Con un apoyo acotado del kirchnerismo, entre el silencio y el único respaldo firme de su socio Guillermo Moreno, César Santos Gerardo del Corazón de Jesús Milani permanece detenido en un establecimiento del servicio penitenciario de La Rioja “en una situación alarmante”, según su abogada Mariana Barbitta.

El destino quiso que transcurra los días preso en un sitio conocido para el ex jefe del Estado Mayor del Ejército de Cristina Kirchner: en el lugar en el que los represores alojaban detenidos durante la última dictadura. Ramón Olivera, uno de sus denunciantes, aseguró que en aquella época Milani lo trasladó desde la cárcel al juzgado.

El ex jefe del Ejército quedó alojado allí el viernes por orden del juez federal Daniel Herrera Piedrabuena, luego de que se negara a declarar (presentó un escrito en el que rechazó las acusasiones) en una de las causas en las que se lo investiga como posible autor de crímenes de lesa humanidad: fue imputado por su presunta responsabilidad en los secuestros y torturas de Pedro Olivera y su hijo Ramón, en 1977; y de Verónica Matta, en 1976.

Está alojado en el pabellón cinco, bajo régimen ordinario y con otros 13 presos, según fuentes penitenciarias. “Se le tomaron los datos y se le pidió la ropa. Se lo trata como a cualquier detenido, no hay celdas vip en el penal”, dijo Eduardo Polledri, director de la cárcel, a radio Fénix. En ese pabellón “se encuentran los detenidos por delitos de lesa humanidad y de la policía”, y guarda silencio entre las 22 y las 7.

Según su abogada, Milani está “enojado y preocupado” por su detención. Ya había estallado de furia, como publicó Clarín, cuando el juez Piedrabuena le comunicó que iba a quedar detenido tras la indagatoria.

“El me trajo a mí acá y no sólo a mí, a muchos presos. El firma un acta donde dice que sí, que efectivamente él me traslada desde el Instituto de Rehabilitación Social, la cárcel riojana, hasta el juzgado federal”, declaró Ramón Olivera, quien denunció a Milani por su responsabilidad en un allanamiento el 12 de marzo de 1977 en el que fue secuestrado su padre, luego torturado en el Batallón de Ingenieros 141. Olivera realizó una primera denuncia ante la Comisión Riojana de Derechos Humanos en 1984 y ratificó sus dichos en 2013 ante la justicia.

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