Los turistas en las playas son “atacados” por olas de “arrastoes”.

En el decimotercer piso de un edificio del centro de Río de Janeiro, las donaciones no dejan de llegar: son productos de primera necesidad para los empleados públicos de este estado al borde de la quiebra que ya no paga a sus asalariados ni a los jubilados.

Celia Moitas Pinto y su hermana acuden cargadas con dos grandes bolsas. Han venido por “solidaridad”. Una de ellas es funcionaria de la justicia y recibe su sueldo gracias a que el presidente del tribunal desbloqueó un fondo especial, una suerte que no han corrido los empleados de la educación y la salud, sin salario desde noviembre.

“Hay recesión en todo el mundo, pero aquí es el resultado del robo y la corrupción”, afirma Celia, que a sus 71 años asegura estar “indignada” y “ahora avergonzada de ser brasileña”.

El ex gobernador de Rio en los años de bonanza, Sergio Cabral (2007-2014), está detenido desde noviembre por haber desviado presuntamente decenas de millones de dólares de obras públicas, entre ellas las de la reforma del estadio Maracaná.

Semanas después, la policía arrestaba también a su mujer, acusada junto a él de corrupción, lavado de dinero y asociación criminal.

En las playas cariocas la crisis se deja ver con igual intensidad.

Oleadas de ladrones, conocidas como “arrastoes”, asaltaron a turistas en las playas de Río de Janeiro, que estuvieron colmadas hasta la madrugada de este miércoles debido al intenso calor.

Los “arrastoes” son grupos de delincuentes que se lanzan en grupo simultáneamente sobre los bañistas y se repliegan inmediatamente.

El martes por la tarde se registró un “arrastao” que conmocionó a los turistas en la playa del Arpoador, en la zona sur carioca, donde ya comenzaron a llegar parte de los 800 mil turistas aguardados para los festejos de Año Nuevo.

“El lío comenzó justo donde yo estaba, un muchacho vino hacia mí y me sacó los anteojos, también intentó sacarme mi mochila, pero logré retenerla y no me la robó” declaró el turista francés Laurent Goular.

Fuente: Clarín

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