El poeta taficeño Sergio Lizárraga.

Letras de Fuego / Entrevista / Por Manuel Ernesto Rivas*. Sergio Lizárraga es un poeta taficeño que aborda una poética mística e intimista. Este año publicó “Todavía hijo”, un libro que le dio satisfacciones. La escritura genuina y desnuda versus la IA.

Manuel Ernesto Rivas (MER): —¿Qué sensaciones te deja este año que culmina?
Sergio Lizárraga (SL): —No puedo decir que este año fue más especial que otros, pero sí, afortunadamente, fue distinto. Tal vez, la mayor marca fue mi cumpleaños número 50, edad que interpela, que invita a hacer balances, a hacer un repaso de lo vivido. Pero debo ser sincero y reconocer que no hice nada de eso. Me dediqué a escribir, todo lo posible, a leer, todo lo posible, a publicar un nuevo libro como una apuesta por la palabra, lugar al que siempre voy. La poesía es tierra fértil para decirlo todo, y en mi libro Todavía hijo, lo expongo todo, lo desnudo todo.
MER: —¿Cuáles fueron las experiencias en los diversos encuentros literarios?
SL: —Este año pude participar de diversos eventos, presenciales y virtuales, en la provincia y en la región. Muchas de esas invitaciones surgieron por la generosidad de escritores, editoriales y asociaciones, lo que invita a pensar que el amor por las letras puede más que ciertas mezquindades. La literatura sigue siendo un lugar de encuentro.
Los eventos me han mostrado distintas realidades, diferentes capacidades de gestión, diferentes grados de apoyo. He participado en eventos donde ni siquiera tenías un vaso de agua a disposición, y en otros donde te cubrían hasta los viáticos.
Celebro los espacios que surgen, agradezco todas las invitaciones, pero sigo observando que la autogestión sostiene muchas agendas culturales, que los eventos se superponen en más de una oportunidad, que el público termina siendo responsabilidad de la capacidad de convocatoria del poeta invitado, que hay medios que siguen estando ausentes, que hay egos invencibles. No obstante, con presupuestos o a pulmón, los poetas seguimos encontrándonos para compartir la pasión, y eso es algo que aplaudo. En los encuentros literarios están los poetas, las editoriales independientes, los espacios culturales independientes, las distintas maneras de hacer versos, de vivir las letras, de decirse a uno mismo. En la región hay mucha poesía.
MER: —¿Te sorprendió el resultado de “Todavía hijo”?
SL: —Para Edmundo Gómez en el libro hay “una soledad hospitalaria”, para Sergio Guerrieri, “un teatro de operaciones”. Para Daniel Posse “poesía sanguínea y a la vez sacra”, para Mario Flores “un halo de esperanza advertido” y para Liliana Massara una “poesía ontológica de exploración y descubrimiento” …
En Todavía hijo hay batallas que se detienen en el cuerpo, y hay caminos que aspiran a sobrevivir permitiendo encuentros. Una búsqueda que implica, por un lado, el despojo y, por otro, el rumiar la palabra que se encuentra.
Siempre me sorprende lo que sucede con mis libros. La manera en que cada lector se apropia de mis versos, la diversidad de lecturas, los mapas que se trazan.
MER: —¿Cuáles son los caminos temáticos y estéticos que te gusta transitar en la poesía?
SL: —Nuestra identidad se forja en el continuo devenir de la vida. Cada experiencia, por mínima que sea, deposita en nosotros un sedimento que termina por definir quiénes somos. Tafí Viejo es un lugar impregnado de nostalgia, anclado en la añoranza por un pasado esplendoroso. Esa melancolía se respira en su literatura, su música y su arte, y se materializa en una diáspora propia. Yo fui testigo, durante mi infancia, de los profundos cambios que trajo el cierre de los talleres ferroviarios. Como casi todos los padres taficeños, el mío era ferroviario. La pérdida de su trabajo fue un terremoto para la familia. En esos años vi partir a vecinos y vaciarse casas. De esa experiencia vital brotaron algunos de mis temas e imágenes; por eso la migración habita mis versos, junto a la búsqueda, el silencio, los bosques, el cuerpo, y por supuesto lo místico, porque la nostalgia se espiritualiza. También en mis versos se hacen presente los caminos, la esperanza, el duelo, la orfandad… creo que en mi poesía están los claustros y también los mundos.
MER: —¿Cómo analizas el ámbito literario tucumano?
SL: —Hay mucha actividad en la provincia, ferias, encuentro, recitales, presentaciones. Editoriales independientes que realizan una labor fructífera. Me atrevo a decir que hay más actividad independiente que oficial. Pero me pregunto si podemos hablar de un “ámbito literario tucumano”.
MER: —¿Qué falta en la gestión cultural para aquellos que eligen la escritura?
SL: —Una política de difusión y distribución que acompañe a la edición. Más acciones que acerquen al autor y al libro a las instituciones educativas. Una agenda más organizada. La mayor parte del tiempo no sabemos lo que hacen los otros.
Vivimos tiempos muy mediatizados, y tenemos una generación que consume determinados productos, definiendo caminos de lectura propios e independientes de la escuela, ¿qué espacios para llegar a estos lectores están generados? ¿Cuáles son los espacios que oficialmente se generaron para difundir nuestra literatura? Son preguntas que surgen.
MER: —¿Cuál es la Feria o el Encuentro Literario que más te impactó? ¿Por qué?
SL: —Me sorprendió la Feria de Santiago del Estero, por la infraestructura, los recursos desplegados, la cobertura de los medios, el numeroso público, la coordinación de las mesas, el respeto por el tiempo asignado a cada uno. Me sorprendió la ausencia de escritores “famosos de Buenos Aires”. ¿Alguna vez estos escritores, tan presentes en otros eventos de la región, adquirieron libros de autores locales, los leyeron, los difundieron, los recomendaron?
Me gustaron muchos los espacios que albergaron las ferias de Salta, Jujuy y Catamarca. Me hace feliz que mi ciudad cuente con su propio festival literario, un encuentro de poesía y yunga.
MER: —¿Cómo pueden lograr más visibilidad los escritores de la región?
SL: —Creo que la oficina de la divinidad sigue estando donde estuvo siempre. Creo también que hay modas, estilos, intereses. No sé si en la región todos producimos lo que los circuitos hegemónicos consumen. No sé si las ferias o encuentros garantizan verdaderamente esa difusión. No sé hasta qué punto en los centros se sabe lo que hacemos. Una necesidad son los espacios para que las editoriales se difundan y difundan a sus autores publicados, espacios estables, ciertamente convocantes, propios. Una mayor presencia en los medios. Una gestión estatal, en soledad, de manera independiente, no siempre se puede.
MER: —¿Qué cosas te conmueven?
SL: —Muchas, creo que, a causa de mis 50 años, demasiadas. Me conmueve la soledad, por ejemplo, que no deja de crecer, que no deja de generar cierta mendicidad. Me conmueve la escucha, los pequeños y grandes milagros que pueden generar las personas que saben escuchar. También la fe, admiro profundamente a las personas con fe, porque tienen una esperanza renovada, saben esperar.
MER: —Si tuviera que pedir un deseo ¿Cuál sería?
SL: —Tener la posibilidad de desear muchísimos más.
MER: —¿En qué proyectos trabajas?
SL: —Soy escritor y también docente. Ambas cosas a la vez. Como docente, tengo muchos proyectos enfocados en la formación de formadores, que es mi principal actividad. Como escritor, estoy trabajando en un nuevo libro de poesía, sin ansiedad por publicar, pero sí con el propósito de crecer.
MER: —¿Qué consejo le dirías a quienes están comenzando con la escritura?
SL: —Que escriba la persona y no la IA, sigo sin entender esa relación, sigo prefiriendo encontrarme con poetas desnudos en sus palabras. Y que resista, Murakami afirma que la escritura necesita resistencia. Como aconsejaba un exitoso escritor: “Lee, lee, lee. Lee todo: basura, clásicos, bueno y malo, y ve cómo lo hacen. Luego, escribe”.

 

*Fundador y director de Diario Cuarto Poder y Letras de Fuego Ediciones. Profesor en Letras e Historia. Periodista, gestor cultural y escritor.

Datos biográficos del entrevistado

Sergio Gabriel Lizárraga. Tafí Viejo, Tucumán. Se graduó como Prof. en Letras en la UNT. Realizó estudios de postitulación y posgrado.

El escritor Sergio Lizárraga.

Formador de formadores, gestor cultural, desempeña su labor docente en el Nivel Universitario y Superior.

Integra, además equipos técnicos en el Ministerio de Educación de Tucumán. Ex becario Fulbright-Nación. Su último libro es “Todavía hijo” (Puerta roja ediciones, 2025)

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