Chinín es un lugar emblemático para los vecinos de San Martín. Con 53 años de historia, este emprendimiento de familia italiana se convirtió en un hábito para varias generaciones que disfrutan la degustación de un helado artesanal de calidad.

Súbitamente (y seguramente sin quererlo), el local quedó en el centro de la escena por el escándalo de las coimas millonarias develadas en los cuadernos de Oscar Centeno, el chofer de Roberto Baratta, ex secretario de Coordinación del kirchnerismo. La causa tiene 16 detenidos y la Justicia acusa a Cristina Kirchner de ser la jefa de una asociación ilícita para delinquir con fondos del Estado.

En sus anotaciones, Centeno reveló que Julio de Vido, el ex ministro de Planificación, era fanático de Chinin y por eso enviaba periódicamente al chofer a comprar kilos de su gusto preferido: sambayón granada.

La demanda era siempre precisa e inapelable: Centeno debía dirigirse a la heladería de San Martín, sin importar la cantidad de horas de viaje que debiera cubrir para satisfacer el antojo de De Vido.

El domingo, en una agradable tarde de sol, la heladería de la polémica permanece con sus persianas metálicas selladas en un ambiente de quietud, que sólo es interrumpido por el tránsito sobre la Avenida Balbín.

Chinin ocupa un amplio predio en la intersección con Pueyrredón e incluso tiene un estacionamiento propio para 60 autos. En la parada del 670, el único personaje que deambula por ahí se asombra cuando se le consulta si sabía que De Vido era cliente de la heladería de la esquina y mueve su cabeza en señal negativa.

Resulta llamativo que el lugar permanezca cerrado en un día estimulante para consumir un helado o un cucurucho, a pesar de estar en invierno. Aparentemente, los dueños tendrían otro local en Italia, donde ahora es verano. Entonces decidieron cerrar Chinin por 3 meses y recién lo reabrirán el mes próximo, cuando se acerque la primavera.

En su fachada, el local tiene una imágen icónica de la década del ’60: en lo alto luce un antiguo cartel colgante con la península itálica que en las noches de verano debería relucir con las luces de neón que remarcan sus límites.

La escenografía del lugar no permite suponer que un ex superpoderoso ministro (hoy preso) como De Vido fuera cliente de una heladería en un lugar neurálgico de San Martín. El paisaje suburbano se completa con dos edificios con sus fachadas grises y descuidadas, ubicados en la siguiente cuadra.

Por último, hay una pinturería que limita con Chinín. Y en diagonal a la heladería, un negocio de venta de parrillas anuncia una oferta especial con 20% de descuento.

fuente. clarín

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