El aullido del lobo alfa pierde nitidez en el Peronismo

Tucumán es uno de los pocos reductos en donde el justicialismo mantuvo el poder. ¿Será un logro? Quizás. La oposición, sin embargo, se acercó mucho y supo capitalizar las denuncias de fraude para convertir al “Jardín de la República” en una bisagra fuerte de la campaña electoral nacional, que finalmente le valió la presidencia al ingeniero Mauricio Macri.

Muchos señalaron a la estructura oficialista comandada por José Alperovich, el Nº 1 en la provincia durante doce años consecutivos, como el mentor de esta victoria, que coronó a la dupla conformada por Juan Manzur y Osvaldo Jaldo. En ese momento, como en los doce años anteriores, el aullido de “lobo alfa” de Alperovich era indiscutible dentro del Partido Justicialista. Y no era para menos, hasta su esposa la ex senadora Beatriz Rojkés, estaba en la cúspide de la pirámide partidaria sin oposición ni cuestionamientos de ningún tipo. Se replicaba la obsecuencia a la que los aduladores habían acostumbrado al actual senador nacional.
José Alperovich, acostumbrado a que nadie le haga sombra, sólo había tenido la oposición electoral de una estructura aceitada pero no muy grande, la del Movimiento de Unidad Popular (MUP), cuyo referente principal, el alberdiano Luis Romano, osó enfrentarlo en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) de 2013. En esos comicios algunos dirigentes fuertes prefirieron bajarse del ring porque consideraron que no era el momento de enfrentarlo.

José con Cristina
Hoy, a más de tres años de esa contienda, justamente es el MUP y el propio Romano, quienes realizaron una importante afichada y cuyos militantes recorren cada uno de sus territorios explicando que traen una propuesta de cambio en el PJ, decididos a enfrentar a quien sea en las internas para la definición de los candidatos que conformarán la lista a diputados nacionales, que se renuevan en el mes de octubre próximo. Romano tiene a su favor que enfrentó a Alperovich, que no se fue del PJ, que acompañó al ganador pero dejando en claro los aspectos en que diferían y que supo mantener y hacer crecer la estructura, a pesar los embates de sus primos de “La Cámpora”, que siempre los vieron como una amenaza por su particular estilo de militancia. Hoy la organización que tuvo como referente provincial a Jesús Salim no existe o por lo menos no aparece. Quizás estén en proceso de reciclado y hasta abandonados por los popes nacionales como “el cuervo” Larroque y el propio Máximo Kirchner.
Por el otro lado, desde Río Seco, en los últimos días de diciembre de 2016 y cerca de la finalización del año del Bicentenario de la Independencia, nació otra línea opositora que está en plena consolidación y que tiene como algunos de sus referentes a Alberto Cúneo Vergés, “Pocho” Ibarra y Carlos Ale, quien es el presidente de la Junta Departamental Capital del PJ. Muchos dentro del oficialismo justicialista miraron de reojo y con algunas sonrisas socarronas la aparición en escena de este potencial frente, pero a poco de ver que la cosa iba en serio, comenzaron a averiguar quienes estaban adhiriendo a la movida. Este espacio no sólo está creciendo y logrando más adeptos, heridos de tanto maltrato alperovichista, sino que ha planteado una posición muy dura con respecto a quienes han llegado en el alperovichismo a los cargos de representación. Les quieren discutir esa representación que se ganaron “a dedo” en las listas confeccionadas sin discusión por José Alperovich.
En tanto que el actual senador nacional, José Alperovich, sueña con regresar al “Sillón de Lucas Córdoba” y para ello quiere contar con la mayor cantidad de referentes territoriales. Fiel a su estilo, él sabe que cada hombre tiene su precio y analiza cada movida de sus potenciales contrincantes.
Esta vez la cosa no será fácil porque muchos piensan, aunque no lo repiten en voz alta, que el ciclo alperovichista ya llegó a su fin. En tanto que el lobo alfa quiere seguir aullando con la misma fuerza, pero lejos del palacio gubernamental el eco se va apagando.
Alperovich confìa y desconfía de los funcionarios que le responden. Una de sus grandes virtudes fue desconfiar, pero ahora, desde el escaño del Senado, en asados en su residencia, o en recorridas por distintos puntos de la provincia, necesita confiar.
Por otra parte, la actitud del actual gobernador Juan Manzur y del vicegobernador Osvaldo Jaldo, no es para nada confrontativa con el ex mandatario. Quienes están proponiendo un cambio de dirección son aquellos más cercanos a la militancia y al territorio. Son aquellos que están alejados de la comodidad de los despachos oficiales y que saben que su capital se encuentra en la gente y en la cercanía con sus problemáticas cotidianas.
Dentro del PJ tucumano hay una movida, un malestar que sube desde las bases y que deberá ser atendido, más tarde o más temprano. Por otra parte, los liderazgos no son eternos y pueden replantearse. Quizás entre esos militantes cansados de los doce años de alperovichismo, haya un potencial lobo alfa, que esté ensayando su aullido. Tal vez falte mucho tiempo para que se posicione como líder de la manada, pero hay que tener en cuenta algo que puede resultar muy natural en otras latitudes del mundo: los chicos crecen.
Retirarse con la entereza con que lo hizo Barack Obama, no lo puede hacer cualquiera. La actitud del ex presidente norteamericano podría servir de ejemplo para muchos del ámbito de la política.

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