Las quejas por ruidos molestos en el museo más importante de nuestro país no llegan a buen puerto. Hacer una fiesta en el tercer patio del museo nacional cuesta 48 mil pesos.

En el lugar en el que uno debiera usar la imaginación para escuchar los ecos de la declaración de la Independencia, los ruidos molestos y la música a alto volumen parecen tornarse en una mala costumbre. Resulta que por la módica suma de 48 mil pesos, se puede hacer uso, desde el segundo hasta el tercer patio de la Casa Histórica, para realizar eventos especiales.
Se trata de una noticia de la que no está al tanto la mayoría de los tucumanos, e incluso es ajena a los turistas que, muchas veces se dan con la sorpresa de no poder ingresar al lugar en donde se encuentran placas historicas de reconocimiento a los próceres de 1816. ¿Por qué no pueden ingresar a esa zona? Porque los ocasionales inquilinos, o sea aquellos que la alquilan por unas horas, se encuentran en pleno evento o en los preparativos de las mesas y la logística. Ello no sólo impide observar esas placas sino los relieves realizados por la escultora tucumana Lola Mora, y que representan dos de las escenas más importantes de la historia argentina: la Revolución de Mayo y la Declaración de la Independencia.
Muchos se retiran del museo más importante de nuestra historia, en medio de quejas, por no poder recorrer toda la extensión de la Casa Histórica, a pesar de haber pagado la correspondiente entrada.

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Aunque no siempre se lo utiliza, el segundo patio también suele ser ocupado para este tipo de ocasiones, que se repiten a menudo, ya que a veces es difícil encontrar turno para incorporar una celebración en un sitio tan especial como éste.

Los ruidos molestos
Las mesas y sillas, el despliegue de mozos, comida y bebida, dan lugar además de una cena o un almuerzo, muchas veces con visitantes que vienen a algún congreso o capacitación en nuestra provincia, a los bailes y la música a altísimo volumen. Claro, la cuestión pone de mal humor a los vecinos de la zona, quienes se quejan ante las autoridades policiales sin éxito. Nadie concurre a acallar la música o los gritos en jurisdicción nacional. Sería un sacrilegio concurrir a golpear las puertas azules del ingreso principal y, porque no, las rejas de ingreso desde el tercer patio. Lógicamente que lo que es parte esencial del museo no tiene acceso, pero el resto se colma de sonidos, colores y bullicio.
Sin embargo, aquellos ilusos vecinos que piensan que llamando al número del Museo Casa Histórica, hallarán sosiego para poder dormir tranquilos, ya que al día siguiente hay que trabajar, o simplemente para asegurar el descanso de fin de semana, se equivocan. Porque del otro lado les contestan: “número equivocado”, pese a que detrás de esa expresión se escuchan los mismos ruidos que no dejan dormir al vecindario. Justamente no atiende Doña Francisca Bazán de Laguna, por ser imposible, pero quien responde de ese modo supone que existe cierta impunidad, tanto por el lugar como por la jurisdicción.
Tampoco allí llega ningún control de organismos que sí llegan a cualquier fiesta que se haga en el territorio de la provincia.

Movido día de la Primavera
Horas de incomodidad pasaron los vecinos en el inicio de la Primavera. Resulta que los participantes de un congreso medicinal, usaron el segundo y tercer patio para realizar su cena de camaradería. que luego derivó en un baile, que no dejó dormir a nadie. Las quejas se multiplicaron, pero como ocurre siempre, nadie pudo desactivar los ruidos molestos. Otra vez las llamadas al número del museo reflejaron como fondo el jolgorio reinante, sofocando los ecos de aquella pregunta fundamental que respondieron los congresales hace más de doscientos años.

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