Brujas-para-cuento-de-Aguilar
Escritores contra la Panemia | La propuesta literaria y solidaria de Diario Cuarto Poder, sumó a un asiduo colaborador de nuestro diario, el escritor tucumano Javier Aguilar. Quienes quieran enviar sus trabajos pueden hacerlo a [email protected]

“Las ocho Brujas”

Se acomodaba los anteojos vetustos casi al mismo tiempo que parpadeaba, quizás cerca de ser una expresión de destello de ansiedad, era una vieja maña encastrada en sus movimientos o una extraña enfermedad que desde hacía un tiempo lo atormentaba; con la derecha nuevamente se los acomodaba, con la izquierda, el índice propinaba movimientos ligeros y cortos sobre el pulgar. Algunos cabellos se veían en su desértica cabeza, y muy cerca de la frente  aparecía un extraño y encorvado apéndice óseo de no más de un centímetro (ese día estaba muy desencajado y se había olvidado el sombrero). Elegía para caminar el único pasillo del internado, en vez del parque que rodeaba la institución. Se desplazaba lento por el pasillo, el que elegía una y otra vez. Le costaba caminar: arrastraba una pierna y luego la otra, una pierna y luego la otra, como intentando espantar a los viejos espíritus que merodean el internado, espíritus a los que él nunca les tuvo miedo. Por las noches esos rastrones armaban y desarmaban conjeturas en los pensamientos ajenos. La izquierda la tenía siempre ocupada sosteniendo el cigarrillo, uno y otro cigarrillo; cuando se adormecía el día, en el índice ya impregnado de la nicotina de veinte años, se formaba una nueva capa, una fresca capa amarillenta, para reforzar el vínculo que había forjado con el pucho.
Cuando se quedaba a mitad del pasillo ya era un hecho que las demoníacas voces retumbaban con mucho más fuerzas en su cabeza. Pero él no se quedaba callado, y le contestaba:
―¡Cállense ustedes, hijas de puta! ¡Brujas de mierda, ya me cansaron, váyanse a la mierda, putas!
Levantaba la izquierda, y realizaba tres pitadas seguidas. Giraba la cabeza con los ojos entreabiertos, tal vez en busca de nuevas estrategias para intentar disuadir a las brujas que no paraban de hablarle.
Esas voces resistían al más fuerte fármaco, resistían los métodos y sesiones con psiquiatras experimentados, resistían a las viejas y nuevas teorías psicológicas, resistían a todo, incluso, resistían a las cadenas de oraciones.
¿Cuándo lo conocí? Nos cruzamos en el pasillo. Tenía la campera de lana al revés con diseminados agujeros pequeñísimos; las zapatillas negras, viejas y desatadas; un pantalón azul de una o dos tallas más, ¿habría sido su talla hacía un tiempo, hacía mucho tiempo? La barba desprolija, las facciones del rostro cadavéricas posicionaban a este hombrecito en un ser olvidado por la vida. Movía continuamente la mandíbula, masticaba un acullico de hojas de coca, por esa razón sus labios, lengua y dientes estaban manchado con un verde indeleble. En ese instante lo conocí, en ese pasillo, el pasillo que él había elegido una y otra vez para deambular.
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Había pasado un tiempo (un tiempo que no se puede medir en días, que no se puede contar con los minutos, el tiempo de él no tiene una escala, que es también mí caso, no es proporcional a este mundo, escapa a la realidad de los otros seres humanos) cuando me contó que eran ocho voces que lo atormentaban, voces de ocho brujas, me lo repitió con una contundencia que se me puso la piel de gallina. Él recordaba una y otra vez… repetía solo tres nombres: Leyla, María y Carmen… me dijo que después me diría el de las otras, pero me contó que estas tres lo habían engualichado, eran las culpables de la extraña enfermedad mental que lo tenía cercado en otra realidad.
Anoche, cerca de las dos de la mañana lo escuché gritar en la puerta de enfermería. Implorando por una pastilla que le permita dormir porque las brujas no dejaban de hacer bullicios. Esa noche yo tampoco pude conciliar el sueño, me quedé preocupado, pensando en ese pobre hombre, en su soledad: sus familiares lo habían abandonado en ese internado hace más de diez años. Esa noche me quedé sentado en el filo de la cama fumando, acortando los segundos con cada una de las pitadas.
Al día siguiente, me levanté muy temprano y me fui por el pasillo hasta la enfermería a preguntar cómo estaba el pobre hombre, no me quisieron dar ninguna información, es más, por poco, el joven enfermero me cerró la puerta en la cara, por unos centímetros no me golpeó. Regresé a mi cuarto, me saqué el sombrero, prendí otro cigarrillo, extraje del cajón de la mesa de luz una servilleta de papel y limpié los cristales de mis viejos anteojos. Minutos más tarde volví a caminar por el pasillo, espero no encontrarme de nuevo con las brujas hijas de putas. Esta vez ya tengo decidido matarlas, a las ocho, o son ellas o soy yo.

 

Datos del autor

Javier Alejandro Aguilar (Tucumán – 1977) es autor de: Lo que sí recuerdo (2008), Estallido de emociones (2011), El gato y el cuervo y otros cuentos cortos (2016), El Dragón de Cartón y otros cuentos, y Lucio y el cerro San Javier (que ha sido declarado de interés cultural por el ente Cultural de la provincia de Tucumán.

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El-escritor-Javier-Aguilar.

Ha sido reconocido en el concurso literario internacional «Relatos Asombrosos» por su cuento «Lucio y el cerro San Javier» (2015). Obtuvo el Segundo Premio en el concurso de cuento organizado por  la SADE, Filial Tucumán (2016), con su cuento «Venganza Amarga». 2016 Obtuvo la Tercera Mención en el Concurso de Cuentos del NOA, con su cuento «El concurso» organizado por la Fundación Cultural Santiago del Estero; 2017 obtuvo el Primer Premio en el concurso de Cuentos, «Leopoldo Lugones»  con su obra «La Clase de Historia» organizado por el Instituto John Kennedy. Por su cuento «Lo voy a padecer» fue finalista en el V Concurso Literario de cuentos y poesía «Leopoldo Marechal» organizado por la Asamblea Juan B. Justo y Corrientes, año 2016.

El cuento «A Puertas del Bicentenario (2017)» y el cuento «El Plan» (2018) han sido publicados en la revista digital Nueve Musas de España, por haber sido finalistas del concurso literario organizado por dicha revista.

Actualmente dirige el Taller Literario Infantil para los alumnos del sexto grado del Colegio Ntra. Sra. De Montserrat y es colaborador del diario digital Orbinews.com y diario Cuarto Poder.

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