El camarista fue suspendido en sus funciones durante seis meses por enriquecimiento ilícito; el macrismo aprovechó la falta temporal de un consejero para aprobar el apartamiento del magistrado.

El Consejo vibraba, pero la suerte de Freiler también se jugaba en la Corte Suprema. Los ambientes contrastaban, pero la tensión era la misma. Mientras en el Consejo la excitación se traducía en gritos, el silencio se apoderaba de los pasillos en Tribunales; las discusiones nunca perdieron ahí los buenos modales.

Mario Pais, suplente del desplazado Godoy, había sido citado a las nueve en la Corte para tomar juramento como consejero. Los senadores kirchneristas Pais, Godoy y Virginia García llegaron 15 minutos antes de la cita. Esperaron media hora en un pasillo, sin noticias sobre el juramento.

¿Qué pasaba en el Consejo? El oficialismo esperó en sus despachos hasta las 9.55. No fue fácil reunir, puertas adentro, el consenso para votar el juicio político de Freiler en esas circunstancias. Los representantes de los jueces y algunos radicales habían puesto distintos reparos a la jugada ideada desde lo más alto del Gobierno. Ya con acuerdo interno, el oficialismo no quiso correr ningún riesgo, por eso suspendió una reunión de comisión previa al plenario. No querían perder ni un minuto.

“Perdón, pero… ¿ustedes quiénes son?”, preguntó un ministro de la Corte a los tres senadores que seguían esperando, ansiosos, en el pasillo. Ya eran casi las 10. La pregunta terminó por derrumbar la esperanza de los opositores sobre una jura exprés que les permitiera dar batalla en el Consejo.

La primera explicación oficial llegó unos minutos después. La Corte les comunicó que el juramento se tomaría, pero antes había que aprobar una acordada firmada por todos los ministros del tribunal. A las 13. Hubo pataleos de los senadores ante el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, que le manifestó dificultades insalvables para adelantar la jura, según reconstruyó LA NACION.

El plenario del Consejo empezó a las 10.02. Juan Bautista Mahiques, representante del Ejecutivo, pidió inmediatamente cambiar el orden del día para votar el dictamen contra Freiler. El kirchnerismo explotó. “¡Es un enchastre lo que hacen! Se están cargando a un juez con este plan orquestado, que es totalmente ilegal. ¡Voy a denunciarlo ante la Justicia!”, gritó el diputado Rodolfo Tailhade, el más férreo defensor de Freiler. “No hagan trampa, como hicieron este domingo”, chicaneó. La tensión subía.

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La consejera García, cuñada de Máximo Kirchner, entró al Consejo dando un portazo. Atrás de ella llegó Godoy. “Vení, vení, sentate”, le hacía señas García. Godoy dudó, pero finalmente se sentó. Agitado y sin corbata, tomó aire para lo que estaba por venir. García entraba y salía de la sala a las corridas. Hablaba con Pais, el único que seguía esperando en la Corte. Cuando finalmente se sentó, la senadora santacruceña lanzó: “El doctor Lorenzetti nos dijo que el senador Godoy todavía forma parte del cuerpo hasta que se le tome juramento al senador Pais”. La presidenta del Consejo, Adriana Donato, le negó esa posibilidad amparada en el fallo judicial notificado ayer al organismo que indicaba la remoción de Godoy.

Todos los oficialistas miraban en silencio, excepto Mahiques. “¡Que se vote de una vez!”, lanzó. Ya con el micrófono apagado, el representante del Gobierno le pedía cada cinco minutos a Donato que apurara la votación. La tensión tocó su techo cuando Tailhade amenazó a la presidenta del Consejo. Donato le apagó el micrófono, pero el diputado siguió a los gritos. Lo interrumpió su compañero Godoy. “¿Ni siquiera me va a dejar despedirme?”, bromeó Godoy en el peor momento. “Se vota”, avisó Donato. Leyó los cargos del dictamen y contó, uno por uno, los ocho votos.

Un duro golpe

El Consejo envió la notificación inmediatamente a Comodoro Py. Freiler nunca la recibió. El juez había pedido licencia, que ahora se extenderá por lo menos hasta mediados de febrero. “Estaba muy golpeado”, dijo una fuente que habló con él después de la suspensión. Desde su entorno deslizaron a LA NACION, incluso, que analizaban la posibilidad de que el camarista renuncie antes de afrontar el juicio político, una instancia con máxima exposición mediática.

La resolución del Consejo hizo temblar Comodoro Py, que se dividía entre la indignación y la incredulidad por el repentino desenlace (ver aparte). El presidente Mauricio Macri también se hizo eco de la pulseada: “La suspensión de Freiler es un paso adelante hacia el fin de la impunidad”.

El proceso quedará en manos del jury de enjuiciamiento, un órgano con una composición dividida entre jueces, diputados y senadores. Freiler deberá defenderse del dictamen que lo acusa por su abrumador nivel de vida. Lo más llamativo fue la compra de una casona blanca frente a la quinta de Olivos que cuesta, por lo menos, un millón de dólares.

Fuente: La Nación

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