El anuncio de un paro de 48 horas empujó a la gente a intentar conseguir comida, pero el desabastecimiento es casi completo; miles cruzaron a Colombia.

Miles y miles de venezolanos se lanzaron ayer a las calles de sus ciudades para hacer compras de última hora antes de iniciarse hoy la huelga general de 48 horas convocada por la oposición. Buscaban comida, agua, productos básicos y hasta nafta, como si se tratara de una carrera de vida o muerte, pero sólo encontraron una pequeña parte de lo demandado, ante el desabastecimiento crónico que sufre el país y por culpa de la estrechez de sus bolsillos por la inflación más alta del planeta y la recesión galopante. Las fronteras con Colombia se vieron colapsadas.

“Hermano: ¡comida, agua y velas! Y cierra bien el quiosco”, aconsejó ayer un agente de la Policía Judicial a William, el dueño de un puesto de diarios en Santa Mónica. A 300 metros, el supermercado Licarch agotó sus reservas de carne en sólo tres horas. Pollo, arroz, huevos y congelados cotizaban en alza por toda Caracas, como si no hubiera bastante con la espiral inflacionaria que dispara los precios cada semana.

A 800 metros, un hombre se sorprendía ante la cola del Farmatodo, admirado incluso porque el resto de los clientes llevaban todos las carísimas bolsas de pan de sándwich. “Eso es puro aire”, bromeó a Alexandrina Rodríguez, que lo precedía. La emigrante portuguesa intentó explicarle la situación al despistado, hasta que la voz de la mujer de mayor edad se impuso en el debate: “Compre hoy todo, porque mañana y pasado nadie puede salir. Y el viernes, todos a la calle en pie de lucha”.

La opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y más de 300 organizaciones sociales y sindicales programaron para hoy y mañana una mezcla de huelga general y paro cívico activo, que repetirá una semana después cientos de trancones en sus calles. La protesta proseguirá el viernes con la denominada Toma de Caracas, donde se busca repetir la manifestación del 1° de septiembre del año pasado, cuando más de un millón de personas marcharon en la capital.

Desde muy temprano también se hacía cola en las estaciones de servicio de medio país, aunque en algunos estados las filas fueron provocadas por la falta de gas, pese a contar Venezuela con las mayores reservas del continente.

“Parece 23 de diciembre, pude cargar nafta al tercer intento, porque en las primeras dos no había combustible. Los supermercados están como si hubiera de todo y no hay de nada”, explicó a LA NACION Rosa Lucía Garante (43 años), gerenta comercial.

“Compras nerviosas, pero de nervios. No hay otro producto en las góndolas”, ironizó el historiador Elías Pino Iturrieta.

A los llamados de diputados opositores, que advertían desde el fin de semana de la inminencia de esta protesta histórica y de la necesidad de acopiar alimentos, se sumó la embajada de Estados Unidos, que aconsejó a sus ciudadanos que se abastecieran de agua y comida durante 72 horas.

En los estantes de las panaderías, a última hora de la tarde, sólo quedaban bolsas de Doritos y refrescos de colores tan llamativos que no animaban a su compra.

“Venezuela entrará a partir de esta semana en una economía de asedio típica de guerras, con alto impacto sobre los sectores más pobres del país”, vaticinó Rocío San Miguel, directora de la ONG Control Ciudadano.

Se trata de una economía asediada que también obligó a 50.000 personas a cruzar la frontera con Colombia en las últimas 48 horas, según las autoridades migratorias de ese país. La mayoría buscaba comida en un viaje de ida y vuelta en el mismo día. Pero otra buena parte forma parte del éxodo masivo que huye sin mirar atrás.

Las colas disparatadas asombraron al país vecino, que impuso nuevos controles en los documentos. Además de las compras compulsivas y de la llamada ola de la desesperanza, que provoca la fuga de los venezolanos, la diputada opositora Laidy Gómez añadió ayer “el temor a los efectos que puede traer la Constituyente”.

“Desde la Unidad les decimos que es el momento de darlo todo. Le hemos dicho al país que no podemos dejarlo esclavizar”, clamó ayer Freddy Guevara, vicepresidente del Parlamento, convertido en vocero de la oposición.

De momento, Nicolás Maduro no sólo mantiene su apuesta, sino que la redobla: dos magistrados juramentados por el Parlamento fueron detenidos ayer y el alcalde Gustavo Marcano fue condenado a 15 meses de cárcel por el Supremo.

“Esta semana va a ser bonita, la batalla está sabrosa”, se ufanó el “hijo de Chávez”, que acusó a los opositores de estar locos de remate por no apoyar su Constituyente, con la que pretende eternizarse en el poder.

No compartía ayer tales afirmaciones la gerenta comercial Garante, harta de buscar comida después de haber llenado su tanque de combustible. Apenas dos latas de atún; el resto, prohibitivo para su bolsillo. “¿Qué espera de las protestas de los próximos días?”, se le preguntó. “Que termine esta pesadilla”, contestó sin pestañear.

Fuente: La Nación

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