Así lo adelantó el gobernador de Sao Paulo, Joao Doria, en una entrevista. Además, adelantó que “el futuro será muy difícil para Brasil, sobre todo para los más pobres”.

San Pablo tendrá, en noviembre, la primera vacuna latinoamericana para inmunizar contra el COVID-19. Así lo reveló el gobernador Joao Doria, en una entrevista exclusiva con Infobae.

Solución a la pandemia

Para el estado paulista, donde habitan 46 millones de brasileños, es el principio de solución de una pandemia que le costó 23.000 fallecimientos y 542.300 personas infectadas. La primera producción de vacunas contendrá 120 millones de dosis, fabricadas por el mayor productor de inmunizadores del hemisferio sur: el Instituto Butantan, con sede en la capital paulista. Pero el gobernador Doria tiene una apuesta más ambiciosa: que ese centenario centro de investigación duplique su capacidad de fabricación para febrero. Para entonces, estará en condiciones de suministrarla a los países vecinos que la demanden.

Campaña de donaciones

Con ese objetivo, el gobernador, que es uno de los principales dirigentes del Partido Social Demócrata de Brasil (PSDB), convocó hace una semana a una campaña de donaciones entre empresarios y banqueros. Apunta a recaudar los 26 millones de dólares adicionales que requiere el proyecto. La respuesta fue “muy rápida”, se admiró el gobernador.

Dijo también que el gobierno nacional no aportó ayuda financiera. Esa “ausencia” de Brasilia tiene que ver con la aspiración de Jair Bolsonaro de contar con la vacuna propia. Acaba de invertir 100 millones de dólares, que destinó al proyecto de la Fundación Fio Cruz, emprendido con la Universidad de Oxford (Inglaterra) y AstraZéneca, un laboratorio multinacional. El presidente brasileño informó a los brasileños, que en diciembre recibirán 100 millones de dosis, gracias a ese acuerdo, que contempló la realización de testes en todo Brasil.

Lo social y económico

El gobernador Doria habló, también, de los temas sociales y económicos del país. Juzgó que, desde ese punto de vista, “el futuro será muy difícil para Brasil, sobre todo para los más pobres”

-¿En qué fase de desarrollo está la vacuna?

– El Instituto Butantan firmó un acuerdo con el laboratorio privado Sinovak de China para producir la vacuna en Brasil. Estimamos que para el 20 de octubre tendremos los resultados de los tests, en los cuáles participan 9.000 voluntarios, todos ellos médicos y paramédicos, de 6 estados brasileños: San Pablo, Paraná, Río de Janeiro, Brasilia, Rio Gran del Sur y Brasilia. Si el desenlace es positivo, y todo indica que lo será, en noviembre comenzará la producción en el Butantan, con la autorización de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) que acompaña el proceso pari passu. Y en diciembre ya tendremos un volumen suficiente para iniciar la vacunación en masa en todo Brasil. El plan del Butantan es duplicar su capacidad para proveer, a partir de febrero, a países de América del Sur.

-¿Qué producción es necesaria para realizar la primera etapa de vacunación?

–Son 120 millones de brasileños que deberán ser vacunados. Y esa es la capacidad con la que ya cuenta el Butantan. Nosotros estamos trabajando para llegar a 240 millones; y por convocamos al sector privado, para conseguir los 130 millones de reales adicionales que precisamos (equivalen a 26 millones de dólares). Y la respuesta del empresariado fue rapidísima. Y esto es lo que permite adquirir equipos y doblar la producción. Esto va a ser necesario para los países vecinos: Argentina, Chile, Uruguay, Perú y Colombia. En verdad va a ser necesaria para todos los latinoamericanos.

-¿Recibió alguna colaboración del gobierno federal?

-No, ninguna. El gobierno de Jair Bolsonaro garantizará la distribución de nuestra vacuna por el sistema público de salud, el SUS; y ésta será de aplicación gratuita. Con la exitosa recaudación de donaciones privadas, podemos afirmar que en noviembre Brasil tendrá su primera vacuna para proteger a los brasileños. Y, para fines de enero de 2021, ya estaríamos en condiciones de proveer una buena cantidad de dosis a los vecinos sudamericanos. El Butantan tiene una larga experiencia en este rubro: ya produjo 80 millones de vacunas contra la gripe, entre abril y mayo últimos. Y tiene estructura y tecnología para encarar la fabricación en gran escala.

-En San Pablo, los sectores populares más vulnerables son los que han sufrido el mayor impacto del Covid, con mas contagios y muertes. ¿Qué medidas pueden ayudarlos en la post pandemia?

-En San Pablo estamos todavía en la parte horizontal del plató de la pandemia. En la capital, comenzó ya a bajar el volumen de infectados y también de muertes. Pero está creciendo la epidemia en el interior del estado paulista. Esto ya se había previsto, y seguramente ocurre algo semejante en la Argentina. Aún así, la curva está estable, lo que no implica que hayamos vencido al Coronavirus. Por eso, todavía lo debemos combatir con medidas restrictivas. Enfrentamos ya la octava semana de cuarentena muy dura.

Para el futuro, la perspectiva es que el sistema de salud pública tenga una mejora considerable. Al comienzo de esta epidemia, San Pablo tenía 3.200 unidades de terapia intensiva. Hoy ya estamos en 7.600. Es decir, duplicamos nuestra capacidad en 4 meses. Y piense que cada lecho de UTI cuenta con monitores, respiradores, fisioterapeutas y médicos intensivistas.

En cuanto a los respiradores, a mediados de agosto comenzaremos a producir localmente. Y fue gracias a un desarrollo tecnológico de la Universidad de San Pablo. El precio será mucho más bajo que el de importación. Costarán 10.000 dólares cada uno, contra los 30.000 dólares que gastamos en los importados. En fin, lo importante es que el sistema público de salud está preparado para la pandemia. Y será un legado positivo de esta trágica pandemia.

-¿Y en el ámbito social?

-En el ámbito económico y social no habrá un buen legado. Es triste porque tenemos un número muy grande de desempleados; de personas que migraron desde una situación de pobreza a otra de pobreza extrema. También es grande el número de personas que tenían empleo formal y lo perdieron. Este sector ya consumió prácticamente las indemnizaciones. Y ahora comienza a pasar dificultades. Las indemnizaciones laborales duran como máximo 5 meses. Una vez que termina el dinero, esas personas y sus familias migran para la franja de la pobreza. Para los muy pobres entregamos, en San Pablo, 1,1 millón de cestas de alimentos de 25 kilogramos cada una. Destinamos, además, 125 millones de dólares para créditos a micro y pequeñas empresas.

 

 

fuente: infobae

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