Abel Pintos, un artista que deja todo en el escenario

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Abel Pintos | Por Manuel Rivas. Quienes siguen su carrera de cerca no se sorprenden por lo que genera desde un escenario, un artista de la talla de Abel Pintos, pero su presentación en Bella Vista fue apoteótica.

No se guardó nada. Un despliegue físico, artístico y musical propio de un deportista de alto rendimiento fue el que realizó Abel Pintos en el festival solidario realizado en Bella Vista, en donde actuó frente a una multitud.

Ya antes de la presentación realizada por Rubén Brasero había un clima festivo en el “Estadio de Las Palmeras”, que estaba colmado. El ingreso y la salida de tan impresionante cantidad de personas se realizó con normalidad.

El-estadio-de-Bella-Vista-colmado.
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Pero la llegada de Abel Pintos al escenario fue casi mágica. Tocando la guitarra, con exquisitos ornamentos, y con lentes redondos y oscuros, dio inicio a una maratón que duró dos horas de magnífica ensoñación.

Abel hizo lo que más sabe y ama, cantar. Desplegó toda su capacidad histriónica y cantó, con dulzura y movimientos casi danzantes a los temas que así lo requerían, como “Mariposa”, que fue uno de los más ovacionados.

Abel-Pintos-agradeció-tanto-afecto.
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Se dejó acompañar por el público en canciones como “Once Mil”, difundida como tema de una novela por Telefé, pero mucho antes conocida por sus fans. Hubo seguidores de todas las edades, incluso niñas pequeñas cantaban sus temas.

Otro de los temas más vivados fue “Mar”, en donde también desplegó su manejo de escenario. En todo momento de su presentación, Pintos irradió su amor por la profesión que abrazó. Se lo notó disfrutanto a pleno.

Abel-Pintos-demostró-que-ama-lo-que-hace.
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“Aquí te espero” desató las gargantas a pleno de los presentes, quienes se deleitaron con el juego interactivo que generó desde el escenario el artista. Una verdadera delicia para los oídos y los corazones.

Se paseó por todo su repertorio y, a intervalos, iba pidiendo el reconocimiento y el aplauso para sus artistas, incluso para los técnicos y operadores que estaban detrás de escena. Allí demostró su agradecimiento.

“Pajaro cantor” fue uno de los temas que le dio mucho ritmo y activó a full las palmas del público, que en todo momento aparecieron a lo largo del espectáculo, porque el cantante, salvo unos minutos que duró un solo de guitarra, estuvo siempre.

El contacto con la gente fue permanente, la conexión se notó plenamente y las luces del escenario iluminaron un poco menos que el propio artista, que tuvo pasajes de histrionismo que fueron celebrados con ovaciones.

Abel-Pintos-le-puso-toda-la-energía.
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Finalmente pude entender su humanidad en cuanto le habló al público y les pidió que llegasen tranquilos a casa. Invocó a Dios y la Virgen, pero hizo la salvedad a aquellos que no creyeran, para que lo hicieran según sus creencias.

Al final, luego de las distinciones recibidas, su regreso al escenario fue un justo broche de oro en el que todos los presentes, sin saberlo, ya se habían unido a la “gran familia de fanáticos de Abel Pintos”.

 

 

 

 

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