Una vez que Diario Cuarto Poder publicó el 22 de febrero pasado los detalles del “Escándalo Plan Coreano”, tanto el titular del Plan Belgrano, José Cano, como sus colaboradores directos, comenzaron a desmentir cualquier vinculación de los implicados con esa unidad.

Primero fue el coordinador de Comunicación y Relaciones Institucionales, Ramiro Garrocho, quien a través de un escueto comunicado de prensa enviado a los medios, negaba cualquier vinculación de los integrantes de la comitiva a Corea, con el Plan Belgrano. Pocos días después fue el coordinador de Infraestructura de esa estructura, Ricardo Ascárate, quien aclaró en el diario de mayor circulación, La Gaceta, que ninguno de los mencionados era funcionario de Cano y que las publicaciones en páginas digitales tenían una intencionalidad política.
A ello se sumó una campaña de desprestigio en contra del Diario Cuarto Poder, que no tuvo el efecto deseado, al punto que cuando desde nuestra publicación se dio a conocer que Alberto Darnay había sido designado el 17 de agosto de 2016 como coordinador de enlace con la Unidad Plan Belgrano, las aclaraciones del entorno de Cano se mandaron a silencio.
La historia había comenzado mucho antes. En medio de un año de múltiples actividades, como lo fue el 2016, como consecuencia de los festejos conmemorativos de los 200 años de la declaración de la Independencia argentina, un empresario le presentó a Darnay a sus pares coreanos de la subsidiaria japonesa ESSCOM. Éste los llevó a su casa de Tafí del Valle, en donde los agasajó. En junio, una comitiva de esa firma se reunió con Cano y Ascárate en la sede del Plan Belgrano en Buenos Aires, como lo reveló su propia cuenta de Twitter.


En octubre, partió hacia Corea la comitiva, encabezada por Alberto Darnay, Osvaldo Barreñada y el representante de una fundación ambiental, quienes llevaban una plaqueta en la que Darnay aparecía como representante del Plan Belgrano y la Jefatura de Gabinete. El encuentro fue tan importante que los medios digitales coreanos lo reflejaron, además de contar con la presencia de la propia CEO de la casa central japonesa, Kanno Atsuko. Se firmaron acuerdos, en los cuales figuraban ambos representantes argentinos, y se pactó la compra de ahorradores de energía industriales-residenciales por un monto de 315 millones de dólares. Todo se desarrolló en un marco de entusiasmo, pero cuando se disiparon los fuegos de artificio y el cumplimiento de lo acordado no llegaba, los coreanos desconfiaron. Esa desconfianza los llevó a enviar emisarios en la búsqueda de Darnay, quien no les despejó las dudas y recurrieron entonces a Cancillería Argentina. El resto de la historia ya se conoce.
Se habla de una salida decorosa de Cano, pero el escándalo estalló y tiene derivaciones que podrían convertirlo en un paradigmático caso de corrupción de la gestión de Cambiemos. Es inminente la llegada de este caso a Comodoro Py.

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