Jaldo.

Mansilla no logró la ansiada tregua porque el PE no quería ceder en algunas cuestiones. Pese a que en sus declaraciones el ex senador alperovichista dijo que quería la unidad en el PJ, tuvo que ir a buscar la pelota dentro del arco como en sus tiempos de golero.

Por el lado del jaldismo, el intendente de Banda del Río Salí, Darío Monteros, se reunió con Manzur, pero éste no tenía intenciones de ceder en nada. La pelea sigue golpe por golpe y el escenario político se enrarece.

Interpelación en puerta

Las expresiones que señalaban la intención de interpelar al ministro de Educación, Juan Pablo Lichtmajer, generaron la decisión de no concurrir a la sesión. El manzurismo prefirió firmar una solicitada y reunirse en el PJ, en donde hubo conferencia.

Trascendió que hubo firmantes sorprendidos por esa solicitada, pero los más sorprendidos fueron los manzuristas que vieron desde afuera como se desplazaba de la vicepresidencia 1a. a Gerónimo Vargas Aignasse, por su par Antonio Ruiz Olivares.

Se votó la interpelación del titular de la cartera educativa, quien había dicho que concurriría, pero la incorporación de dos jaldistas, Tulio Caponio y Raúl Ferrazzano, a la Comisión de Juicio Político podrían complicarlo.

El humor social

Este golpe por golpe no le hace bien al oficialismo, en especial al Poder Ejecutivo, que tiene que resolver problemas importantes como la crisis económica derivada de la pandemia, la vacunación y la creciente inseguridad entre otras cuestiones.

El humor de la gente no está para bollos. No es un escenario propicio para tratar cuestiones político electorales. Los dos contendientes están en el ring, quienes los alientan tienen sus intereses, pero son dos los relojes que corren.

Para el Gobernador, sin reelección, la energía siempre va en desgaste. Mientras que para el Vicegobernador, posicionado primero en la continuidad del Justicialismo, pese a otros nombres que se tiran, el tiempo juega a fortalecerlo.

¿Y la lealtad peronista?

En este reloj que juega de distinta manera para los dos popes políticos que están golpe por golpe, en algún momento terciará la llamada lealtad peronista, que tiene en cuenta el liderazgo y la conducción.

Sin reforma electoral, sin escenario para propiciarla y sin humor social, sería un error del Justicialismo profundizar los desencuentros. Antes de que un imaginario árbitro comience la cuenta de protección, sería mejor darle atención a los emisarios.

Una reunión mano a mano, y quizás en la intimidad de una charla de compañeros de fórmula y más que nunca responsables de la gestión, sería más productiva que esta pelea en la que, a la larga, habrá un solo ganador.

*Analista político

 

 

 

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