El salario mínimo se elevó 18,5%, a $5.588 desde el 1 de agosto y se incrementará 10,5% más en enero, a $6.060. La Argentina es el único lugar del mundo en que el preso es sostén de familia. Esto sucede desde 2012 cuando se creo el “Vatayón Militante” y se “sindicalizaron”.

Este primer tramo del aumento le representa al Servicio Penitenciario Federal un gasto adicional de $130 millones anuales que se los gira Economía. Lo injusto es que una parte de esos giros provienen de la Anses. Cabe recordar que la jubilación mínima es de $3.821,33. Un preso gana 46% más que un jubilado. El interno tiene, además, la ventaja de que ese salario lo disfruta íntegro porque la comida la aporta el SPF, igual que la luz, el gas y los servicios de salud y educación.

Desde 2012, las reglas cambiaron para mal. Con una generosidad desconocida hasta ese momento, el salario mínimo se extendió a casi todos los presos, aún a los que no trabajaban. Fue cuando el kirchnerismo formó el “Vatayón Militante”, un grupo afín a “La Cámpora”, entre los presos.

Se repartían a discreción las anotaciones de trabajo de 200 horas mensuales que permiten cobrar íntegramente el salario mínimo. En Devoto, nadie, trabajara o no, quedó al margen del beneficio. Si alguien no lo percibía hacía una presentación a la justicia e inmediatamente se lo aprobaban.

A mediados de 2012, como casi todos los prisioneros cobraban el salario mínimo fundaron el Sindicato Único de Trabajadores Privados de la Libertad Ambulante, que adhirió a la CTA oficialista.

Pero al poco tiempo de la fundación, los integrantes del único gremio de presos del mundo, declararon una huelga pidiendo vacaciones, ART, bancarización y que el salario mínimo se transforme en un seguro de desempleo para seguir cobrándolo cuando salieran en libertad. Afortunadamente no consiguieron el beneficio pero lograron percibir mes a mes el sueldo, eludiendo el depósito obligatorio.

Con la proliferación de los salarios aumentó la corrupción en la cárcel. Los guardias, que tuvieron un aumento de 24% –inferior a 28,5% de suba del salario mínimo- cobran $14 mil mensuales. Con los descuentos y los gastos que tienen por trasladarse a su trabajo todos los días, están cerca de lo que ganan los presos.

No son pocos los que son sobornados para que no miren lo que entran los familiares. Entre varios presos organizan “vaquitas” y pagan al guardia para entrar marihuana, alcohol, cocaína o celulares, entre otros artículos deseados. El salario mínimo se convirtió en un formidable estímulo a la economía informal.

La actual gestión del SPF que ha intentado ordenar las cárceles, de hecho eliminó la superpoblación, se encuentra con este enorme poder que tienen los presos con dinero contante y sonante en sus bolsillos y con familiares que además reciben subsidios del Gobierno. La Argentina es el único lugar del mundo en que el preso es sostén de familia.

 

Fuente: Infobae

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