“Es inhumano que una persona muera sola”, dicen. El Mater Dei, de las Hermanas de Schoenstatt, trabajó desde el inicio de la pandemia de coronavirus para evitar ese sufrimiento adicional e innecesario.

Los testimonios sobre la muerte solitaria de los pacientes Covid y la angustia de quienes no los pueden acompañar ni despedir son desgarradores.

“Los cuatro amaban a su padre -decía por ejemplo Graciela, viuda del ingeniero chaqueño César Cotichelli, segunda víctima fatal del coronavirus en el país-. Les quedó atravesado el aliento que querían darle, poder decirle ‘papá recuperate, que te necesitamos’. Tampoco pudieron decirle ‘descansá, andate en paz’”.

Ni los niños escapan a la rigidez del Protocolo Covid o de la de quienes deben aplicarlo. “Seguí la camioneta hasta el cementerio -contó desde Jujuy Alicia Iriarte, que en esta pandemia perdió a su hija Rosario, de 8 años, que fue internada y separada de su lado y a la que ya no pudo volver a ver- Le supliqué al chofer que me dejara acercarme al cajón. Lo toqué y le dije que la amaba. Hubo falta de humanidad. Y que te digan que no podés decirle adiós es incomprensible. Mi hija no merecía ese trato en su último momento”.

EL PROTOCOLO DEL MATER DEI

“Es legal y es necesario habilitar el derecho a decir adiós”, asegura el doctor Carlos García Roig, jefe de Pediatría del Mater Dei y uno de los redactores del “Protocolo de Acompañamiento en el final de la vida” que aplica el establecimiento. “Una medicina sin humanismo no merece ser ejercida. Permitir la despedida es un mínimo de humanidad que no podemos dejar de brindar. Es una cuestión de empatía”.

Contra lo que se cree, sostiene García Roig, no hay ningún instituto de infectología de prestigio internacional que prohíba la despedida a los pacientes. “Si no, ni los médicos podríamos entrar a la terapia a ver a un covid”, dice.

“Mi mamá no murió de Covid, murió de soledad y tristeza”, denuncia Fernanda Mariotti, una médica que vio por última vez a su madre el día que la internaron, el 7 de julio pasado, en una clínica privada, que no es el Mater Dei, y cuyo nombre por ahora prefiere no dar. El día 20 de julio le avisaron que su madre había fallecido y ni en el reconocimiento la pudo ver. Entre el dolor y el enojo, escribió una carta -”Crueldad por protocolo”-, ahora convertida en petitorio en Change.org para que se “humanice el protocolo Covid 19 en pacientes con necesidades especiales”.

“Para mi madre ya es tarde pero yo necesito sentir que tanto sufrimiento no fue en vano”, dice Fernanda.

El caso de la madre de Mariotti -que a los tres días de internación ya no tenía síntomas pero fue mantenida en aislamiento a la espera de un hisopado negativo- despierta el interrogante de cuántos adultos mayores, aun habiendo contraído covid, se agravaron y murieron antes que nada por la angustia del aislamiento.

El Sanatorio Mater Dei tiene fama de ser muy rígido en el cumplimiento de las normas. Quien haya visitado a un paciente allí sabe que los horarios de visita se respetan a rajatabla. Pero ese modo estricto hace a lo organizativo. No al trato con los pacientes. De hecho, el establecimiento se ha colocado a la vanguardia adoptando un Protocolo que habilita el acompañamiento y la despedida.

Es inhumano impedir la despedida de un paciente porque tiene Covid -dijo a Infobae el doctor Bernardo de Diego, jefe de Terapia Intensiva del Mater Dei, donde este médico egresado de la UBA en 1977 ejerce desde hace 39 años-. En este sanatorio el humanismo tiene prioridad. Por eso fijamos un protocolo para admitir a familiares de pacientes Covid graves y de aquellos de los que se teme un desenlace fatal”.

La iniciativa surgió por inquietud de la hermana Teresa Buffa, jefa de Religiosas del Sanatorio, y de García Roig. Con sentido común se plantearon que, si médicos, enfermeros y resto del personal podían tratar a pacientes con coronavirus sin contagiarse, ¿por qué no podría una persona visitar a su familiar con los mismos recaudos?

fuente: infobae

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