De teléfonos rojos desde Buenos Aires y el armado de la lista de candidatos en la provincia

—¡¡¡Eduard querido!!! ¿Qué hace con ese teléfono rojo y de fondo la música de Pink Floyd? ¿Acaso está atrasando y volvió a los tiempos de la guerra fría?
—¡No sea mal educado! ¡Usted no respeta ni las canas, ni el jopo!
—Bueno, no se me lo sulfure Eduard que le puede venir algo.
—No me haga levantar temperatura entonces.
—Tranquilo, ¿me va a contar por qué tiene el teléfono rojo al lado?
—Porque está llegando el momento de la verdad.
—¿Qué verdad?
—Hay que saber si el teléfono de Buenos Aires sigue funcionando.
—¿El teléfono de Buenos Aires?
—Sipi.
—¿Y se puede saber a quién llaman, quién lo hace, y para qué llaman desde Buenos Aires?
—Llaman a Juan y lo hace una mujer.
—¿Una novia?
—¡¡¡No sea zopenco!!! Me refiero a una mujer que tiene peso en la política nacional.
—Ah, ya sé. Se trata de…
—No lo diga que la gente ya la sacó al toque.
—¿Y para qué llama ella?
—Lo confirmaremos con el anuncio de la lista de candidatos en el oficialismo.
—¿En serio?
—Sipi.
—¿Me puede adelantar algo?
—Mire, en el oficialismo dejaron trascender una lista para molestar a Osvaldo, pero también con un ojo en Buenos Aires.
—¿Por qué el ojo en Buenos Aires?
—Porque incluyeron a un candidato de La Cámpora entre los potenciales diputados.
—Sí, a Marcelo Santillán, tengo entendido.
—Sipi, pero esa jugada le salió mal a Juan porque el teléfono rojo pidió también para senadora a la esposa de Jesús Salim, líder de La Cámpora en Tucumán.
—¿Mabel Carrizo?
—Sipi.
—¿O sea que si ambos integran la lista de candidatos a senadores y diputados quiere decir que el teléfono rojo funciona?
—Sipi. ¿Acaso está tomando Avivol B12?
—No se haga el bovina Eduard que no le pago el café.
—Eso ya no importa.
—¿Por qué?
—Porque ya me comí un sánguche y tomé una cerveza a su cuenta.
—¡¡¡Ya me jodió de nuevo…!!!

 

 

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