Siguiendo la pista de un cargamento de casi media tonelada de marihuana, la Policía Metropolitana llegó hasta el líder de una organización que tenía su centro de operaciones en Cañuelas, provincia de Buenos Aires. Allí llegaba la cocaína de máxima pureza desde Salta y era cortada con precursores químicos comprados en el mercado negro. De acuerdo a los detalles del expediente, la organización usaba una especie de sistema de trueque para conseguir la mercadería: llevaba la marihuana hasta Tucumán, allí la vendía y casi al instante compraba cocaína que había entrado al país por la frontera salteño boliviana.
Según información difundida por el Ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, el líder de la banda era un ciudadano español con pedido de captura internacional desde 2011 como narcotraficante. “El Gordo Luis” o “El Gallego” (como aparecía en las escuchas) era el encargado de manejar el acopio y estiramiento de la cocaína en territorio bonaerense. De allí el nombre que la Policía usó para bautizar el caso: “Operación Paella”.
De acuerdo a lo que se difundió ayer, el primer paso para la caída de esta banda y la detención de 10 sospechosos (cinco argentinos, cuatro paraguayos y el español) ocurrió el pasado miércoles 18 de mayo. Ese día, la División de Investigaciones Criminales de la Policía Metropolitana interceptó una camioneta Ford Ranchera y un VW Vento en el peaje de la ruta 9 en la ciudad de Lima, unos 20 kilómetros al norte de la localidad de Zárate. Dentro de la Ranchera se encontraron escondidos 352 ladrillos de marihuana. “Este operativo insumió tres meses de investigación, con seguimientos y con un trabajo de campo muy importante donde se desbarató una gran banda internacional que vendía cocaína y marihuana”, declaró Martín Ocampo, ministro de Justicia de la Ciudad.
La investigación también incluyó el rastreo de los precursores que “El Gordo Luis” usaba para estirar la cocaína. Así se pudo determinar que eran comprados en una empresa química con domicilio en el barrio de Constitución y que no poseía los permisos que otorga el RENPRE (Registro Nacional de Precursores Químicos).
El decomiso de la casi media tonelada de marihuana que viajaba hacia el norte del país llevó luego al allanamiento en el domicilio de Cañuelas. Allí se pudo constatar que funcionaba una cocina de drogas y se secuestraron 21 kilos de cocaína de máxima pureza, unos 46 kilos de precursores químicos en polvo y varios litros de otros precursores líquidos como acetona, ácido clorhídrico, bicarbonato y éter, entre otros.

Fuente: Clarín

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