La historia de Vicentín, ningún “trigo limpio”

Por Julio Denis* para Diario Cuarto Poder | Hoy el nombre de la empresa está en boca de todos y parece ser que cierto sector quiere poner a esa firma de lado de los pobres y desposeídos, nada más lejos de la realidad. Una larga historia de favores y beneficios.

Rivadavia lo hizo

La burguesía terrateniente argentina tiene su origen en la Ley de Enfiteusis, sancionada el 18 de mayo de 1826 por el primer Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Bernardino Rivadavia. Con ello creaba los grandes latifundios.

La mencionada ley buscaba generar tierras productivas, arrendando espacios fiscales pero sin enajenar el destino del bien público. Es decir sin ceder la propiedad de dichas tierras. Una suerte de contrato de alquiler que luego se transformó en propiedad privada.

El comienzo de la burguesía terrateniente

La idea en si no era mala, lo malo fue su aplicación. Lo que hubo fue el origen del latifundio, la piedra fundacional de la aristocracia agrícola ganadera que iría creciendo durante el rosismo y se completaría luego de Caseros.

Los sucesivos gobiernos nacionales mantendrían la misma actitud benéfica hacia esa elite de terratenientes hasta nuestros días. Un ejemplo actual es la empresa Vicentín, de la cual el verdadero sentido de “pueblo” debería sentirse ajeno.

Vicentín y la dictadura argentina

Vicentín era una algodonera hasta que la dictadura de Onganía le cedió sin costo tierras fiscales en Santa Fe. Luego, la dictadura de Videla le regaló el Puerto de Ricardone, en el departamento de San Lorenzo.

Más tarde, Domingo Cavallo, como funcionario de la dictadura, convirtió 2 millones de sus deudas privadas en deuda pública. Cambiemos continuó otorgándole préstamos impagables desde el Banco Nación.

Surgió en plena crisis del 29

La empresa de las familias Nardellli y Padoán se fundó en 1929, justo en el marco de la fractura del sistema financiero global y el derrumbe de la Bolsa de Nueva York, que produjeron un cambio de lógica del sistema capitalista.

Pero tomó impulso gracias manejos oscuros. Vicentín creció como algodonera. Hasta que en plena dictadura de Juan Carlos Onganía (1966-1970) con Adalbert Krieger Vasena como ministro de Economía, le regaló las mencionadas tierras fiscales.

Vicentín, junto a la Unión Agrícola de Avellaneda, una cooperativa que se terminó conduciendo como un grupo concentrado, dominaban el mercado de granos fijando precios y plazos de pago muy poco convenientes para los productores.

Condiciones abusivas y desapariciones

Las condiciones eran tan abusivas que los pequeños y medianos chacareros se agremiaron, a principio de los ’70, en las Ligas Agrarias para defender sus derechos que el Golpe de Estado de 1976 se encargó de desarticular tras una feroz represión.

La mayoría de sus dirigentes terminaron presos y desaparecidos. Algunas de las denuncias por violación a los derechos humanos comprometieron al directorio de Vicentín, ya que desaparecieron 22 obreros, 14 de ellos eran delegados de la empresa.

La dictadura, su mejor momento

De la mano de Videla y Martínez de Hoz, el grupo logró un crecimiento exponencial: en 1979 instalaron la planta de acopio, molienda y puerto en la ciudad de Ricardone, a pocos kilómetros de Rosario.

En paralelo, en el norte provincial se ubicaba como la número uno en el procesamiento del algodón, siendo la principal fuente de trabajo para las ciudades de Avellaneda y Reconquista. La compañía se había convertido en Vicentín S.A.I.C.

Era manejada por las segundas y terceras generaciones. El directorio se empezó a poblar con otros apellidos como los Nardelli, Padoán, Buyatti, Gazze casados con las hijas de los Vicentín y con ellos, surgieron nuevos paradigmas para los negocios.

Las “vaquitas son ajenas”

Una vez obtenida la extranjerización de los puertos de aguas profundas del Paraná, los propietarios de Vicentín comenzaron a tomar deuda irresponsablemente. En 1982, Domingo Felipe Cavallo estatizó 2 millones de dólares de Vicentín. Otro regalo.

Vicentín usó como propiedad privada todos los regalos que le hizo el Estado Nacional desde las dictaduras de Onganía y Videla. En 2001, la compañía fugó 135 millones de dólares que nunca pagó. ¿Quién respondió por su actitud delictiva? Otra vez el Estado.

Deuda a todos los argentinos

Un tercio de los $18.182 millones que el Banco de la Nación Argentina (BNA) le reclama a la agroexportadora Vicentin en el concurso de acreedores fue otorgado a través de 28 préstamos concedidos en sólo 18 días de noviembre de 2019, apenas semanas antes de que la empresa cayera en default, dijeron fuentes parlamentarias.

Como era de esperarse, Mauricio Macri, un hijo pródigo de ese sector elitista que sólo supo beneficiar a sus pares desde la época de Rivadavia, fue parte de la estafa llevada a cabo por los directivos de la empresa.

Según las planillas de verificación de créditos realizada en el concurso de la aceitera, que tramita en el juzgado Civil y Comercial 2 de Reconquista y que pueden consultarse vía web, el BNA le prestó a Vicentin US$105,5 millones entre el 8 y el 26 de noviembre de 2019.

La pregunta es ahora ¿Acaso el estado no tiene derechos sobre los fondos públicos otorgados como préstamo a una empresa privada? Claro que sí, es dinero de todos y lo que algunos sectores, quizás confundidos están pidiendo es que el gobierno actual sea cómplice de una artimaña financiera gestada durante el macrismo.

Capitalismo feudal

La historia de Vicentín está ligada al capitalismo feudal y trasnacional. Los empleados son pobres y los accionistas multimillonarios. Los dueños de Vicentín recibieron terrenos fiscales regalados, dos puertos, y préstamos que nunca jamás han pagado.

Seguramente quienes marcharon apoyando a estos empresarios desconocen la turbia y nefasta historia detrás de una empresa que hizo sus mejores negocios en el momento más oscuro de nuestra historia.

Soberbia, prepotencia y pandemia

Otro dato de “color” para graficar la conducta de los dueños de la empresa, es que Gustavo Nardelli, uno de los directivos de Vicentín, la cerealera que debe 1350 millones de dólares, salió con su lujoso yate por el río Paraná como si nada a fines de mayo, en plena cuarentena, pero fue interceptado por la Prefectura.

Como resultado tiene una causa penal abierta mientras que su embarcación fue secuestrada. En el momento, el empresario fue detenido y finalmente fue conminado a cumplir el aislamiento aunque no quedó bajo arresto.

*Analista político

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