Daniel Muñoz junto a la ex presidenta, Cristina Kirchner

La vida del ex secretario cambió súbitamente tras la muerte de Néstor Kirchner. De virtual valet pasó a vivir con lujos, a viajar con su mujer en primera clase a París y a comprar propiedades en Miami. Hace poco fue intervenido quirúgicamente y, anestesiado, dijo: “La bóveda está en Charata

El 27 de octubre de 2010 era feriado y había censo nacional. El país estaba “pensando” en otra cosa. La Argentina, los argentinos, se estaban contando. Los censistas golpeaban puertas, se sentaban, preguntaban y en extensas planillas escribían números: de personas, de habitaciones y de otras cosas. Y él, que era argentino, también contaba. Pero contaba otra cosa. No estaba en su casa, sino en la de sus patrones. Dicen que Daniel Muñoz contaba y embolsaba dinero. Mucho dinero.

Es una versión que, de tan repetida, quedó impresa en el imaginario colectivo como un hecho inapelable. El día de la muerte de Néstor Kirchner, su secretario todoterreno –el mismo que este miércoles se conoció que murió de cáncer de estómago y se llevó muchos secretos a la tumba– fue apurado al paquetísimo departamento que sus jefes tenían en el edificio de Juncal y Uruguay y vació el dormitorio principal. Allí, cuentan confidentes memoriosos, habría estado depositado de manera precaria el principal insumo para hacer política de los Kirchner: dinero.

El operativo se cumplió mientras el país estaba en shock y escuchaba y veía, pegado a radios y televisores, lo que era un hecho que políticamente iba a cambiar la vida de los argentinos. Y, también, de manera súbita, la de Daniel Muñoz, el valet de mayor confianza de los presidentes. Un camión se paró en una de las dos puertas del edificio y cargó los bolsos que, antes, Muñoz había armado con cuidado y estrategia. Las mismas fuentes creen que esa distribución en bolsos pudo ser el momento en que el empleado cambió su fortuna. Es que el dormitorio privado presidencial estaba repleto de dinero acomodado de manera más o menos descuidada. Y era una habitación grande.

Después de ese operativo, Daniel Muñoz, su esposa, Carolina Pochetti, y su hija cambiaron de lugar de residencia, de hábitos y de ocupación. A la luz de la investigación de Infobae en Miami y de los #PanamaPapers, se prepararon para convertirse en expertos en conformación de sociedades comerciales y en inversiones inmobliarias generadas mediante sistemas de verdaderas “mamuschkas” que ocultan propietarios y paraderos.

En simultáneo, quienes lo conocían de los tiempos del frío sur se sorprendían al saber de los gustos renovados y refinados del ex valijero y su esposa. Viajes a París. En primera, obviamente. Pasajero frecuente de Air France y de locales de Louis Vuitton y sus bolsas. Los bolsos.

Dulces rutinas que se vieron interrumpidas el año pasado por un enemigo inesperado: el cáncer.

Daniel Muñoz hizo tratamientos que parecieron torcer un mal pronóstico y hubo una operación que pareció mezclarlo todo. Lo intervinieron en el estómago y cuentan quienes conocieron a los médicos que, anestesiado, repitió entre balbuceos:

La bóveda está en Charata…

…La bóveda está en Charata.

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