-¡¡¡Eduard querido!!! ¿Qué hace lleno de arroz en el jopo y sobre el saco? ¿Acaso fue a un casamiento y no me invitó?
-Sipi.
-Y todavía lo reconoce…
-No siempre lo puedo llevar, porque usted es tan pavote que me delataría…
-¿Se casaba un político?
-Sipi.
-¿Oficialista o de la oposición?
-La verdad que me hizo una pregunta complicada…
-¿Por qué? No hay más que esas dos variantes.
-Pero en este caso, le cuento que fue invitado Manzur, quien finalmente no fue, y algunos funcionarios de su gabinete, además de Cano y algunos referentes opositores.
-No me diga.
-Además hubo una ausencia por demás notoria.
-¿Quién faltó?
-No faltó, simplemente no lo invitaron.
-¿A quién no invitaron?
-A Germán Alfaro.
-¿A Germán?
-Sipi.
-¿Y quién se casó?
-Campero.
-¿El intendente de Yerba Buena?
-Sipi.
-¿Y lo invitó a Manzur y no a Germán?
-No me haga repetir, ¿en qué idioma quiere que le hable para que entienda? ¿En esapañol?
-Bueno, esto es increíble…
-En verdad, sí. Pero aún no le conté todo.
-¿Qué otra cosa pasó?
-Cano lo puso de responsable de un nuevo organismo para las cooperativas a Campero.
-¡Qué regalo de bodas!
-Más bien es la profundización del raleo al que lo quieren someter a Germán.
-¿Por qué?
-Por su gran crecimiento político…
-¿Hay celos?
-Cano está por demás celofán, pero eso puede quebrar el Acuerdo para el Bicentenario.
-¿Usted cree?
-Yo creo que no hay que tirar mucho de la soga.
-En eso tiene razón… Pero ¿y esas tarteletas y sanguchitos que hay en la mesa?
-Métale amigo, los traje del casamiento.
-Gracias. ¿De qué fue disfrazado, amigo?
-De mozo, ¿de qué otra forma se puede andar por todas las mesas?
-¡Genio! ¡Barrilete cósmico…!