Los silbidos y los piropos subidos de tono que más de una vez hemos escuchado cuando una señorita pasaba frente a una obra en construcción en camino a ser cosa del pasado.

“¿Quién no ha dicho un piropo alguna vez?”, se sincera Jorge Medina, un trabajador de una obra en construcción en Santiago al 200, de la capital tucumana. Pero remarca: “nos dimos cuenta que estábamos equivocados con esta conducta y hoy está en nosotros hacer que nuestros compañeros no hagan más este tipo de cosas”.

Acoso callejero

Jorge fue uno de los participantes de una de las primeras charlas de sensibilización para prevenir el acoso callejero que organiza la Secretaría de la Mujer del Gobierno de Tucumán, con una modalidad única en el país: hablar de la temática en construcciones, sindicatos y colectivos, directamente con los trabajadores.

Crear conciencia

Durante más de 40 minutos un grupo de 20 hombres escuchó atentamente las diferentes definiciones de acoso, violencia de género y, mediante videos, vio ejemplos de los clásicos piropos, que no son más que acoso callejero encubierto.

Sin miedo a denunciar el abuso

En una de las proyecciones una chica es acorralada en el transporte público por un hombre. Ella asustada no reacciona y solo logra bajarse del colectivo. “La chica debería haber hablado para que alguien haga algo, pero no pudo por miedo”, se anima a interpretar otro de los trabajadores.

Ponerse en la piel del otro

En otro video un joven le grita groserías a una chica que va caminando por la calle, mientras que su amigo le recrimina la conducta, comparándolo con un animal sin control. “Hay que parar a los compañeros en una situación de acoso. Decirles que está mal e intentar hacerlos entender, hablar entre nosotros para terminar con el acoso callejero”, remarcó Jorge de nuevo.

La iniciativa “no busca estigmatizar a los trabajadores”, explicó la secretaria de Estado de la Mujer, María del Carmen Carillo, sino que apunta a “desnaturalizar prácticas que son violencia de género” en espacios donde está comprobado que es más factible que se generen ese tipo situaciones.

Según la arquitecta Natalia Cytajlo, docente e investigadora del Observatorio de Fenómenos Urbanos y Territoriales de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNT, está estudiado por el Laboratorio de Género y Urbanismo “que generalmente las mujeres cambian su recorrido y sus formas de vestimenta en relación a los lugares por donde transitan en la ciudad”. Y en este caso las obras en construcción provocan esos desvíos en el itinerario.

La campaña es amplia y busca sumar a distintos actores de la sociedad en capacitaciones sobre perspectiva de género: empresarios y empresarias de la construcción, los sindicatos de taxistas y camioneros y las compañías de transporte público, como la Línea 19, donde la Secretaría de la Mujer realizó puestas en escena en los colectivos para concientizar a los pasajeros y chóferes.

“Queremos una vida libre de violencia, sobre todo en el espacio público. Queremos sacar esos matices culturales de que el piropo es algo natural o una galantería. Debemos proteger el cuerpo de la mujer que es privado y que no debe estar expuesto a esa situación”, agrega Carillo.

El acoso provoca miedo, vergüenza, inhibición e incluso sentimiento de culpa en las víctimas. “Es la punta de un iceberg para otras prácticas como el arrinconamiento o el tocamiento”, explica la licenciada en Trabajo Social, Patricia Valkincoff, encargada de la charla junto al psicólogo Daniel Núnez y el abogado Martín González.
Solireny Chacón, la jefa de la obra que será un edificio de consultorios médicos, también participó de la charla. Llegó hace dos años de Venezuela con su título de arquitecta y consiguió trabajo en Tucumán.

No fue fácil iniciarme como jefa de obra siendo mujer. Al principio había un poco de reacción, pero luego poco a poco fueron entendiendo que los hombres y las mujeres tenemos las mismas capacidades. Valoro mucho el respeto que tienen mis compañeros”, cuenta Solireny y no duda un instante en llamar a uno de los albañiles para que de su impresión sobre la novedad de tener una capataz mujer.

Luis Sandes, que trabaja hace más de 20 años en la construcción, jamás tuvo a una mujer como jefa de obra. Pero consideró “que es mejor porque es un ambiente muy machista y la presencia de Solireny impone mucho respeto hacia ella y los compañeros”. La convivencia a diario con ella les trajo “nuevas formas de expresarse, para mejor. Generó un mejor ambiente de trabajo en el que nos sentimos más contenidos y cuidados”.

Con el éxito de esta primera convocatoria, la empresa Link, una de las primeras en sumarse a la propuesta de la Secretaría de la Mujer, quiere repetir la experiencia en sus oficinas administrativas.

“Es sumamente necesario generar un efecto multiplicador de conciencia en toda la sociedad, no solamente en las obras. Siempre que se pueda llegar a la mayor cantidad de lugares posibles, me parece que el cambio en relación al acoso callejero será más rápido”, valoró Ana Paula Lionti, jefa de Recursos Humanos de la empresa.

Comments

Comentarios