Central tuvo su gran revancha y lo ganó en una ráfaga de cuatro minutos: fue 2-1, lo sacó de la Copa Argentina y lo dejó al Xeneize mirando por TV la Libertadores 2017.


Y un año después llegó la revancha. Flor de revancha, con una ráfaga de goles en el final del primer tiempo, le dio un voleo… Primero Fernández con un zurdazo tremendo, después Herrera con ayudita de Sara, ésos fueron los golpes de gracia que le dio Central a Boca, en cuatro minutos liquidó a un equipo que recién en desventaja reaccionó y lo buscó. Que Sosa se hizo figura, que el ST fue un monólogo, que merecía algo más… todo tan cierto como que el Canalla de Coudet tuvo la contundencia en el momento justo para llevarse una final anticipada y cachetear al rival que le había dado la vuelta el 2 de noviembre de 2015 en la misma cancha.
Tremendo golpe para Boca, que otra vez pagó caro distracciones. La primera en el 1-0, cuando Barrios y Silva durmieron y dejaron sacar el centro de Montoya. La segunda en el 2-0, cuando Sara dio rebote en el lugar menos indicado y Herrera no perdonó. Y ya con tanto nervio, tanta presión, difícil remontar un 0-2 con olor a tragedia futbolística por la eliminación en la Copa Argentina y el adiós a la Libertadores 2017. Boca no dio la talla en ese primer tiempo áspero de ida y vuelta, en el que buscó pero sin profundidad, generando apenas un tiro peligroso de Pavón.
A esta altura, en un partido que se juega desde hace meses, un equipo con aspiraciones no puede mostrar lo que mostró en ese primer tiempo. Desaparecido Tevez, sin peso Centurión y Bentancur, apenas algunos flashazos de Pavón y la intención de atacar, pero sin profundidad ni peligro. Central había llegado un poco más, no perdonó y lo sentenció. ¿Y el juez Loustau? Se la bancó en un partido difícil, su perla negra fue la no expulsión de Villagra cuando estaban 0-0 y ya estaba amonestado.
El mapa del segundo tiempo fue otro, totalmente distinto. Porque entró Benedetto por Barrios, porque Central se replegó demasiado cerca de su área, porque Boca metió y llegó desde el arranque. Pero faltó la puntería de equipo que en el torneo es el que más convirtió: no pudieron meterla el Pipa (recién cuando se terminaba el partido puso el 1-2), Tevez (un tiro libre en el travesaño a los 35’), Silva (dio en el palo su zurdazo en el comienzo) ni Bentancur (zapatazo que sacó Sosa) y el soñado descuento tempranero no llegó. Y la chapita del marcador, pese a los merecimientos, seguía mostrando un 2-0.
Y a puro aguante lo fue laburando Central, casi sin proponer. Y Boca jugando de tres cuartos de cancha en adelante, teniendo la pelota, tratando de abrir por las puntas, generando faltas, probando de donde fuera, pero nada. ¿Mereció antes el gol que llegó cuando no quedaba nada? Seguro que sí, pero ya cuando estaba dos goles abajo. Las figuras, los que definen partidos, no aparecieron. Y un año después de ganar esta Copa, vivió una pesadilla el Kempes: festejaron los de azul y amarillo rosarinos, que lo dejaron sin nada. Sin el premio del millón, sin la Copa Argentina y, lo peor, lo que más duele, lo deja mirando por tele la Libertadores del año que viene.
Fuente: Olé

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