El señor “Paco” se pasea por Tafí destruyendo a la juventud

Los jóvenes taficeños se drogan en cualquier lugar
Los jóvenes taficeños se drogan en cualquier lugar

Un informe periodístico realizado en la “Ciudad del Limón” da cuenta del avance de esa adicción entre los jóvenes taficeños. Falta de respuestas de las autoridades y aumento de la delincuencia.

Marta ve a diario la cara de la muerte y ese es un dolor que se multiplica en ella de una manera brutal. ¿La razón? Ese rostro demacrado que nos imaginamos tiene “la parca”, lo observa en tres de sus cinco hijos, cautivos de la adicción al “Paco”, ese desecho del proceso de producción de cocaína que destruye el cerebro del que las consume por mucho tiempo.
Marta, es el nombre que le hemos dado para protegerla de la represalia de los “dealers”, ha golpeado tantas puertas que ya no recuerda a cuántos funcionarios acudió para solicitar ayuda. Su marido, al que llamaremos Ezequiel, no tiene un trabajo fijo y esa es una de las razones por las cuales no tienen recursos para atender la situación de sus hijos adictos. Las dos nenas de la familia aún se encuentran a salvo.
“Los chicos comienzan con el pegamento y después caen en el Paco”, sostiene Marta, con los ojos llenos de lágrimas. Luego reconoce que el flagelo se encuentra en una fase casi incontenible, al punto que los chicos se drogan a plena luz del día, por ejemplo, en la esquina de la capilla que se encuentra en el llamado Barrio Calpini.
“También se meten en cualquier baldío a aspirar o fumar porquerías. La policía no interviene para detener a los que les venden esa basura”, expresa la mujer, que concluye que los distribuidores cuentan con “vía libre” de la policía para llevar adelante la venta de su adictiva e ilegal mercancía.

Vecinos piden en carteles que se deje de vender droga
Vecinos piden en carteles que se deje de vender droga

La falta de contención en la “Ciudad del Limón” se nota además en el incremento de los adictos al “Paco”, que por ser un residuo es una droga relativamente barata -se la puede conseguir por entre 15 y 25 pesos- y que se expande en barrios en donde las necesidades socioeconómicas son altas. Los barrios en donde esta adicción está creciendo sin que se le pueda poner coto son: Los Pocitos, Yrigoyen, 14 de Setiembre, 10 de Noviembre o “colador”, Calpini, “Ciudad Oculta” y a lo largo de todos los asentamientos que se encuentran a lo largo del llamado “zanjón”.
El corto efecto que logran los jóvenes con el consumo del “paco” hace que tengan que incrementar su consumo para no caer en las sensaciones que se generan luego de haber consumido, como la sensación de angustia, depresión e inseguridad, deseo incontenible de seguir fumando, tristeza, apatía e indiferencia sexual.
Los vecinos del barrio Calpini colocaron un cartel en donde instan a que se deje de vender droga, una desesperada reacción para tratar de llamar la atención de las autoridades. “Nuestros hijos están muriendo por esa porquería y no podemos hacer nada. Si los castigamos es peor y no los podemos tener atados en la casa para que no salgan a fumar”, señala otra mujer, que no quiso dar a conocer su indentidad, pero cuyos hijos también cayeron en el consumo del “paco”. Afirma que “lo peor es que salen a robar cualquier cosa para venderlas y comprar esa mierda (sic)”.
El aumento de la adicción va de la mano con el incremento de los hechos delictivos. Muchos vecinos se tienen que enrejar e incluso electrificar los accesos para evitar que les roben las pocas cosas de valor que tienen.
El consumo de “paco” produce alucinaciones, euforia y pérdida de contacto con la realidad, pero sus consecuencias son tremendas:
– El ácido sulfúrico en el compuesto produce enfisema y cáncer pulmonar a mediano plazo.
– El kerosén disuelve el recubrimiento mielínico de los axones, impidiendo la transmisión de los impulsos eléctricos en las neuronas. A su vez, la combustión del kerosén genera monóxido de carbono, el cual substituye el oxígeno en los eritrocitos de la sangre.
– Expectoración de sangre o mucosa sanguinolenta del tracto respiratorio, entre otras consecuencias graves.

Nota edición semanal impresa Diario Cuarto Poder

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