Campero dejó al descubierto el pacto con el peronismo residual

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Por Elso Manuel Dappe* para Diario Cuarto Poder | La firma de un contrato en el Concejo Deliberante por parte del ex funcionario y ex concejal Rodolfo Aranda, puso al desnudo la relación del intendente Mariano Campero con un sector debilitado del Justicialismo. El paralelismo con Macri y la elección de Miguel Ángel Pichetto como aliado.

Un verdadero clon de Mauricio Macri

Así se podría calificar con toda tranquilidad al intendente de Yerba Buena, Mariano Campero, quien buscó simpatizar con un sector residual del Justicialismo en la “Ciudad Jardín”.
El pacto con ese sector, quedó reflejado en la firma de un contrato por parte del ex funcionario y ex edil Rodolfo Aranda, en virtud de la relación que tiene el jefe municipal con ese peronismo residual con el que se encuentra aliado desde hace tiempo.
En el juego de la política el “macrista” de la primera hora, Mariano Campero, trató siempre de imitar al presidente saliente Mauricio Macri, por quien profesa una devoción ilimitada, al punto que en algún encuentro nacional no se puso colorado al ponerse una remera con los colores amarillos de la “Revolución de la alegría”, dejando de lado el tradicional rojo que distingue a la Unión Cívica Radical (UCR).

Torcer el brazo al Concejo Deliberante

Campero ya apeló a esa relación para torcer el brazo de un Concejo Deliberante que sólo quería cumplir el rol de contralor establecido en el principio de la división de poderes.
Basta recordar que la licencia solicitada por el concejal Lisandro Argiró, quien asumió como secretario de Gobierno en el primer mandato de Campero, le abrió la posibilidad a otro funcionario, Rodolfo Aranda, de reemplazarlo.
Sin embargo una denuncia por un supuesto caso de corrupción, motivaron la objeción de algunos de los concejales, quienes consideraron que era importante aclarar los detalles de la acusación formulada por puesteros que trabajaban en la llamada Plaza Vieja, ubicada en La Rinconada.

Críticos de su propio espacio

Lo curioso era que aquellos concejales que realizaban esta observación pertenecían al espacio de Cambiemos en la provincia, que llevaba el nombre de Acuerdo para el Bicentenario (ApB). Entre ellos estaban Benjamín Zelaya, Maximiliano García, Lucas Cerúsico y Pedro Albornoz Piossek.
Sin atender las observaciones de los ediles de su propio espacio, Campero prefirió no acatar las advertencias en cuanto a la necesidad de clarificar si Aranda había cometido o no un acto de corrupción.
Las pruebas esgrimidas por los concejales, ni los testimonios de los propios afectados, fueron suficientes para revertir la caprichosa actitud del intendente macrista.

Una sesión anormal

Es por ello que, en connivencia con un sector del peronismo residual, Campero decidió avanzar en la renovación de las autoridades del Concejo Deliberante, sin la presencia de esos ediles díscolos, que sólo tenían la intención de controlar los actos del Departamento Ejecutivo.
Ese rol se lo habían conferido los vecinos yerbabuenenses, pero el mismo Campero que solicitaba ejercer esa función con su antecesor, el alperovichista Daniel Toledo, desde el Concejo Deliberante, era el que rechazaba esa posibilidad.
Una sesión que no contaba con el quórum necesario, se llevó adelante, violando el principio de división de poderes y el reglamento interno, y generó que ese espacio que ahora le concede un contrato al ex funcionario camperista, asuma la conducción del cuerpo.

¿Reclamo judicial? Bien, gracias

Por supuesto que el reclamo judicial realizado por los concejales afectados, no tuvo la celeridad en la respuesta, ni resolvió la cuestión de fondo.
Y Campero gobernó sin objeciones. Una mala costumbre de aquellos que se desgarran las vestiduras invocando al Padre de la Democracia.
*Analista político

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