La problemática del feminicidio es una de las consecuencias de una estructura social argentina de patriarcado, que persiste pese a los cambios que se vienen operando en cuanto a la participación y el protagonismo de las mujeres. Conscientes de que una “Perspectiva de Género” es importante en el ámbito de la Justicia, la Escuela Judicial del Consejo Asesor de la Magistratura (CAM), posibilitó la capacitación a cargo de la socióloga, historiadora y feminista, doctora Dora Barrancos, quien dialogó con Diario Cuarto Poder sobre su impresión con respecto a este problema y las transformaciones que se produjeron en los últimos tiempos.

-¿A qué atribuye la virulencia contra las mujeres en los últimos tiempos?
-Vemos en el presente con ojos azorados el problema, pero carecemos de estadísticas para confrontar lo que hoy tiene un nombre y es el feminicidio. Antes quizás se llamaba de otro modo. Las mujeres que morían asesinadas en 1900 ó 1920 eran víctimas de los celos, de la pasión, el hombre las mataba porque la amaba. Era una idea que fue superada con el tiempo. Hoy esos fenómenos se llaman feminicidios porque cambio el concepto y la percepción, además de las reacciones valorativas sobre esta costumbre de eliminar a las mujeres.

-¿Hubo cambios en los auxiliares de la Justicia como en el caso de la policía con respecto a este problema?
-No soy de las que abona la idea de que no ha habido cambios, los hubo. El problema es la profundidad, la sostenibilidad, la malla en donde están colocados todos estos instrumentos. La policía sola no puede hacer nada. Para intervenir frente a estas cuestiones aciagas hace falta una malla completa. Hay situaciones en las que es muy azarosa la presentación de una mujer en una comisaría, tiene que ver mucho la burocracia del caso y que haya más aparatos para la contención, que es fundamental en un caso de violencia de género. La capacidad de respuesta debe ser inmediata. Hay que darle mucha más sostenibilidad, arraigo y recursos de todo orden. En definitiva son recursos de conexión, de aglutinación de todos los agentes que en nombre del Estado tienen que actuar para prevenir que haya una nueva víctima fatal.

-¿Los magistrados se adecuaron a esta perspectiva?
-En alguna medida sí. Siempre quiero ser optimista. He visto algunos fallos que hacen una diferencia notable con respecto a 20 años atrás. Ello depende de algunas comunidades de la Justicia. En algunas suele haber una mentalidad más retraída, mientras que en otros lugares hay jueces con un tino interpretativo muy aguzado. He visto fallos muy en orden a derecho y a saber darse cuenta que se trata de una circunstancia que hace estrictamente a los derechos humanos. Esto se trata simplemente de derechos humanos. La afectación de las mujeres víctimas de golpizas, de feminicidios se traduce como un ataque a los derechos humanos. Si esa es la visión, se puede esperar que los magistrados estén a la altura de las circunstancias en sus decisiones.

-¿La mujer es consciente sobre su rol para contrarrestar el tradicional patriarcado argentino?
-Hay una conciencia de la mujer con relación a 20 años atrás, en donde también se había dado una reverberación con fuerza de las gestiones del feminismo argentino. Hoy existe mucha más compenetración por parte de las mujeres. Ha crecido su subjetividad litigante con el patriarcado. Hay mucha más idea acerca de los peligros, de la prevención propia para no caer en las redes de un amor que es en todo caso un estropicio. Pero no basta, aunque sí hemos dado las mujeres de todas las clases sociales una muestra muy extraordinaria. Creo que se van a sumar más mujeres. Necesitamos que los varones cambien su óptica. Necesitamos que los patriarcas se den cuenta de sus aciagas tretas.

-¿Cree que la situación puede revertirse desde la Educación?
-Desde el Nivel Inicial o Jardín de Infantes se debe crear una conciencia de la igualdad de oportunidades, más allá del género al que uno pertenezca. Hasta el momento no se ha logrado mucho, porque el patriarcado goza de buena salud; pero soy optimista. Me imagino que en la finalización de este siglo, quizás mis nietas puedan verlo, las mujeres van a entender su propio calibre y posibilidades, que no quiere decir que sean mejores, sino que puedan vivir en un mundo justo, equitativo e igualitario.
Quizás los problemas actuales que afrontan las mujeres se verán como trazos lejanos, como huellas de algo indigno que atenta contra la propia condición del ser humano. Tanto como hoy observamos con asombro que las mujeres no pudieron votar hasta mediados del siglo XX. La Historia nos enseña desde el pasado y nos proyecta al futuro.

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