Carlos Auzqui grita su primer gol con la camiseta de River. (Delfo Rodriguez)

Fue 5-3 en la definición ante Independiente Rivadavia. En los 90 minutos habían empatado 1-1 con gol de Sergio Sosa para los locales y de Carlos Auzqui para los de Gallardo.

En Mendoza, River terminó la serie de amistosos con una sonrisa: le ganó por penales a Independiente Rivadavia bajo un diluvio y ya se prepara para el reinicio de la actividad oficial, con la Copa Libertadores y el torneo local. En los 90 minutos igualaron 1-1: Sergio Sosa abrió la cuenta para los locales y Carlos Auzqui igualó para los de Gallardo y festejó su primer gol con la banda roja. Desde los 12 pasos fue triunfo 5-3 para el Millo: Augusto Batalla se quedó con el remate del Sapito Encina y Marcelo Larrondo metió el penal decisivo.

Cuando varias falencias se repiten partido tras partido, por más que sean amistosos de verano, dejan de ser simples circunstancias o casualidades para convertirse en potenciales conflictos, o incluso algo peor. Ese es la realidad futbolística que muestra River en el comienzo del año y una solamente semana del inicio de la competencia oficial.

Anoche en Mendoza, el balance que pudo realizar Marcelo Gallardo fue negativo, muy similar al de encuentros anteriores. La falta de un creador de juego, principalmente, volvió a sobresalir ante un esforzado Independiente Rivadavia, un rival que milita en la B Nacional y que le jugó a River como la mayoría, quitándole espacios y defendiendo cerca cerca de su área.

Ante esa dificultad, la única herramienta que le funcionó en algún momento fue la sociedad que formaron Casco y Pity Martínez por la izquierda. Punzante para atacar, la dupla fue la única que le sacó un par de aplausos a Gallardo en el primer tiempo. El déficit fue también repetido: la falta de pausa, sobre todo del mediocampista mendocino, para transformar un avance en una jugada de real peligro. Pese a esa limitación, fue el mejor de River.

Lejos de ser una solución, la llegada de Ariel Rojas generó otra complicación. No por lo que puede generar el ex Cruz Azul sino porque su ubicación en el centro del campo, al lado de Ponzio, obligó a Nacho Fernández a correrse a la derecha. Y como había ocurrido hace una semana en San Juan, ayer en el Malvinas Argentinas el jugador más claro que tuvo River a finales del 2016 volvió a perder protagonismo.

Gallardo quiere que Fernández sea el líder futbolístico de su equipo y lo imagina encarando de derecha al medio, con la pelota dominada y la cancha de frente. Al menos en las dos primeras experiencias, eso no ocurrió casi nunca. Además su ubicación desnuda otro inconveniente: la soledad del paraguayo Moreira para defender y atacar.

Si lo del primer tiempo fue flojo, lo del complemento fue más que preocupante. El equipo mendocino se acomodó mejor al diluvio, desnudó las fragilidades defensivas de River y se puso en ventaja con un gol de Sosa tras una buena jugada por la izquierda. Pero tras el festejo el delantero vio la segunda tarjeta amarilla y le allanó los caminos al visitante.

Con un hombre más y en desventaja, Gallardo mandó a la cancha a los delanteros que tenía en el banco (Larrondo y Auzqui) y consiguió el empate. Pudo ganarlo pero también estuvo muy cerca de perder ante un equipo solicario y simple que, con poco, lo complicó demasiado.

Más allá de ausencias importantes, como la de Alario, River cerró su participación veraniega con demasiadas dudas de cara a un semestre que lo tendrá como protagonsita de la Libertadores. Quién se hará cargo de conducir futbolísticamente al equipo es, sin dudas, la principal incógnita. Fernández, más allá de los elogios de Gallardo, está incómodo en su nuevo lugar en la cancha, sin socios a la vista; Rojas puede aportar equilibrio y circulación pero no es hombre indicado para manejar los hilos; Pity Martínez es desborde, velocidad y descontrol. El problema para el entrenador es que observando al plantel, no aparece ese nombre que podría transformarse en una solución inmediata.

Fuente

Comments

Comentarios