prostata

Los hombres son pocos adherentes a los chequeos urológicos anuales que se aconseja realizar desde los 50 años. Es que, a partir de esa edad, 4 de cada 10 presentarán enfermedades prostáticas como la hiperplasia benigna o el cáncer.

La próstata es una glándula del aparato reproductor masculino, que se encuentra entre la vejiga y el esfínter urinario, por delante del recto. Contiene células que producen parte del líquido seminal que protege y nutre a los espermatozoides.

“El 40% de los hombres mayores de 50 años padecerá enfermedades prostáticas en algún momento, y ese porcentaje se incrementa con el paso del tiempo, hasta llegar al 80-90% a los 80 años. Los controles, una dieta equilibrada y el diagnóstico temprano son las claves para su cuidado”, afirma Gonzalo Vitagliano, jefe de la Sección de Oncología del Servicio de Urología del Hospital Alemán, en el marco del Día Mundial de la Salud Prostática.

Los controles periódicos favorecen la detección precoz. Foto Shutterstock.

Los controles periódicos favorecen la detección precoz. Foto Shutterstock.

Hiperplasia prostática benigna

Entre esas enfermedades se encuentra la hiperplasia prostática benigna (HPB). Vitagliano explica que se trata de una afección asociada al envejecimiento que comienza alrededor de los 40 años y que se caracteriza principalmente por cambios estructurales a nivel de la próstata.

“Si bien no se relaciona con el cáncer de próstata, son dos enfermedades que pueden coexistir“, aclara.

Asimismo, advierte que la HPB impacta en la calidad de vida de quienes viven con ella “pero además, con el tiempo, puede generar un deterioro del músculo de la vejiga, alterar la función de los riñones y llevar a la insuficiencia renal“.

Algunos de los síntomas que se asocian a este cuadro son: levantarse a la noche a orinar, disminución del calibre del chorro miccional, dificultad para empezar a orinar, aumento de la frecuencia miccional, sensación apremiante de ir al baño ante el deseo de hacer pis y sensación de vejiga ocupada luego de orinar.

Los tratamientos disponibles se dividen en dos grandes grupos: médicos y quirúrgicos, precisa el especialista.

“Dentro de los tratamientos médicos hay recomendaciones en la dieta que pueden ayudar y diversos grupos de fármacos que mejoran los síntomas. Y entre los quirúrgicos existen opciones de cirugía mínimamente invasiva sin incisiones con rápida recuperación y cirugías convencionales. La elección de una u otra alternativa depende de cada paciente en particular.”

El cáncer de próstata es el tipo más frecuente en hombres. Foto Shutterstock.

El cáncer de próstata es el tipo más frecuente en hombres. Foto Shutterstock.

Cáncer de próstata

El cáncer de próstata es el más frecuente en hombres: produce unos 11 mil casos nuevos por año (uno de cada cinco entre todos los tipos de tumores detectados en varones) y causa más de 3700 muertes.

La importancia de detectarlo en forma precoz radica en que, de ser necesario, el tratamiento puede impedir o retrasar el avance; mientras que hay casos en los que solo se indica seguimiento. El objetivo: evitar que los hombres lleguen a la consulta en estadíos avanzados de la enfermedad.

“En los últimos años varios estudios han evidenciado que gracias a la utilización de programas de diagnóstico temprano, ha aumentado la detección de tumores localizados factibles de curación y la disminución de la muerte a causa del cáncer de próstata. Actualmente, gracias al diagnóstico temprano, pasó a ser la tercera causa de muerte luego del cáncer de pulmón y del colorrectal”, dice Vitagliano.

“La detección temprana se asocia a un mayor índice de curación. Esto se realiza mediante un control urológico a medida de cada paciente, teniendo en cuenta su edad y la presencia o no de factores predisponentes. El examen digital rectal y el antígeno prostático específico (PSA) siguen siendo los pilares del diagnóstico temprano.”

Según el especialista, el cáncer de próstata es una enfermedad polifacética “que requiere de un enfoque específico para cada individuo”, lo que derivará en el diseño de la estrategia de observación o tratamiento.

En el caso de que se requiera un abordaje terapéutico, “el desarrollo de nuevas tecnologías como la radioterapia de última generación y la cirugía de mínima invasión han permitido tratar esta malignidad en estadios tempranos con mínimas consecuencias para la calidad de vida del paciente”.

Una dieta adecuada, el primer aliado

“La dieta juega un papel fundamental en la salud prostática y podría contribuir en la disminución del riesgo de cáncer“, señala el oncólogo y, en ese sentido, aconseja seguir un plan alimentario que incluya:

✔Verduras de la familia de las crucíferas, como el brócoli, el repollo y la coliflor

Vegetales ricos en omega-3

✔Alimentos ricos en vitamina E como los aceites vegetales, frutos secos y semillas, germen de trigo y granos enteros

✔Alimentos ricos en fibra, como los cereales integrales

Alimentos ricos en licopeno como el tomate, pomelo rosado y sandía

✔Alimentos ricos en selenio como los frutos secos, mariscos, pescado, salvado de trigo, germen de trigo, la avena y el arroz integral

✔Soja: sus isoflavonas ayudan a reducir los niveles de dihidrotestosterona (DHT), una hormona masculina que favorece el crecimiento excesivo de tejido de la próstata

Además:

✔Evitar los picantes, el alcohol, la cafeína y aquellas sustancias que irriten el tracto urinario

✔Disminuir el consumo de carnes rojas y grasas saturadas

✔Beber mucho líquido para mantener la vejiga limpia.

 

 

fuente: clarin

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